Los pugilistas combaten sin cascos protectores por primera vez en 36 años, lo que debatiblemente hace más seguro al deporte e indudablemente más atractivo para los aficionados. Pero la evidencia más clara es sangrienta: Más de una decena de peleadores en el boxeo de los Juegos de Río de antemano ha sufrido cortes impresionantes en el rostro en los primeros seis días del torneo.
El peso medio argelino Ilyas Abbadi desconoce en qué momento sufrió un profundo corte en su párpado izquierdo en su victoria del martes sobre el congoleño Mpi Ngamissengue, pero la sangre brotó de su rostro durante el combate. De su impresionante herida aún manaba sangre al final de la pelea, y sólo le queda esperar a que su cuerpo de entrenadores pueda cerrar satisfactoriamente el corte antes de su próximo choque el viernes.
“Ahora conozco el valor del casco protector”, declaró Abbadi. “Pienso que pora los amateurs eso sería mejor. Preferiría pelear con casco, paso así es esto”.
Los Juegos Olímpicos son por mucho el mayor escaparate de amateurs, y el deporte desesperadamente espera que un corte no acabe con las esperanzas de un puglista por descalificación médica. Eso se registró por primera vez el jueves, cuando un tajo de cinco centímetros cerca del ojo derecho del armenio Vladimir Margaryan obligó a pararle la pelea ante el cubano medallista de oro Roniel Iglesias después de apenas 87 segundos.
El entrenador de Margaryan, Karen Aghamalyan, explicó que su peleador de antemano presentaba un corte, producto de su pelea olímpica de cuatro días antes. Los médicos del ring no lograron cerrar la cortada cuando ésta se reabrió en el primer minuto ante Iglesias, que era el gran favorito.
En el boxeo profesional, la presencia de sangre en el rostro y pecho del boxeador es común y una parte innegable del atractivo primitivo del deporte. Pero también es un visceral recordatorio de que la violencia inherente del deporte había sido poco común en el deporte amateur moderno hasta que la Asociación Internacional de Boxeo (AIBA) decidió eliminar el casco para sus peleadores en 2013, bajo el argumento de que los estudios científicos mostraron que su uso de hecho incrementaba en riesgo de lesiones cerebrales.
Si bien la AIBA ha trabajado para mejorar los estilos de sus boxeadores tratando de reducir los choques de cabezas, los cortes sigue ocurriendo con regularidad en los torneos más importantes, por lo general cuando dos rivales chocan sus cabezas en un intercambio de golpes a corta distancia.
La ausencia de cascos ha generado un buen número de escenas espeluznantes en combates preliminares.
El ruso Adlan Abdurashidov y el argelino Reda Benbaziz sufrieron cortes el martes durante su duelo en los pesos ligeros, que fue interrumpido en el segundo round a fin de que Abdurashidov recibiera atención médica. Para el tercer episodio, la sangre brotaba incesantemente del rostro de Benbaziz.
Abdurashidov comparte la misma opinión de muchos peleadores, que parecen estar divididos respecto al cambio. A pesar del riesgo que representa, varios pugilistas prefieren el incremento de la visión periférica y la libertad de movimiento que permite un rostro sin cubrir.
“No me gusta cortarme, pero prefiero pelear sin casco”, aseveró el boxeador irlandés David Oliver Joyce, que recibió un profundo corte en un choque de cabezas en su derrota frente al azerbayano Albert Selimov. “Yo soy un boxeador con un estilo más profesional, y en los últimos dos años el sistema amateur me ha funcionado”.
Sin embargo, los detractores subrayan que los cortes pueden aportar otro problema al boxeo olímpico. Mientras los profesionales tienen meses para recuperarse entre peleas, los boxeadores olímpicos llegan a combatir hasta cinco veces en un periodo de nueve días, sin oportunidad de sanar cortes serios.