¿Alcanzará la humanidad algún día el disfrute de un espacio social justo? Generaciones de gobernantes tercermundistas han desfilado por la magna Asamblea General de la ONU en el corazón del capitalismo mundial, abogando y suplicando la reducción de la brecha entre ricos y pobres.
No se trata de buscar dádivas y préstamos a intereses supuestamente blandos, que al final tendrán que pagar los hijos de nuestros nietos, simplemente demandar la integración de un modelo comercial justo, que permita la competitividad de los productores nacionales en los mercados de mayores volúmenes y atractivos.
Pero nada se ha logrado hasta el momento porque las naciones industrializadas introducen cada vez con mayor desproporcionalidad normas económicas restrictivas y proteccionistas, afectando sensiblemente las débiles economías de los países subdesarrollados.
En consecuencia, vivimos un círculo vicioso porque no nos dejan crecer y solo apelan a criticarnos alegando nuestra supuesta ineptitud en el manejo de la administración pública.
La mayoría de los países de América Latina, incluida República Dominicana, subsisten precariamente en un modelo de economía de servicios, que tiene su brazo protector en el turismo.
El envío de remesas del exterior sobre todo desde Estados Unidos y países de Europa así como el impulso de una creciente economía informal complementan las bases de sustentos de millones de latinoamericanos, al igual que de otras latitudes del Tercer Mundo.
El aparato industrial exportador está en el suelo sobresaliendo la agroindustria y los parques de zonas francas, que se han ido a la ruina como consecuencia de las adopciones de políticas proteccionistas hacia sus productores como viene ocurriendo en Estados Unidos y Europa.
Proteccionismo vs. Pobreza
El discurso expuesto por el presidente de la República, Danilo Medina, reivindica valientemente las aspiraciones de los países pobres que luchan tenazmente por sobrevivir en un marco estructuralmente desigual e impuesto por las potencias industrializadas.
Al reflexionar sobre los grandes retos que tiene el mundo para vencer definitivamente la pobreza y la desigualdad social, observó que: “Es urgente realizar cambios profundos en las formas en que se dan los intercambios comerciales y los flujos financieros”.
Medina fue el gobernante latinoamericano que más énfasis hizo durante sus planteamientos en la ONU para que los países industrializados modifiquen sus políticas comerciales con las economías menos avanzadas.
En ese contexto, formuló una vehemente exhortación indicando que ello reduciría significativamente el preocupante flujo migratorio mundial.
“Sin embargo, si me permiten decirlo con total franqueza, hay ocasiones en las que los países grandes caen en la hipocresía.
Tras más de medio siglo en el cual todo el mundo se protegía de todo aquello que otros países podían producir mejor. Ahora se niegan a reducir el proteccionismo al interior de sus fronteras, al tiempo que en los tratados de libre comercio se lo exigen a sus contrapartes de los países en desarrollo.
Se quiere que nosotros, los países en vía de desarrollo, eliminemos la protección a los bienes industriales, pero ellos no eliminan los subsidios agrícolas”, expuso.
El escenario de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) retrata fielmente el mundo desigual en que vivimos. Los países ricos defendiendo el proteccionismo y sus particulares negocios e intereses económicos, políticos y militares y los pobres abogando por un mundo más justo y equilibrado.
Cada año, en el mes de septiembre, se repite el guión de los encendidos y demagógicos debates que refleja la crueldad de dos mundos en este espacio terrenal habitado por más de siete mil millones de personas, y en el que millares duermen y ven la luz del nuevo día sin haber llevado un pedazo de pan a la boca.
Los gobernantes de las naciones industrializadas y del primer mundo tienen un discurso bien claro: defender la aplicación de políticas económicas que garanticen su hegemonía y la expansión del capitalismo mundial.
Para lograr ese objetivo aplican una serie de estrategias algunas veces desafiantes bajo el apoyo de su inmenso poderío militar e inimaginables estructuras de seguridad.
Hegemonía del Poder
Estados Unidos de Norteamérica, como primera potencia económica, política y militar del planeta abre las intervenciones precedido por la alocución del secretario general de la ONU, que casi siempre tiene un tono conciliador y revestido de diplomacia.
El presidente de Estados Unidos es el anfitrión de las delegaciones extranjeras que asisten a este encuentro anual, con la participación de todos los Continentes.
Intervienen jefes de Estado y representantes de Gobiernos de 192 países miembros de la ONU con derecho a voz, pero no así con derecho a votar en decisiones trascendentales como las que adopta el privilegiado grupo del Consejo de Seguridad.
En la reciente Septuagésima Primera Asamblea General de la ONU, de escenario la ciudad de Nueva York, el presidente estadounidense Barack Obama, que concluye su mandato el primero de enero del 2017, reconoció la urgente necesidad de implementar un sistema económico global que garantice calidad de vida a la población.
Su discurso de despedida ante los integrantes de la Asamblea General de la ONU coqueteó con una visión liberal aunque marchitado por la demagogia consciente de que en tres meses abandona el poder.
¿Por qué no fijó esa misma posición en los inicios de sus dos mandatos presidenciales? En realidad, el gobierno de Estados Unidos nunca ha tenido una agenda de prioridad para auspiciar el desarrollo de los países de América Latina, como lo hizo con naciones lejanas como Corea del Sur y Taiwán en el Continente Asiático.
Los presidentes trabajan y se mueven alrededor de una agenda de prioridades que en ocasiones supera sus propias aspiraciones personales.
No pueden salirse de las propias singularidades e intereses del poder económico que representan a través de las estructuras del Estado.
Los contenidos de los discursos son diversos, en distintos idiomas y giran frecuentemente entorno a las crisis económicas y políticas mundiales; los conflictos bélicos, las amenazas a la paz mundial, la urgente necesidad de controlar la expansión de las armas de destrucción masiva, de preservar los recursos naturales, el terrorismo internacional, los refugiados, la pobreza y los retos de la democracia entre otros.
Política y Machismo
La presidenta de Chile, Michelle Bachelet en un gesto solidario que la enaltece dijo ante los miembros de la ONU que la reciente destitución de Dilma Rousseff como mandataria de Brasil, obedeció entre otros factores a la cultura machista predominante en Latinoamérica.
Un hecho histórico en la 71 Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas fue el anuncio del presidente de la República de Colombia, Juan Manuel Santos, al dar por finalizado el conflicto armado en ese país suramericano que tiene 53 años. Hubo un cerrado aplauso.
La humanidad espera que la venidera Asamblea General de la ONU en el 2017, encuentre un mundo de menos injusticia y oportunidades de vida a millones de seres humanos que deambulan tristemente en un espacio sin rumbo.
Artículo de Manuel Díaz Aponte