“¡Casasnovas: a la buena o con sangre!”, era una de las consignas que coreaba con persistencia la multitud reunida durante la mañana del domingo 27 de octubre de 1963 en la periferia del parque Independencia, en la ciudad de Santo Domingo, en un mitin convocado por la dirigencia del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) en repudio al golpe de Estado que derribó del poder a su líder, profesor Juan Bosch.
La muchedumbre excitada gritaba también: “¡Constitución!”, “¡Constitución!”, mientras aplaudía delirante a los directivos de esa entidad política que improvisaban discursos ante el Altar de la Patria, clamando por la unidad nacional para enfrentar al Triunvirato y propiciar la reposición del gobierno democrático recientemente derrocado.
Los oradores eran el secretario general José Francisco Antonio Peña Gómez, el profesor Pablo Rafael Casimiro Castro, la doctora Milagros María Ortiz Bosch, el doctor Ramón Gabriel Ledesma Pérez y el líder campesino César Augusto Roque Taveras, quienes atribuían al régimen de facto deteriorar las libertades públicas al proscribir las organizaciones de izquierda e imponer medidas restrictivas al libre tránsito y al derecho de reunión.
Este mitin constituía un rotundo rechazo a la asonada golpista y era el primer aliento de esperanza insuflado por el partido blanco a sus desorientados seguidores, desde el desafortunado madrugonazo del 25 de septiembre, a fin de integrarlos con entusiasmo a las tareas de defensa del sistema democrático.
Por ello la multitud estaba aferrada a la repetición de los eslóganes referidos y no se cansaba de corearlos, pese a la distracción generada por la acción anarquista de algunos jóvenes de izquierda que en varias ocasiones intentaron imponer sus consignas: “¡Libertad o muerte!” y “¡La insurrección es el único camino!”.
La lucha por el retorno a la constitucionalidad sin elecciones, se había iniciado el lunes 7 de octubre, en San Pedro de Macorís, durante la sesión clandestina celebrada por senadores y diputados, reunidos allí en Asamblea Nacional, para aprobar la denominada “fórmula Casasnovas”, mediante la cual el presidente del Senado ocuparía la jefatura del Estado, para cubrir la falta temporal de Bosch, dado que su vicepresidente, doctor Segundo Armando González Tamayo, estaba exiliado en Puerto Rico.
Esa sesión histórica fue encabezada por el doctor Juan Casasnovas Garrido, presidente de dicha asamblea, el doctor José Rafael Molina Ureña, presidente de la Cámara de Diputados y los legisladores Antonio J. Tatem Mejía, Tomás Bobadilla y Manuel Emilio Ledesma Pérez, quienes fungieron de secretarios.
Vale señalar que aunque la citada proclama fue considerada como una acción “absolutamente ridícula” por algunos miembros del Triunvirato, recibió el respaldo del comité ejecutivo central de la Agrupación Política 14 de Junio que lideraba el doctor Manuel Aurelio Tavárez Justo.
El máximo organismo de esa entidad izquierdista apoyó los esfuerzos realizados por el Congreso para restablecer en el poder a las autoridades electas y contrajo el compromiso de impulsar la formación de un frente patriótico, junto a perredeístas y socialcristianos, creyendo que una alianza de esa naturaleza afianzaría la resistencia contra los golpistas.
El 1J4 había sido la organización que con mayor tenacidad cuestionó las elecciones del 20 de diciembre de 1962, pero por razones doctrinales y de principios acató respetuosamente la decisión del pueblo y los resultados de su elección, luchando desde ese momento “con la entereza que había caracterizado su ejecutoria, por preservar y mantener el régimen de derecho que el pueblo instauró”.
La posición catorcista quedó consignada en un documento público que recordaba que en la lucha contra los golpistas había mostrado más firmeza que el propio partido de gobierno, ya que mientras sus miembros denunciaban la trama golpista y a sus autores, el PRD mantenía un silencio censurable y se negaba a aceptar la invitación que se le formuló para integrar un amplio frente nacional de defensa de la Constitución y contra el golpe de Estado militar.
En aquel momento el partido blanco prefirió acoger la mediación que le propuso el Partido Revolucionario Social Cristiano, que a juicio del 14 de Junio “resultó ineficaz y perjudicial a los intereses nacionales, ya que imposibilitó la unidad combativa del pueblo contra sus eternos enemigos, facilitando indirectamente el desencadenamiento del cuartelazo militar”.
El proyecto de gobierno provisional
La denominada Fórmula Casasnovas parecía viable desde que obtuvo el respaldo del partido del machete verde y otras organizaciones políticas, y de la embajada de los Estados Unidos cuyo encargado de negocios, señor Spencer King, se convertiría en su principal promotor al planteársela al triunviro ingeniero Manuel Enrique Tavares Espaillat y al ministro de las Fuerzas Armadas, mayor general Víctor Elby Viñas Román, sugiriéndoles ponderar la conveniencia de su aceptación.
Sin embargo, dicha fórmula fue desestimada por el Triunvirato, al criticar la “insólita interferencia” del diplomático norteamericano en los asuntos internos del país y considerar que era “absurdo y contrario a todos los principios del derecho internacional público, que a un gobierno que mantiene el control absoluto y pacífico de la maquinaria estatal y que ha dado demostraciones de innegable capacidad para asegurar el orden público, se le sugiera que deponga el Poder en favor de una persona que está oculta y que no tiene el dominio de ninguno de los órganos del Estado”.
La Fórmula Casasnovas fue descartada igualmente por el exsenador de San Juan, general Miguel Ángel Ramírez Alcántara, que la tildó de pura ficción, alegando que quienes la postulaban no tenían el control del territorio nacional, ni de los órganos de la administración pública, ni de la justicia.
A su juicio, Casasnovas Garrido no estaba en capacidad de mantener el orden público, la paz, la tranquilidad ciudadana y la seguridad de los habitantes. De manera que su gobierno era imaginario en términos jurídicos y no pasaba de ser una “entelequia” afiliada a “la insólita injerencia del ministro consejero y encargado de negocios de la Embajada de los Estados Unidos, quien -de acuerdo a su criterio- había incurrido en un acto audaz de intromisión en la vida política interna de una nación soberana.
Para el reconocido militar y exlegislador, “bajo ninguna circunstancia -por excepcional que fuere- sería restituido el gobierno de Bosch y de sus fantásticos sucesores”, ya que “era inadmisible que una persona sensata pensara en restaurar la constitucionalidad sin cumplir con el plazo de 20 meses que ellos se fijaron para llevar a cabo un nuevo torneo electoral”. “Yo entiendo que el gobierno de los Estados Unidos de América está dirigido por hombres de notable inteligencia, y que igualmente están informados a cabalidad de los sucesos mundiales, especialmente de los de esta República Dominicana nuestra, que por más de un siglo ha estado ligada a los planes políticos, estratégicos y económicos de Norteamérica”, señaló.
Casasnovas Garrido contrarrestó ese discurso diciendo que eso de “control absoluto y pacífico podía ser verdad, salvo que los señores triunviros -para desgracia suya y de sus hijos- se habían establecido mediante un régimen de fuerza y un estado de sitio bochornoso, de persecuciones y allanamientos, que era una amenaza constante para la tranquilidad de la familia dominicana”.
Indicó que el país deseaba retornar a la constitucionalidad, al Estado de derecho, porque ansiaba un gobierno que diese cabida a todos los hombres honestos y de capacidad, que propiciaran un ambiente de justicia social. Y deploró que los miembros del Triunvirato hubieran preferido dirigir un gobierno cuya base social eran “las ametralladoras, la violación y el ultraje”, obviando los fundamentos del derecho, la justicia y la Constitución del pueblo.
El legislador y estadista se refirió también a la posición de la embajada de los Estados Unidos externada por el señor King, negando que hubiese injerencia en la actitud del diplomático, ya que éste se había limitado a exponer la línea del gobierno del presidente John F. Kennedy en cuanto a no reconocer los regímenes surgidos de actos fuerza, como el Triunvirato, que era fruto de un golpe asestado a los principios democráticos dominicanos. Y señaló que su pedido de renuncia a los triunviros era “el primer paso dado por esa nación para reconocer nuestro régimen”.
Por su parte, el triunviro doctor Ramón Tapia Espinal afirmó que su gobierno tenía una base social amplia y estaría en el poder hasta el término de la misión que se había impuesto, para instaurar “una estructura democrática basada en la justicia y oportunidades económicas para todas las clases sociales”.
Entre los críticos de la Fórmula Casasnovas sobresalieron también Unión Cívica Nacional, Vanguardia Revolucionaria Dominicana, Alianza Social Demócrata y el Partido Nacionalista Revolucionario Democrático, quienes advirtieron que sus diferencias con los dirigentes del partido blanco eran irreconciliables y que sólo mediante una cruenta guerra civil esa entidad política tendría oportunidad de volver al poder.
Sin embargo, pese a esos ataques, Casasnovas Garrido seguiría actuando en la clandestinidad e insistiría en la legalidad de su gestión, mediante declaraciones de prensa a las agencias internacionales y sus contactos con jefes de Estado y líderes políticos de diversos países, a quienes ofrecía información sobre su labor clandestina, persistiendo en señalar que “el Congreso no había sido disuelto, porque sencillamente no ha cumplido su mandato de cuatro años”.
Encarcelamiento y deportación
El dirigente político fue apresado el sábado 2 de noviembre de 1963, en la residencia de la familia Garrido-Medina, en el ensanche Luperón, donde se encontraba desde hacía par de días protegido por su prima Digna Garrido, quien le organizó varias reuniones clandestinas con los defensores de su causa política. En ese lugar vivía un joven oficial de la Fuerza Aérea Dominicana de nombre Pablo Israel Garrido Medina, quien años más tarde llegaría a ser jefe de esa institución, en un gobierno perredeísta.
Casasnovas Garrido estuvo durante más de una semana preso e incomunicado en la fortaleza Ozama, pese a los esfuerzos de varios abogados para que recuperara su libertad mediante un recurso de habeas corpus, y se dijo entonces que las autoridades trataban de convencerlo de que desistiera de su empeño en ser presidente provisional de la República y aprobara una negociación dirigida a sustituir el Triunvirato, por un gobierno de transición democrática, presidido por el doctor Max Henríquez Ureña, reconocido académico de 70 años, hijo del expresidente Francisco Henríquez y Carvajal y de la educadora Salomé Ureña.
El doctor Alfonso Moreno Martínez, presidente del PRSC, condenó el maltrato inferido al doctor Casasnovas Garrido, quien, de acuerdo a la Constitución, era el Presidente de la República, y deploró “que los hombres elegidos por el pueblo fuesen perseguidos y tratados como delincuentes, en los regímenes implantados por la fuerza”.
Finalmente, el líder petromacorisano fue deportado hacia Puerto Rico la noche del domingo 10 de noviembre, acusado por el Triunvirato de dirigir una conspiración para subvertir el orden establecido y reinstalar en el poder a los líderes del partido blanco, en la que también estaría involucrado un antiguo jefe de la base aérea de Santiago, el exgeneral Pedro Rafael Santiago Rodríguez Echavarría, hermano del exsecretario de las Fuerzas Armadas, mayor general Pedro Rafael Ramón Rodríguez Echavarría.
Varias personas fueron detenidas por supuesta implicación en ese accionar conspirativo, entre ellas, los coroneles Guarién Cabrera Ariza y Danilo Ramón Simó Canó, los tenientes Ramón Valentín Gómez Santana y Floricel Vásquez Polanco, el cabo Fabio Jiménez, el industrial santiaguero Segundo Manuel Bermúdez (Soto) y el abogado perredeísta doctor Ambiorix Díaz Estrella. También se mencionaron los nombres del doctor Marino Vinicio Castillo (Vincho) y José Oscar Bonnelly.