Un “coyote” hace “un trabajo honesto, parecido a una ONG, pero cobrando un dinero porque es un empresario”, dijo a Efe Mario, un salvadoreño de 32 años que lleva cuatro dedicándose al tráfico ilegal de migrantes desde el Salvador hasta EEUU.
“Llevar personas de un país a otro, porque en el suyo no les dan posibilidades de vivir dignamente, es lo más parecido a la labor de una ONG, a una labor social. Sólo alguien bueno se puede dedicar a esto”, mantuvo.
“A cambio de muy poco dinero”, insistió, los “coyotes” realizan “una labor necesaria para la sociedad que quiere evolucionar y que busca una vida mejor”.
Según el traficante, que pidió no desvelar su identidad real y rehusó ser filmado o fotografiado, quienes buscan los servicios de un “coyote” pagan entre 6.000 y 20.000 dólares para ser trasladados, pero, “si una vez sale mal y hay que regresar, tienen dos oportunidades más de intentarlo sin costo alguno”.
La diferencia de precio se debe a la ruta elegida y a la “garantía” de llegar a destino en un primer intento; con 20.000 dólares “casi se puede asegurar que llegan sin problemas”, ya que ese dinero “da para repartir entre todos los que ayudan en el camino”, como agentes de aduanas, policías o narcotraficantes.
El “grupo” que facilita este tráfico es una cadena de “empleados a sueldo de los ‘coyotes'” que están en cada punto del trayecto hasta Estados Unidos y “puede ser desde una mujer que tenga una casita en donde alojar a los viajeros, hasta un alto funcionario dispuesto a venderse por hacer como que no ve lo que está ocurriendo”, explicó Mario.
El entrevistado rehusó precisar cuánto dinero le queda a él después de pagar a sus “colaboradores necesarios” y mantuvo que “no es tanto como la gente se cree, pero no se pueden decir cantidades, porque no siempre es la misma y, además, es dinero no declarado”.
“Si nos detienen, sabemos que pasaremos varios años en la cárcel y por eso hay que ir con muchas precauciones y contar con la ayuda de todo aquel que se brinde a darnos su colaboración a cambio de unos dólares”, agregó Mario.
El salvadoreño insistió en varias ocasiones en que él es un “trabajador, un empresario, no un delincuente”.
La pena por el delito de tráfico de personas en El Salvador contempla entre 8 y 12 años de prisión, además de los agravantes que puedan existir en cada caso particular, como la muerte, accidental o no, de alguna de las víctimas, lesiones o narcotráfico, entre otros.
Mario no comprende que su “trabajo” no sea “valorado”, como el de las oenegés.
“En más de una ocasión” su vida “corrió alto riesgo, por proteger a los viajeros”, aseguró.
“Unas rutas son más seguras que otras, pero todas tienen sus puntos delicados y hay que tener mucho cuidado, porque siempre puede ocurrir algo imprevisto, por muchas veces que uno haya viajado y por muy bien que conozca el trayecto”, explicó el “coyote”.
Recordó que “en una ocasión, llegando a la frontera de México con Estados Unidos”, él y 45 personas a las que guiaba se tuvieron que sumergir en un lago, donde pasaron “varias horas”, para no ser descubiertos por una patrulla de la Policía mexicana.
“Son situaciones difíciles y yo siempre tengo que cuidar de llevar un teléfono que funcione bien todo el trayecto; es necesario estar comunicado con el grupo desde la salida a la llegada”, explicó.
Aseguró en que “siempre” busca la “seguridad” de quienes viajan, “porque son gente con familias que dependen de ellos y es importante darles protección todo el tiempo, aunque uno se juegue la vida”.
El traficante tiene en su haber “más de 70 viajes”, pero que solo en cuatro ocasiones llegó “personalmente” a EEUU ya que le resulta más “rentable” dejar a los viajeros en la frontera, “en buenas manos que los van a hacer llegar a sus destinos sin problema”.
En tres ocasiones viajó de El Salvador a Colombia para “mover a gente de allí, que necesitaban alguien que los llevara a Norteamérica”, pero “no fue todo lo bien que había pensado” por lo que no volverá a “bajar de Centroamérica para buscar personas”, dijo, sin concretar qué pasó.
Mario sí “recoge” en El Salvador a ciudadanos de diversos países de Sudamérica, “enviados por colegas de varios sitios” para seguir el camino.
“No sé qué les puede ocurrir antes de su llegada a El Salvador y no soy responsable de eso, pero desde que llegan aquí están en buenas manos”, insistió el “coyote”, quien dijo que en cada viaje lleva entre 30 y 60 migrantes irregulares.
Mario presume de tener “muy pocas devoluciones de personas”, tanto desde México como desde EEUU, pero rechaza brindar una cifra precisa o aproximada, así como hablar de “otro tipo de problemas” que menciona a Efe, pero de los que no quiere “dar explicaciones, y menos a periodistas”.
Mantuvo que sus “clientes” sí cuentan con toda la información porque “a ellos hay que darles confianza y verdad, pero más allá de los viajeros, sobran las explicaciones”.
“Antes de empezar el viaje, a ellos se les da toda la información y se les responden a todas sus preguntas, y se les pide discreción; sería extraño que ahora las diera yo. También el grupo de colaboradores del trayecto están informados siempre”, dijo Mario.
En el transcurso de la entrevista, que comienza con cierta naturalidad, Mario se muestra incómodo y su tono se vuelve defensivo y amenazante, como al ser preguntado por los abusos que se cometen con los migrantes.
“Por ahí se dice que nosotros abandonamos a la gente en el trayecto, que los maltratamos, que los asaltamos, robamos; yo no lo hice jamás”, aseguró.
“Ustedes tienen la obligación de decir la verdad, de no mentir, de decir que ellos (los migrantes) van seguros, bien alimentados, bien hidratados y bien atendidos, así que espero que lo hagan y no pongan en mi boca cosas que yo no dije”, demandó.