Dicen que “la ambición rompió el saco”, que “lo mucho hasta Dios lo ve”. La corrupción es un fenómeno social que se le ha ido de las manos al Partido de la Liberación Dominicana que hasta rompió la promesa de su líder y fundador Juan Bosch de que ningún miembro de ese partido se haría rico con los recursos del pueblo. Hoy, tras su paso por el gobierno la mayoría de sus dirigentes exhiben fortunas inimaginables. Tanto tienen, que “lo mucho es poco”.
Pese a las evidencias ningún funcionario acusado de corrupción ha terminado en la cárcel luego de haber concluido “el debido proceso”. Como “entre bomberos no se pisan la manguera”, se protegen unos y otros. El que llega a un ministerio encuentra un desastre, pero no dice, ni hace nada. Un manto de silencio y de impunidad lo cubre todo. El borrón y cuenta nueva se aplica en todo el gobierno para no “lanzarle ladrillos al pasado”, aun sea reciente.
(En vez de cancelar a un funcionario por corrupto y someterlo a la justicia, el presidente lo designa su “asesor” o lo nombra en otro ministerio)
El caso de Odebrecht será distinto. Otro gallo cantará. No porque el PLD y el gobierno lo hayan decidido, sino por las implicaciones internacionales, porque hablamos de 14 países, incluyendo Estados Unidos que intervino en las investigaciones primarias, y Brasil, donde se destapó la caja de Pandora con todos sus demonios.
Odebrecht financió campañas electorales en la República Dominicana, otorgó sobornos por “más de 92 millones de dólares” a funcionarios y legisladores para obtener los contratos de las obras más importantes que luego fueron sobrevaluadas no se sabe en qué proporción y monto. Esos hechos son irrebatibles. Las pruebas abundan. Lo admite la empresa.
Con Odebrecht no ocurrirá lo mismo que con muchos otros casos de corrupción, incluyendo los sobornos de 3.5 millones de dólares por la compra de los aviones Tucanos que el gobierno ha logrado evadir o suspender a través de las bocinas de la prensa y del Ministerio Público.
La presión nacional e internacional es demasiado grande. En contra de su voluntad el PLD y el gobierno tendrán que “sacrificar” a unos cuantos procurando el menor daño político posible.
Ya lo advirtió el secretario general del PLD, senador, presidente del hemiciclo, Reinaldo Pared Pérez –Pechito- cuando dijo que “en materia penal las responsabilidades son individuales”. Es verdad, pero tanto el gobierno como el partido pagarán un precio muy alto por el monstruoso escándalo de corrupción de Odebrecht.
En lo personal no tengo corrupto preferido. Me importa un carajo el color del partido de quien haya aceptado soborno. Sea quien sea, si es culpable, que pague las consecuencias con sus huesos en la cárcel.
El presidente Danilo Medina trata de no salir perjudicado políticamente, algo que no ocurrirá no importa las pericias del Procurador General de la República, ni lo que haga su Congreso ni lo diga su ejército de bocinas en los medios de comunicación. No saldrá ileso. El PLD tampoco. Ya lo verán.
El gobierno sabe hace días los nombres de los sobornados. Trata de ganar tiempo, pero se le agota con los días. Los estrategas discuten el tema, barajan el peso político de los involucrados. Algunos han sido llamados. Se negocia con ellos. Les ofrecen un acuerdo de dos a cinco años de cárcel. Se les garantiza el patrimonio.
Pronto sabremos los pormenores. Pronto sabremos los nombres de algunos, no de todos. Pero de que caerán varios, caerán. El todo es más importante que cualquiera de sus partes. Esa es la tesis acordada.
Odebrech, sobornados y las sobrevaluaciones le costarán el poder al PLD porque han desestabilizado al gobierno y al país, no el Movimiento Verde al que debemos agradecerle su actuación en contra de la corrupción y de los corruptos exigiendo no más impunidad.
Y si no cae nadie, si no someten a la justicia a nadie, si nadie va a la cárcel por corrupto, entonces la desobediencia civil estará más que justificada. O cerremos el país y pongámosle un letrero: ¡Se vende!