Santiago, R.D.-La República Dominicana se aboca a una paranoia social a causa de los efectos de la violencia, ola de atracos, asaltos, inseguridad en las calles y la indiferencia gubernamental.
El temor a salir a las calles se apodera cada día de miles de dominicanos y dominicanas que tienen que trabajar y estudiar fuera de sus respectivos sectores.
Ante la incertidumbre desde el gobierno central solo se limita a decir que los crímenes y actos delincuenciales es “percepción de las gentes”.
A causa de la inseguridad millares de dominicanos y dominicanas se han visto “forzados” a modificar su estil de vida ya que nadie, ni siquiera en sus hogares confía en ningún plan diseñado por las autoridades con miras a disminuir los atracos y asaltos.
Desde hace tiempo atrás que los hechos de violencia se le fueron de las manos a las autoridades policiales ya que dentro de sus filas existen bandas de delincuentes.
La ciudadanía es la que con la compra de bienes y servicios es la que paga los sueldos a los guardias y policías, sin embargo no confía en muchos de estos hombres y mujeres, porque siempre se detecta que hay miembros implicados en casi todos los atracos.
Estos hechos preocupan a mucho porque dicen que la violencia e inseguridad ciudadana le están cambiando la conducta y la mentalidad al pueblo dominicano.
Es evidente que estos hechos han convertidos a muchos dominicanos en individualista, un ser humano desconfiado, paranoico, que no cree en las autoridades policiales, judiciales, que no cree en la protección social del Estado y un ser humano insolidario.
Ya nadie quiere andar por las calles, ayudar a nadie por dificultades que tenga presente, estacionarse en vehículos, detenerse en la esquina ante un semáforo, ya que todo el mundo anda desconfiado y cuidándose.
Debido a la inseguridad prevaleciente, el pueblo está en zozobra porque padres y madres, estudiantes, empleados privados, servidores públicos y jóvenes para saber de su suerte al salir a las calles.
Hombres y mujeres recomiendan a sus hijos e hijas abstenerse a conversar con gentes extrañas en las calles, centro de diversión y en casas.
Todo eso lo asocia a la inseguridad ciudadana, salones de belleza, barberías y centros educativos, el tema central que tienen las personas es aconsejarse cuidado, ya “que de cada diez personas, siete han tenido un atraco, un asalto, vivido un problema relacionado con la violencia”.
Padres y madres llaman al Estado a plantear políticas públicas contra la violencia y aplicar el desarme de la población.
Establecen que la violencia tiene mucho que ver con la falta de empleo y la mala distribución de las riquezas en donde miles de jóvenes ni estudian ni trabajan.
La violencia se ha convertido en episodio y la población clama al gobierno del presidente Danilo Medina por auxilio por el auge la delincuencia.
Pese a las medidas del gobierno central, la gente no cree en ningunas de las promesas que hacen las autoridades para garantizarle su seguridad en las calles y en los hogares.
Las personas tienen la visión de que no hay seguridad en términos personales, seguridad policial, judicial ni social.
En la ciudad de Santiago que era una de las más tranquilas en el país, hoy día unido a la ola de atracos, violencia, hay deterioro en el sistema de salud, arrabalización de los barrios, de los pueblos, incremento de los depósitos de basura y la ocupación de los espacios públicos que se han convertidos en caldo de violencia.
Los ladrones roban celulares en especial y la gente cree que no tiene hada a qué abstenerse hay que los hechos están involucrados la propia Policía, como a cada rato se ve, no hay alguien en quien se puede pensar que te va a proteger.
La situación de inseguridad está generando desesperación colectiva en la ciudadanía.