A 1 semana de jurar como Presidenta, Dina Boluarte ha militarizado al país que no la quiere y ha declarado el estado de emergencia. La cantidad de muertos, heridos, bloqueos, incendios y marchas a nivel de todo el Perú en tan poco tiempo es algo que no se había visto en décadas.
Si Pedro Castillo cometió el error de disolver al Congreso sin el respaldo de movilizaciones populares, de la ley o de las FFAA, Boluarte también se ha autodestruido. Esto por haberse unido al fujimorismo y haber traicionado a su cabeza de plancha presidencial y a todos los 8,8 millones de quienes votaron por su binomio en junio 2021.
Hoy Castillo es presidiario de una Justicia que siempre se enseñó contra él, pero que también ha sido ciega o blanda ante los amos del poder. Dina estará en Palacio, pero es presidiaria de la mayor prontuariada: Keiko. Sin sujetarse a los designios de las bancadas pro-fujimoristas ella acabaría desplomándose.
Boluarte siempre prometió que ella se iba a ir si lo sacaban a Castillo. Mientras García Linera en Bolivia fue 14 años vicepresidente leal de Evo Morales y se negó a remplazarlo cuando el golpe de noviembre 2019 le puso la presidencia en bandeja, Dina prefirió complotar con la ultraderecha para dinamitar todo el programa y el proyecto con el que ella llegó a ser elegida. Ahora ha puesto como Premier a Pedro Angulo, quien en 2021 fue el último candidato presidencial del neoliberal PPK, la cara opuesta de su plataforma.
En Ecuador, Lenin Moreno tardó un tiempo en traicionar a su anterior compañero de plancha: Rafael Correa. Dina lo hizo desde que Pedro estaba de Presidente. Hoy, ella tiene responsabilidad en el hecho de que Castillo sea el único presidente constitucional en la historia peruana que pasa de Palacio a Prisión, sin pasar por un cuartelazo.
Dina, bien pudo emular a Dilma, quien en BRasil fue la mujer que se alternó con Lula en la Presidencia. Hoy ella ya no tiene futuro político. Una vez que la derecha la haya utillizado para dividir y tumbarse al castillismo, la van a tirar al tacho como limón exprimido.
Ella, por su deslealtad y oportunismo, ya es nombrada como, “Dina, la comodina”. Inicialmente, juró que iba a durar hasta el 28 de julio 2026, luego acortó en 24 meses su ambición, para finalmente estar dispuesta a adelantar las elecciones para fines del 2023. Sin embargo, ni eso va a calmar al bolondrón social que Boluarte ha causado.
Dina ya no habla de Constituyente, pero el rechazo a ella y al Congreso, va a acrecentar la demanda por convocar ya a esta.
Isaac Bigio. Politólogo economista e historiador con grados y postgrados en la London School of Economics.