La Casa Blanca ha anunciado la convocatoria el 22 de abril de una cumbre internacional de líderes en la que Estados Unidos intentará dejar claro el cambio de rumbo de la Administración de Joe Biden en materia de políticas medioambientales.
Biden firmó la vuelta de Estados Unidos a los Acuerdos de París poco después de poner un pie en la Casa Blanca y tiene previsto promulgar nuevos decretos con los que “atajar la crisis climática”, tanto dentro como fuera de las fronteras norteamericanas, según un comunicado de su oficina.
Washington se ha fijado la cuestión medioambiental como un “elemento esencial de la política exterior y de la seguridad nacional” e incluso plantea “un significativo incremento de la ambición global” en la reducción de emisiones de gases contaminantes , con el objetivo de alejar un horizonte “peligroso” y “potencialmente catastrófico” para el planeta. Estados Unidos se marca ahora 2050 como horizonte para lograr la neutralidad de carbono.
Biden creará una oficina dentro de la Casa Blanca y un grupo de trabajo para reforzar la visión del Gobierno federal sobre estos temas y quiere que todas las agencias desarrollen un plan para contener los posibles impactos del cambio climático, al tiempo que ha abogado por la adquisición de productos nacionales para reducir la huella de carbono.
ENERGÍAS MÁS LIMPIAS
El nuevo Gobierno prevé replantearse la política energética, de tal forma que Estados Unidos avance hacia energías más limpias –alude expresamente a instalaciones eólicas en el mar–, y avanzar hacia una economía que, en términos generales, sea más sostenible. Así, quiere apostar por nuevos empleos y por conservar y potenciar espacios naturales.
Entre las medidas concretas, se plantea eliminar los subsidios a combustibles fósiles y una pausa en la firma de nuevos contratos de explotación de yacimientos de petróleo y gas en terrenos federales, con el objetivo de ganar tiempo mientras se hace una “revisión rigurosa” de los actuales programas. Los contratos ya firmados no se verán afectados.
Biden quiere marcar distancias con su predecesor, Donald Trump, que abandonó los Acuerdos de París argumentando que cumplir sus objetivos lastraría el desarrollo de la economía estadounidense e impulsó políticas controvertidas en materia de desarrollo energético.