Antes aguerrida comandante de las FARC y hoy gestora de paz, ‘Karina’ cose uniformes de los militares que ferozmente combatía. Recluida en una base en el noroeste de Colombia, coincide con los soldados en lo “absurdo” de un conflicto fratricida y llama a la reconciliación.
Pero “Colombia no está preparada para la paz. Falta que la gente desarme sus corazones. Y es un trabajo arduo que tocará hacer”, dice la excombatiente en una entrevista con AFP desde la Brigada 17 del Ejército en Carepá, en el selvático Urabá antioqueño, donde el próximo 23 de julio cumplirá su pena de ocho años de justicia transicional.
Elda Neyis Mosquera, que ‘enterró’ a ‘Karina’ cuando se entregó en 2008 a las autoridades tras 24 años en las filas guerrilleras, tiene en su rostro y en su alma las huellas de media vida en las FARC. “Me arrepiento hartísimo”, asegura esta afrocolombiana de 48 años, que perdió el ojo derecho en un combate y tras desertar buscó a Dios para aliviar el dolor de tanto “daño” causado.
Aunque admite tener las manos manchadas de sangre, asegura no ser “esa persona sanguinaria” que cortó cabezas y jugó al fútbol con ellas, al desmentir enfáticamente esas y otras atrocidades que se le endilgan.
A continuación un resumen de la charla, que transcurrió en medio del gorjeo constante de loros y guacamayos, con esta mujer que ingresó a las FARC a los 16 años “por el abandono del Estado” y ahora solo espera que Dios le dé vida para resarcir a sus víctimas.
– ¿Qué piensa del proceso de paz?
Que debería haberse hecho hace mucho tiempo, pero era ahora o nunca: las FARC estaban muy debilitadas, habían perdido su norte, habían dejado de luchar por el pueblo para agredir al pueblo. Y ahora Colombia tiene que estar preparada para un postconflicto muy duro, porque este es un país burgués y las FARC quieren el poder. Como no se pudo por las armas, hay que lograrlo por la política. Y aquí va a haber mucho derramamiento de sangre para conseguir el país que las FARC quieren, que es un país comunista, socialista, con muchas transformaciones.
– ¿Se imagina a líderes de las FARC en la vida política?
Eso buscan, pero veo la experiencia de otros grupos desmovilizados, del EPL, del M-19, y veo poquita gente en la política. Y los que sí están, realmente no pudieron cambiarle la vida a los combatientes rasos. Cuando me desmovilicé, decía: “Si el pueblo me elige para yo ser alcaldesa, tal vez aceptaría”. Hoy digo no, porque la política es corrupta. Y uno para hacer cambios trascendentales o ayudar a la sociedad no necesita ocupar puestos políticos.
– Sangre en las manos –
– Tras dejar la guerrilla se volvió cristiana. ¿Se arrepiente de algo?
Huy, me arrepiento hartísimo. De haber ingresado a las FARC, de haberme dejado llevar por esa rebeldía de muchacha joven, de todo lo malo que hice.
– ¿Tiene sangre en las manos?
Claro que sí. Ojalá Dios me dé vida para resarcir el daño que causé. La disciplina de las FARC le hacía cometer a uno errores. Y me arrepiento de todo eso. A las víctimas les he pedido perdón. ¿Sabe cuándo uno entiende todo eso? Cuando uno está acá. Cuando uno está en la guerra uno cree que todo lo que hace está bien, no sabe el dolor que causa. Las FARC me están llamando traidora desde que me desmovilicé, pero lo mismo que hice hace ocho años hoy lo están haciendo las FARC. Y no negocié nada con el Gobierno. Creo que hice lo correcto en el momento justo.
– ¿Teme represalias de las FARC?
Sí, pero si nos vamos a reconciliar, con los que nos tenemos que reconciliar son con los que llamamos traidores y enemigos. Hace ocho años me convertí en enemigo de las FARC. En las FARC duré 24 años pensando que el Ejército era lo peor y después de desmovilizada duré dos años más con esa mentalidad. Pero veo que son seres humanos igual que uno. Tengo otra historia bonita con las Autodefensas (Unidas de Colombia, principal grupo paramilitar surgido para combatir las guerrillas). Estoy reconciliada con el comandante del Bloque Bananero que me mandó a matar dos hermanos, que me secuestró a mi hija. Hoy somos buenos amigos.
– “Ya enterré a ‘Karina'” –
– Cumplirá pronto su pena de justicia transicional. ¿Se quedará en Colombia?
Todo depende de las condiciones del país. No sé si vaya a pedir la suspensión de la pena este año, tengo que resolver temas con la justicia ordinaria, pero para vivir tranquila puede ser una opción otro país.
– Usted es considerada una sanguinaria.
Eso no es así. No decapité personas, no jugué fútbol con la cabeza de los muertos, no castré, porque de todo eso me tildan. Todos los años de mi juventud los acabé en la guerrilla. Si Dios me diera la oportunidad de quedarme en el país para seguir luchando para que Colombia no viva lo que yo viví sería muy maravilloso. Cuando comencé como gestora de paz le pedía a los medios de comunicación que hablaran de Elda, no de ‘Karina’. Ese alias a muchos no se les olvida, pero yo ya enterré a ‘Karina’ hace mucho tiempo.
– ¿Le gusta ser gestora de paz?
Sí, asumí ese compromiso en 2009. Hice un plan que fue aceptado por el entonces presidente, Álvaro Uribe, para prevenir el reclutamiento, trabajar por la desmovilización, la reconciliación. La gente está en las FARC porque ve en la guerrilla su opción de vida. Hasta el año 2005 no había sentido lo que siente una madre cuando le llevan a un hijo para la guerrilla. Cuando le dije al comandante Iván Ríos que temía por la seguridad de mi hija de 14 años me dijo que la ‘enguerrillerara’. Ahí sentí un dolor profundo y prometí no volver a reclutar a nadie.
– ¿Colombia no estará en paz hasta que Uribe y Santos se reconcilien?Si todos los colombianos vamos a reconciliarnos, el presidente tiene que empezar. Lo que pasa es que hay gente que no es capaz de perdonar. Y lo digo por mi experiencia y la de otros desmovilizados. Colombia no está preparada para la paz. Falta que la gente desarme sus corazones. Y es un trabajo arduo que tocará hacer.