Luego de dos semanas de discusiones y vacilaciones en anunciar el resultado de las elecciones estudiantiles efectuadas el miércoles 7 de octubre de 1970 en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), y en un esfuerzo por frenar la anarquía que comenzó afectar su territorio y entorpecer su quehacer académico, el Consejo Universitario destituyó por alegada incompetencia a la comisión general electoral que organizó esa justa comicial.
Enseguida, el más alto organismo ejecutivo de la UASD proclamó ganador al bachiller Hatuey De Camps Jiménez, candidato del Frente Universitario Socialista Democrático (FUSD), de orientación perredeísta, quien había recibido el apoyo de 3 mil 733 estudiantes para seguir dirigiendo la Federación de Estudiantes Dominicanos (FED), que conducía desde el mes de mayo de 1969.
Pero la autoridad universitaria no podía ocultar la realidad del conteo de los votos en beneficio no sólo del joven De Camps, sino también de su más cercano rival, José -El Chino- Bujosa Mieses de la llamada Unidad de Acero, formada por los grupos estudiantiles Fragua y Flavio Suero, quien obtuvo 3 mil 724 sufragios de un total de 9 mil emitidos en las mesas de votaciones, estableciendo un virtual empate con una ligera diferencia de nueve votos en favor de su contrincante fusdista, que podía desaparecer si se contabilizaba veintinueve observados por el doble rayado, aunque dicha operación sería desechada por la adhesión rigurosa de la comisión electoral a un reglamento que no ofrecía solución al impasse planteado.
La decisión claramente apresurada del Consejo Universitario era una respuesta a la presión de sectores de opinión que reclamaban una solución urgente a la crisis electoral surgida en la UASD, con cuestionamientos públicos severos. Uno de ellos, el artículo publicado el 17 de octubre en el diario El Nacional por el periodista Bienvenido Álvarez Vega, titulado: “Reglamentos, autoridades y crisis universitarios”, donde advertía “que el hecho de que los resultados hayan sido apretados no era razón para eludir un fallo, ni mucho menos para dar pie a que el conflicto tomara las proporciones que tenía en ese momento”.
El articulista y analista deploró que se evadiera el compromiso de ofrecer un dictamen oportuno e imparcial, y advirtió que la comisión electoral “estaba en la disyuntiva de optar por lo legal o por lo justo, y lo legal en este caso sería algo consuetudinario, no consignado en los reglamentos”. Añadió que en la UASD “se venía practicando la anulación de boletas dobles, pero con candidaturas distintas”, como ocurrió en 1969 con sufragios de la llamada “alianza negra” que conformaron el Bloque Revolucionario Universitario Cristiano (BRUC) y el Comité Universitario Julio Antonio Mella (CUJAM).
Álvarez Vega observó que la denominada “Unidad de Acero”, de Fragua y Flavio Suero, en esta coyuntura llevaba los mismos candidatos a todos los organismos de cogobierno, siendo sólo diferente el color de las boletas y la identificación de los grupos. Igualmente indicó “que era evidente que los estudiantes que votaron doble lo hacían a favor de la Unidad. Tan evidente que introdujeron en el sobre todo lo que significaba Unidad: boletas de Fragua y de Flavio Suero”.
Según su apreciación, “la Unidad de Acero ganó las elecciones estudiantiles” y “lo justo tenía que anteponerse a lo legal, máxime en la UASD, único centro que ha mantenido una prédica y una práctica de los conceptos de justicia y legalidad”.
Este razonamiento caló al interior del alto centro académico y generó la creencia de que sería analizado por el Consejo Universitario antes de proclamar un ganador de las elecciones, previa consulta a la comisión de mediación que había creado para buscar una salida a la crisis agravada cuando el organismo electoral competente no pudo aportar un veredicto con el reglamento vigente. Dicha comisión estaba integrada por los profesores Antonio Zaglul, Andrés Avelino hijo, Héctor Bienvenido Mejía Constanzo, Víctor Pizano Thomen y Alfredo Manzano.
Sin embargo, el Consejo Universitario no se ocupó de escuchar la opinión de esos conocidos académicos, ni sacó tiempo para ponderar el análisis periodístico referido, puesto que comunicó su resolución electoral desdeñando las consideraciones críticas, así como una decisión suya anterior que anunciaba la celebración de nuevos comicios para el 24 de noviembre de 1970, en caso de que no se produjera un rápido acuerdo entre los contendientes para instalar una directiva transitoria en el gremio estudiantil.
Todo eso indicaba que era imposible precisar un ganador de aquella batalla electoral, que había sido la más reñida y convulsa en la historia democrática de la UASD, donde la Unidad de Acero dominó los organismos de cogobierno, pero el FUSD aventajó en el conteo de las boletas de los aspirantes a dirigir la FED, mostrando ser el grupo estudiantil de mayor fortaleza individual.
Impugnación y enfrentamiento grupal
La decisión del Consejo Universitario provocó el rechazo contundente de la alianza estudiantil, que se manifestó mediante encendidas peroratas en los pasillos de la UASD del bachiller Felvio Rodríguez, dirigente de Fragua y relevista del Chino Bujosa, candidato de esa entidad que se encontraba preso en la cárcel de La Victoria, acusado de desarrollar actividades clandestinas contra el gobierno del presidente Joaquín Balaguer y usar artefactos explosivos.
Rodríguez, en ese momento, por su reiterada muestra de indignación y coraje, se convirtió en la cabeza visible de la Unidad de Acero y con el respaldo del principal dirigente del grupo Flavio Suero, el estudiante de medicina Nelson Carreño, alias Cayaco, movilizó a sus parciales por todo el perímetro universitario en repudio a la resolución tomada en perjuicio de su causa por el gobierno de la UASD.
Ambos bachilleres reforzaron también la estrategia de campaña que resaltaba la lucha y sacrificio del Chino Bujosa, así como su injusto encarcelamiento, exigiendo su puesta en libertad en los actos de masas donde, con estridencia y entusiasmo, coreaban la consigna: “De la cárcel a la FED el Chino Bujosa es”.
Allí también estrenaron el popular eslogan: “¿Quién mató a Amín Abel?, el gobierno de Balaguer”, para rememorar el brillo de aquel líder estudiantil que fue acribillado en su hogar el día de las Mercedes de ese año por un agente de la Policía que ignoró que su patrulla era guiada por un representante del ministerio público que llevaba la orden de apresarlo.
Esta impugnación y reclamo de justicia por el resultado electoral, tendría, sin embargo, un momento de exceso o peligro el 22 de octubre, cuando simpatizantes de la Unidad de Acero que se movilizaban frente a la Facultad de Medicina, estuvieron a punto de agredir al reelecto secretario general de la FED, Hatuey De Camps, quien salía de esa unidad académica en cuya explanada central sus compañeros celebraban la decisión del Consejo Universitario de otorgar a su grupo el control del gremio de los estudiantes.
La hostilidad fue parada en seco por Felvio Rodríguez, quien en sorprendente acto instintivo se colocó de frente a la airada multitud, cubrió con su cuerpo al líder estudiantil perredeísta y ordenó a sus seguidores continuar la marcha hacia las oficinas administrativas de la UASD, donde depositaron la impugnación del resultado electoral.
Ese mismo día los grupos rivales tuvieron otro desafortunado encuentro en el área del Alma Máter, donde cruzaron ásperas palabras cuando los dirigentes del FUSD desocupaban el ascensor que conducía a la oficina del rector Rafael Kasse Acta. Pero este choque verbal no devino en fricciones lamentables por la aparición intempestiva e intimidante en el escenario de la alborotada Juventud Comunista, a la cabeza de su secretario general Salvador Uribe Montás y del estudiante Luis Taylor, un aguerrido dirigente juvenil que incursionó allí con una ametralladora Thompson que sería luego confiscada por el vicerrector administrativo licenciado Federico Lalane José.
Los militantes de la Juventud Comunista coreaban la consigna: “¡A la unidad de cera, le vamos a dar candela!”, exhibiendo una actitud provocadora que serviría -paradójicamente- para evitar un enfrentamiento sangriento, o cuando menos un penoso altercado.
Los incidentes y las quejas de ese día fueron la razón de que la dirigencia del FUSD se viese compelida a informar al doctor Kasse Acta sobre su retiro de las actividades universitarias, por la supuesta existencia de un complot de factura emepedeísta para ilegitimar la nueva directiva de la FED. El rector rechazó dicho retiro, objetó su denuncia por improcedente y les exhortó a recapacitar, ponderando que era necesario que ocuparan los cargos electivos para preservar el equilibrio de fuerzas dentro de la UASD, para que continuase sirviéndole al pueblo. Además entendía como imposible que prosperara un golpe de mano en su seno.
Aun así, y no obstante el esfuerzo del rector Kasse Acta por retornar la calma y reactivar la docencia en la UASD, advirtiendo sobre el peligro de una interrupción indefinida si se desconocía la decisión de la autoridad universitaria respecto a la dirección de la FED, la agitación estudiantil fue avivada el 23 de octubre por la Línea Roja del 14 de Junio, orientadora del grupo Fragua, quien emitió un comunicado público calificando de “injusta, antidemocrática y arbitraria” la resolución del Consejo Universitario que otorgó al FUSD el control gremial.
Esa organización de izquierda reprochó al partido blanco que usara su “mayoría mecánica” en la dirección de la UASD “para imponer una victoria que le negaron las masas” y aseguró que el Consejo Universitario, “obedeciendo al bastón de mando perredeísta desconoció la justa y razonable salida propuesta por Fragua y Flavio Suero de declarar válidas las elecciones para los organismos de cogobierno y nulas la de la Federación de Estudiantes Dominicanos y convocar nuevas elecciones para enero próximo”.
Ese comunicado de la Línea Roja del 1J4 coincidió con una crítica del periodista y escritor Raúl Pérez Peña (El Bacho) contenida en un artículo titulado “Consejo decidió bajo presión de Bosch”, que se publicó en esa misma fecha en el vespertino El Nacional, donde acusaba al profesor Juan Bosch de haber maniobrado personalmente para que la autoridad universitaria le otorgara el triunfo al FUSD.
Según Pérez Peña, Bosch acudió “a todos los recursos, entre cuales se destacan los siguientes: provocación a las autoridades de la UASD, intentos de que renunciaran algunas de estas autoridades, presión a través del profesorado perredeísta; difusión de que lo peor que podía pasarle a la UASD sería el triunfo de la izquierda; bolas blancas sobre un cierre si la izquierda triunfaba”. También señaló que “la nueva situación creada por el Consejo Universitario, no era ya de unos votos considerados nulos por una parte y válidos por la otra. Lo que estaba en juego ahora era dejar establecido claramente si a las autoridades le importaba más la presión de Juan Bosch que el funcionamiento normal de la UASD, cosa que debía ser el norte de todas sus decisiones”.
Fin de la crisis
No obstante considerarse los reales triunfadores de las elecciones estudiantiles del miércoles 7 de octubre de 1970, los grupos Fragua y Flavio Suero abandonaron su impugnación a los resultados oficiales de ese evento, por la preocupación de que el gobierno del presidente Balaguer aprovechara la crisis creada para intervenir la Universidad con el pretexto de que era necesario restablecer el orden.
La pasividad repentina de la coalición estudiantil facilitó la reintegración del FUSD a la actividad universitaria, así como una efectiva presencia del BRUC en el gremio estudiantil, con el protagonismo alcanzado por su secretario general, el estudiante de ingeniería Leonardo Mercedes Matos, quien ocupó la estratégica secretaría de organización de la FED y más adelante se enfrascó en organizar un congreso estudiantil unitario fijado para el mes de diciembre.
Sin embargo, la quietud de la Unidad de Acero no varió su decisión de ordenar a sus miembros abstenerse de asumir cargos en la FED y sólo juramentarse en los organismos de cogobierno como el Consejo Universitario, donde instalaron a sus delegados Modesto Reynoso y Cheo Infante, de Fragua y el estudiante de medicina Juan López Féliz, de Flavio Suero.
En esos hechos jugaron roles importantes varias organizaciones que endosaron su respaldo al reelecto secretario general de la FED, bachiller Hatuey De Camps, sobresaliendo el Comité Universitario Julio Antonio Mella (CUJAM), del Partido Comunista Dominicano (PCD), dirigido por Rubén Corona; así como el Movimiento Estudiantil Social Cristiano (MESC), conducido por Rafael –Picho- Alcántara; la Juventud Comunista (JC), de Salvador Uribe y el grupo estudiantil Cuco Peña, del Partido Socialista Popular (PSP).
Así fue que, a principios de noviembre, en ese nuevo escenario se inició la segunda gestión gremial del bachiller De Camps, con la importante colaboración del BRUC, liderado por Leo Mercedes; pero con la consistente resistencia de la Unidad de Acero que no variaría su actitud crítica, insistiendo en que su elección había sido irregular, además de airear una fantasiosa denuncia que relacionaba al secretario general de la FED con la recrudecida represión que ejecutaba el gobierno de Balaguer en diversos puntos del país contra jóvenes de izquierda como el bachiller Radhamés Abreu, quien fue detenido por la Policía y sometido a terribles torturas en el palacio policial.
Esa línea crítica de la Unidad de Acero se concentraría poco más tarde en su rechazo militante al planteamiento del FUSD de que era necesario que la UASD, antes de iniciar una nueva jornada de lucha por un mayor y justo presupuesto, se abocara a levantar su moral ante el pueblo, realizando un profundo saneamiento interno.
Para ese grupo estudiantil esa tarea era prioritaria y debía ejecutarse en algunas áreas como el centro de cómputos, cuya instalación y mantenimiento no sólo había costado mucho dinero, sino que –además- no rendía los beneficios necesarios y era un freno para la mejoría de la calidad de los servicios académicos y administrativos, incluyendo las bibliotecas, el economato y el comedor universitario.
Hatuey De Camps dijo entonces que “aunque los problemas existentes en la UASD no son el producto de las actuales autoridades, consideramos necesario que las mismas tomen las medidas de saneamiento de lugar para rescatar el prestigio de la UASD ante el pueblo y poder con ello emprender una lucha de masas que logre una mayor asignación presupuestal”.
También, el secretario general de la FED se defendió de sus detractores diciendo que “quienes nos acusan a los fusdistas de coquetear con Balaguer no tienen moral para ello”, recordando que “la historia de la lucha por el medio millón está reciente, y en ella los dirigentes del FUSD constituimos la vanguardia”.
Las diferencias entre De Camps y la Unidad de Acero se ahondarían durante el corto trayecto de su gestión en la FED, que concluyó en marzo de 1971, cuando al concluir sus estudios de filosofía, se vio precisado a dejar el cargo y tener que viajar a Europa a realizar estudios de postgrado. En esa circunstancia fue sustituido por el estudiante de periodismo Fulgencio Bolívar Espinal Tejada, quien ejerció la secretaría general por mucho menos tiempo, debido a que el profesor Juan Bosch ordenó el retiro del FUSD de la UASD, argumentando que el irrespeto estaba ganando terreno dentro de esa institución.