Varios disparos seguidos retumbaron en la calle El Conde de la ciudad colonial en el momento en que el reloj marcaba las 12:30 de la noche del martes 9 de agosto de 1966. Los clientes del bar Panamericano, situado en la esquina de esa conocida vía con la calle Sánchez, se levantaron de sus asientos y se desplazaron unos seis metros arriba, hacia el lugar -en dirección al parque Independencia- donde cayó mal herido en la acera el reconocido exdirigente catorcista Luis Genao Espaillat, de 31 años de edad, segundos después de que saliera de ese sitio de diversión.
El joven agraviado sintió en su cuerpo el impacto doloroso de cinco balazos de pistola 45, siendo trasladado de emergencia a la clínica del doctor Abel González en la avenida Independencia, donde recibió la oportuna atención de los médicos de ese centro de salud, a la cabeza del prestigioso ortopedista Simón Hoffiz Fuentes, graduado en la antigua Universidad de Santo Domingo en 1947 y especializado en ortopedia en el hospital general de Filadelfia.
Al día siguiente, el doctor Hoffiz certificó que el exguerrillero y antiguo secretario nacional de organización de la agrupación política 14 de Junio había superado el estado de suma gravedad que le mantuvo recluido en la unidad de cuidados intensivos de ese establecimiento médico, provocado por las balas que les perforaron el fémur izquierdo, con fractura conminatoria del tercio medio, así como el área de la vejiga y las regiones glútea, sacra y parietal inguinal derecha.
Luego del informe médico Genao Espaillat sacó fuerza desde su lecho de enfermo para ofrecer una declaración a los medios informativos, mediante la cual identificó al joven emepedeísta César Rojas como su agresor y aprovechó para explicar que éste junto a otras personas; entre ellos el excombatiente constitucionalista Luis Gaspar de la Rosa (Guiguí), en una oportunidad anterior, habían ido a buscarlo al hotel Embajador con la intención de liquidarlo, porque lo acusaban de haber traicionado al movimiento revolucionario, del que -hasta pocos meses atrás- había sido uno de sus principales dirigentes.
Según su relato volvieron a verse en el Bar Panamericano, pero fue a su salida del café que Rojas le siguió sigiloso, sin que alcanzara a notar su presencia; procediendo -sin mediar palabras- a agredirlo con una pistola 45. Le disparó un primer balazo que se incrustó en su muslo izquierdo y lo derrumbó al suelo, y enseguida –aun estando allí malherido- su atacante intentó rematarlo con otros cuatro disparos, apoyado por sus acompañantes; uno de los cuales le arrebató una pistola que cargaba pero que no tuvo tiempo de sacar por la rapidez del suceso.
Añadió que salvó milagrosamente la vida por la rápida intervención de varias personas que se encontraban en los alrededores; entre ellos, su amigo ingeniero Rafael Fortunato Canaán Fernández, quien arremetió contra sus atacantes, los cuales se vieron obligados a abandonar el lugar.
Indicó que ellos creían, desde meses atrás, “que era necesario eliminarlo físicamente para amedrentar a otros activistas que intentaran traicionar sus ideales políticos”; y que debido a su persecución constante, se había visto forzado a abandonar su hogar de la calle Antonio Maceo No. 11, al ladito de la residencia del exrector de la UASD, doctor Julio César Castaños Espaillat, para alojarse en el referido hotel. Allí, después de esta peligrosa embestida, sería custodiado por una fuerte escolta policial.
Es de lugar apuntar que después de la guerra de abril, Genao Espaillat estaba viviendo semi-clandestino porque temía ser agredido; sobre todo desde principios del mes de marzo de 1966, cuando fue enterado de que existía una trama para arrancarle la vida. Esa conjura fue denunciada en una entrevista secreta y exclusiva que le hizo el periodista Álvaro Arvelo hijo, del diario El Caribe, publicada el día 15 de dicho mes.
Entonces el dirigente político responsabilizó al sector ultraizquierdista de su propio partido de lo que pudiera ocurrirle y reprobó que dicho sector se estuviera dedicando a suplantar la línea nacionalista y democrática que adoptó el 14 de Junio desde su nacimiento, para imponer una nueva línea que seguía la trayectoria del MPD, una organización marxista-leninista que postulaba entonces la guerra popular inmediata. Pues ocurría que la dirigencia catorcista se había identificado tanto con esa estrategia política, que estaba preparando a su militancia con cursos ideológicos reñidos con los ideales y principios que defendieron con vehemencia sus fundadores: Manolo Tavárez Justo y Leandro Guzmán Rodríguez, a quienes calificó de “nacionalistas y verdaderos luchadores constitucionalistas”.
De acuerdo al criterio de Genao Espaillat, esos cursos ideológicos, iniciados en 1965 y basados en los fundamentos del marxismo-leninismo y las enseñanzas de Mao Tse-tung, estaban conduciendo el partido al fracaso, y por eso estaba decidido a sostener una lucha constante contra los comunistas que tenían el dominio de su dirección. Subrayó que luego del fracaso de las guerrillas de noviembre de 1963, el Catorce de Junio volvió a fracasar en 1965 con los acontecimientos bélicos de San Francisco de Macorís, conducidos por la dirigencia catorcista con el objetivo ulterior de tomar las montañas. Ese revés se manifestó en 1967 con la muerte de Orlando Mazara en las lomas de Ocoa y de otros dirigentes en los campos de Nagua y Bonao.
Cuatro meses después de la entrevista de Genao Espaillat con Arvelo hijo, anunciando la existencia de una corriente marxista dentro del 14 de Junio pro MPD; específicamente el 8 de diciembre de 1966, estaban renunciando del emblemático partido de la bandera verdinegra para ingresar al MPD, su secretario general Rafael -Fafa- Taveras Rosario y seis destacados dirigentes catorcistas. Eran ellos, doctor Guido Gil Díaz, ingeniero Pedro Bonilla Mejía, licenciado Agustín Moisés Blanco Genao, ingeniero Amín Abel Hasbún, ingeniero Jaime Durán Hernando y Manuel Pozo (Luchi).
Los renunciantes justificaron su paso al MPD expresando que no sólo se iban del 14 de Junio sino que los acompañaban en su “tarea de construir y desarrollar el partido proletario en nuestro país”, la mayoría del comité central de esa agrupación, la mayoría del comité del Distrito, la comisión sindical, organizaciones obreras de la ciudad y los centros proletarios del país y “toda una serie de militantes del 14 de Junio”.
Genao Espaillat había vaticinado la desintegración de su antiguo partido cuando aseguró que la división se produciría si “los nacionalistas que quedan” no reaccionaban ante el dominio del sector ultraizquierdista enquistado en su dirección; criticando de paso que ese sector enviara una delegación a la conferencia tricontinental que se celebró en Cuba en enero de ese año, bajo la dirección de Fidel Castro y Ernesto Che Guevarra, debido a que los partidos que asistieron a esa reunión internacional tendrían que asumir las directrices marxistas-leninistas trazadas allí, dentro de un objetivo táctico y estratégico del comunismo mundial.
Recordó que mística de esa aguerrida agrupación política siempre había descansado en el más puro nacionalismo y por tanto, nunca debió abandonar esa trayectoria que perseguía la realización de una revolución nacional democrática, obviada por la nueva dirigencia que se impuso en su estructura superior a la muerte de Manolo Tavárez, sin que se tomara en cuenta que luego de la guerra de abril de 1965, los dominicanos les temían a la violencia, al odio y al terrorismo de derecha y de izquierda
Perfil de César Rojas
Se debe saber que César Rojas era un joven con historia en el MPD, donde comenzó a ser un aguerrido militante desde 1961, apoyando la línea dura contra los remanentes trujillistas trazada por el segundo líder de ese partido, Andrés Marcelino Ramos Peguero, de quien se convirtió en poco tiempo en su principal lugarteniente, cuando éste ejerció el cargo de secretario de organización del partido de la bandera roja y negra.
Así fue como el 31 de marzo de 1962 lo acompañó en el ataque a tiros contra una patrulla policial, perpetrado en la intersección de las calles Seibo y Marcos Ruiz, en el Distrito Nacional, cuyo objetivo táctico era dar inicio a la primera subversión insurgente en territorio dominicano después de la muerte de Trujillo. En este triste episodio murió el raso Ramón Antonio Castillo Henríquez y resultaron heridos los agentes José Francisco Santiago y Norberto Rodríguez Gavin.
Dos años después de la agresión que casi le cuesta la vida a Genao Espaillat, César Rojas sobresaldría de nuevo en el escenario bélico envuelto en una peligrosa contradicción con el coronel Francisco Alberto Caamaño, quien se encontraba en Cuba preparando la acción guerrillera que intentaría desarrollar en Santo Domingo cinco años más tarde.
Este hecho es narrado por el escritor Manuel Matos Moquete en un artículo publicado en el Diario Libre, el 14 de julio de 2014, titulado: “Caamaño: Héroes y antihéroes (y III)”, donde afirma que el 21 de agosto de 1968 César Rojas era parte de un grupo de antiguos dirigentes emepedeístas -liderado de nuevo por Ramos Peguero- que se había comprometido a participar en los entrenamientos que realizaba el héroe de Abril en un lugar denominado “Punto Cero”, aunque luego éstos se arrepintieron; por lo cual “fueron apresados y conducidos a la cárcel El Castillo del Príncipe en La Habana”. Formaban parte del mismo, el propio Matos Moquete y el actual delegado político del Partido Reformista Social Cristiano ante la Junta Central Electoral, Tácito Perdomo Robles.
Cómo se inició la agresión a Genao Espaillat
De regreso a la noche del martes 9 de agosto de 1966, es indispensable ilustrar que Genao Espaillat se encontraba en el bar Panamericano, sentado en una mesa departiendo algunos tragos junto a su buen amigo, el ingeniero Fortunato Canaán, y que cerca de la medianoche entró al lugar el joven César Rojas y sus acompañantes, quienes cruzaron frente a ellos mostrando gestos despectivos y un visible deseo de pelear; provocando que Canaán, quien era también de Rojas, se desplazara de su asiento hasta el mostrador donde se había situado el joven emepedeísta, a quien saludó con un timbre de voz suave y afable; al tiempo que le sugirió saludar a Genao Espaillat y unirse a su mesa.
Rojas respondió el ofrecimiento, exclamando a viva voz y en tono desafiante, para que lo oyeran todos los presentes: “Yo no comparto con traidores de la causa revolucionaria”, aludiendo sin duda a la acusación de “renegado” que el 17 de diciembre de 1965 le hizo a Genao Espaillat la comisión política del Movimiento Revolucionario 14 de Junio, al tomar la decisión de separarlo de sus filas.
Esa drástica decisión había sido provocada por la posición moderada y legalista que había adoptado Genao Espaillat, que pretendía que su antiguo partido adquiriese vocación electoralista por considerar que las elecciones era la “única salida a la crisis nacional, siempre que dichas elecciones estén garantizadas bajo un clima de libertad y seguridad”.
A su juicio, había sido errática la línea foquista que contribuyera a fomentar en el Movimiento Clandestino 14 de Junio desde el 10 de enero de 1960, cuando varios luchadores antitrujillistas, a la cabeza de Manuel Aurelio Tavárez Justo, lo fundaron durante una reunión secreta celebrada en la finca del ingeniero Carlos Bogaert Domínguez, situada en el municipio de Mao. Desde entonces Genao Espaillat había sido una de sus figuras principales, en calidad de secretario de organización. Esa línea foquista causó la innecesaria inmolación del líder Tavárez Justo y de varios de sus compañeros que tomaron el camino equivocado de la insurrección armada en las montañas el 21 de noviembre de 1963.
El propio Genao Espaillat fue comandante del frente guerrillero Mauricio Báez, en el que participaron hombres brillantes que cayeron defendiendo sus ideales el 15 de diciembre de ese año, como el pintor Rafael -Pipe Faxas Canto, Luis Ibarra Ríos, Francisco Bueno Zapata y Adolfo Pérez Sánchez, los cuatro nativos de San Pedro de Macorís y El Seibo.
La acusación de traidor a Genao Espaillat, planteada por la comisión política del 14 de Junio y adoptada por César Rojas con manifiesto sectarismo durante el incidente originado la noche del martes 9 de agosto de 1966 en la calle El Conde, se debió a que sus antiguos compañeros no le perdonaban que adjurara de las convicciones socialistas que había mostrado durante sus visitas a China continental, Vietnam del Norte, Corea del Norte y Cuba.
Muy pocos lideres dominicanos de aquella época tuvieron como él la oportunidad de sostener conversaciones personales con líderes de la talla de Ahmed Ben Bella, primer presidente de la República Argelina Democrática después de su independencia en 1962; Mao Tse-tung, fundador y presidente de la República Popular China; Liu Shaoqi, presidente de la República Popular China; Chou En-lai, primer ministro de China; Ho Chi Minh, presidente de la República Democrática de Vietnam; y con los líderes de la Revolución cubana, Fidel y Raúl Castro, Camilo Cienfuegos y Ernesto Che Guevara.
Genao Espaillat, luego de pasearse en innumerables por los países socialistas, entre 1961 y 1965, terminó afirmando que el sistema comunista había sido “un rotundo fracaso”, porque sus pueblos vivían “en la miseria y bajo una férrea dictadura”. Y esa fue la razón principal de la hostilidad mostrada por Rojas frente a él la noche del 9 de agosto de 1966 en el bar Panamericano, cuando le expresó al ingeniero Fortunato Canaán: “Yo no comparto con traidores de la causa revolucionaria”. Por lo cual, Canaán le advirtió que “debía desistir de su perenne persecución contra Genao Espaillat, porque éste se encontraba bajo su directa protección”.
Luego de este episodio, Genao Espaillat marcó distancia de su vieja organización política, aun cuando había manifestado a la prensa que continuaría con más vigor su política combativa contra el comunismo, porque no sentía miedo. Se integró al gobierno de Balaguer en calidad de viceministro de Interior y Policía; mientras César Rojas seguiría en la izquierda, pero lejos del MPD, que anunció en esos días que él ya no pertenecía a ese partido, porque “salió voluntariamente de nuestras filas hace mucho tiempo”.