Si medimos al Canadá con los parámetros económicos, sanitarios, educativos y sociales que utilizan las grandes instituciones internacionales como la ONU, el BID, el BM, etc. Nos encontraremos con un país en el pináculo de todas y cada una de esas mediciones.
Si hacemos lo mismo con Haití serían los antípodas.
Los Estados Unidos de América, Francia y Canadá, principalmente, insisten en resolver el grave problema haitiano contando con el territorio, las instituciones y el gobierno dominicano.
Sin embargo, Canadá, principalmente, puede resolver varios de sus propios problemas si ve en los haitianos, parte de su solución.
Este inmenso país, con un territorio de 9,984,670 kilómetros cuadrados es el segundo más grande del mundo, solo superado por Rusia.
La expectativa de vida de sus ciudadanos es de 82 años. La edad promedio es de 42 años. Con una población de 35 millones de personas, la densidad poblacional es de menos de 4 habitantes por kilómetros cuadrado. Dentro de las más bajas del mundo. Al punto, que en algunos territorios de ese país, uno de los más forestados del globo, están regalando tierra e incentivos económicos para tratar de poblar esas áreas.
Canadá tiene un excelente sistema de salud pública, esmerado régimen educativo y óptimos servicios sociales.
Podemos afirmar sin el más mínimo temor a fallar, que El Canadá es la envidia de la mayoría de los países desarrollados. Pero dentro de todo este brillo, hay algunos puntos oscuros. Uno de ellos es que la población envejece y no surge nueva mano de obra canadiense que trabaje y pague impuestos para seguir cotizando y mantener a un nivel adecuado, los fondos de pensiones de los retirados, ni para cubrir los gastos de la seguridad social.
A esto se le agrega que, estos envejecientes al dejar de trabajar, se mudan a las grandes urbes donde existe un buen transporte público donde se le hace mucho más fácil moverse. Continuando con el abandono de muchos campos y pequeñas ciudades.
Ahora veremos lo que pasa en Haití. No vamos a abrumarlos con las estadísticas haitianas. Lo que si podemos decirles es, que son diametralmente opuestas a las canadienses. Pero sí estamos en la obligación de mostrar solo algunos datos.
Con un territorio de poco más de 27,000 kilómetros cuadrados (Haití cabe 370 veces en el Canadá) y una población de diez millones de seres humanos, tiene una de las mayores densidad poblacional del planeta. Las expectativas de vida al nacer, es una de la más baja. No hay verdaderos sistemas de salud ni escolar. Solo le queda un 2% de bosque en su territorio, en pocas palabras, un desastre total.
Como dijimos al principio, Francia, Los Estados Unidos y Canadá quieren resolver el grave dilema haitiano, pero hasta ahora, le han puesto anteojeras al problema y solo miran en una dirección. Hacia la República Dominicana.
¿Qué tal si por lo menos Canadá comenzara a dar una mirada a su interior, a sus problemas y comienzan a pensar en los haitianos no como un inconveniente sino como una solución? Si este inmenso país está regalando tierras e incentivando económicamente a aquellos que la pueblen y la trabajen, ¿Por qué no se la ofrecen a los haitianos?
En un territorio de casi diez millones de kilómetros cuadrado, bien podrían acomodar a toda la población haitiana sin ningún trauma.
Con esto resolverían muchos de sus propios problemas. Con una mano de obra barata y joven ya que el promedio de edad entre los haitianos es de 22 años, a la vez que solucionarían ese perenne inconveniente de una vez y para siempre.
La diplomacia haitiana, con una ayudita de la dominicana, deberían comenzar una cruzada en ese sentido.
Francia también pudiera ser de gran ayuda, ofertando, para el mismo propósito, parte de la gran cantidad de tierras baldías de Guyana, una de sus colonias de ultramar.
Carlos McCoy
CarlosMcCoyGuzman@gmail.com