Jeff Sessions, senador por el estado de Alabama y nominado como Fiscal General por el electo presidente Donald Trump, ha escandalizado a la comunidad dominicana con unos comentarios donde acusa a muchos criollos, de utilizar métodos ilícitos para entrar a los Estados unidos de América.
“Muchos han venido usando matrimonios falsos,” dijo Sessions “y el 95% vienen a través de una red de peticiones de sus familiares, y no tienen conocimientos o destrezas que contribuyan al éxito en nuestra sociedad”. Añadió.
Estas declaraciones fueron externadas por el congresista en el año 2006.
La reacción de la comunidad dominicana, en defensa de su orgullo herido, fue instantánea. Pero, las respuestas que se expresan de manera emocional, regularmente no son las más adecuadas. Se responden más con el corazón que con el cerebro.
Analicemos con la cabeza bien fría, sin emociones, lo que ha dicho este Senador hace ya diez años. Veamos que puede ser verdad, que no se compadece con la realidad y entonces, actuemos en consecuencia.
La primera expresión “muchos han venido usando matrimonios falsos” no tiene defensas.
Hace poco, salió de la cárcel una asambleísta de nacionalidad dominicana, que representaba uno de los Distrito de la Asamblea de Nueva York, que fue sentenciada a 12 meses y un día de prisión, más tres años de libertad condicional, por haber cometido fraude matrimonial para obtener la residencia permanente en los Estados Unidos y luego la naturalización.
Ella no fue la primera y podemos asegurar, sin el más mínimo temor a equivocarnos, que tampoco será la última.
Adriano Espaillat, quien acaba de convertirse en el primer dominicano en alcanzar un asiento en el Congreso de esta gran nación, vino a los Estados Unidos, traído por su familia con una visa de turista, la cual expiró, pero continuó viviendo en los Estados Unidos de manera ilegal, en su pasada campaña, él mismo lo admitió cuando dijo; “Nunca me imaginé, que de ser un inmigrante sin papeles, iba a tener la gran oportunidad de ser lo que soy hoy y poder dirigirme a ustedes”
Cuando el senador de Alabama habla de que, los dominicanos “no tienen conocimientos o destrezas que contribuyan al éxito en nuestra sociedad”, aunque no debió generalizar, no anda muy desencaminado. La mayoría de los emigrantes dominicanos son campesinos y obreros no calificados, que huyen de las precariedades económicas de nuestro país. Esta clase de migración no tiene estudios académicos y en consecuencia tienen que insertarse en los estratos más bajos de la economía.
Aun los técnicos y profesionales que, por las mismas razones de falta de recursos y medios económicos salen de nuestro territorio, les cuesta mucho integrarse, principalmente por la barrera del idioma, a los grandes medios de producción.
De ahí que usted ve muchos ingenieros, abogados, médicos dominicanos, trabajando como taxistas, que hasta hace poco esto también lo hacían de manera ilegal.
No nos sintamos mal por estas declaraciones. Tomémosla como un gran desafío a nuestra comunidad.
No comencemos a mostrar como ejemplos de superación, de más de un millón de quisqueyanos que residimos aquí, a un pelotero, un modisto, un cantante o una actriz, cuyos éxitos han sido logrados de manera personal y la mayoría de veces con entrenamientos fuera de nuestro país.
Nuestra emigración no ha sido por motivos políticos como fue la de los cubanos luego del triunfo de la revolución, donde salió la crema y nata de la intelectualidad y el capital de la mayor de las Antillas.
La que sí tuvo esa categoría, fue la de los emigrantes dominicanos que, en menor cantidad, salieron al exilio huyendo de la dictadura de Trujillo. Intelectuales como los Hermanos Henríquez Ureña, Mainardi Reyna, Juan Bosch, Juan Rodríguez, Jiménez Grullón, quienes llegaron a ser profesores de prestigiosas universidades americanas.
Hoy no es así. Lo mejor de nuestro país, en términos intelectuales y económicos, muchos de ellos educados en el extranjero, solo salen de la isla a pasear. Los otros, por desgracia la mayoría, emigran a ver si encuentran en otros lares, las oportunidades que la corrupción de gobiernos tras gobiernos, le han negado, por años, en su propio territorio.
Esa es la constante en todas las emigraciones por motivos económicos. Independientemente de nacionalidades o grupos étnicos. Nosotros no somos la excepción. Desgraciadamente y aunque nos duela, esa es la pura verdad.
Carlos McCoy
carlosmccoyguzman@gmail.com