Saturday, November 16, 2024
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ACCIDENTES DE TRANSITO

En la República Dominicana deben producirse, por lo menos, 50 muertes por accidentes de tránsito todos los días debido el desorden imperante en calles, carreteras y avenidas, porque  nadie respeta las leyes que reglamentan el tránsito y nadie las hace cumplir.

Lo penoso es que al gobierno parece no importarle el hecho de que ocupemos el primer lugar en América Latina en muertes por accidentes de tránsito al no invertir los recursos necesarios para resolver el problema, creyendo que con aprobar una ley, y crear varios organismos, basta.

“La República Dominicana sigue siendo el país de América Latina y el Caribe con el mayor índice de muertes por accidente de tránsito y uno de los más altos del mundo, con 29.3% por cada cien mil habitantes”, dijo el viceministro de Economía Planificación y Desarrollo, Juan Reyes. Y añadió: “Esa cifra supera en la actualidad el promedio de América Latina, que es de 17 fallecidos por cada cien mil personas y casi triplica el de los países europeos, que es de un diez”. ¡Increíble! Más de tres mil 500 muertos todos los años. Y el gobierno no hace nada. ¡Insólito!

El país tiene más de cuatro millones de vehículos, de los cuales, el 56% son motocicletas; 21% autos, 10% jeepetas, 10% de carga y casi un 3% de autobuses. Un altísimo 78% de esos vehículos son conducidos por hombres, muchas veces sin educación, violentos, dispuesto a “matarse con cualquiera”; apenas un 22% es conducido por mujeres.

La Dirección General de Impuestos Internos (DGII) afirma que esos 4 millones y tantos, de medios de transporte, más del 48% tienen 18 años de fabricados. Es decir, son viejos, con poco o ningún mantenimiento. Contrario a lo que aconseja la razón y la prudencia, las autoridades han debido ponerle un freno al crecimiento desmesurado del parque vehicular, incluyendo las motocicletas.

Querido lector, cierre los ojos. Imagine un país de 10 millones de habitantes, con más de 4 millones de vehículos entre ellos más de dos millones de motocicletas cuyos conductores no tienen matricula, seguro, placa, casco, etc., alucinados, corriendo como locos sin respetar ninguna ley,  atravesando las vías ignorando los semáforos y las intercepciones, con tres y hasta cuatro “pasajeros” incluyendo niños. (Los famosos “Delivery” que andan como “la jon del diablo”, con sus canastos rayando los carros y las jeepetas sin ser reprimidos.

En las carreteras el desorden también es mayúsculo. Vemos  Camiones, patanas, volteos, autobuses, motocicletas, sin luces, rebasando en las curvas, cambiando de un carril a otro sin encender las luces direccionales, en exceso de velocidad. Con los neumáticos gastados, sobrecargados. (Viajar de un pueblo a otro es un peligro de muerte, principalmente en las noches)

Nuestras carreteras y nuestras calles no las vigila nadie. ¡No hay quien lo haga!

El Instituto Nacional de Tránsito Terrestre no pone orden y disciplina. ¡No puede  aunque quiera! ¡No tiene los recursos! La ley es impracticable. Con menos de mil millones de pesos al año no se puede hacer nada. El 100% de las recaudaciones por las multas pertenece a la Procuraduría General de la República, que debe dar un 25%, pero no lo hace. El 100% debe ser para el INTRANT. Con tan solo tres mil agentes policiales para todo el territorio nacional es humanamente imposible hacer cumplir la desdichada ley. Serían necesarios diez o quince mil, bien pagados, no ganando 7 o 9 mil pesos mensuales, que los gasta en un día, solo para “merendar”, cualquier funcionario corrupto. El INTRAN necesita miles de millones de pesos, no la miseria que le entrega el gobierno.

Estamos ante un problema de Estado. Se requiere, por lo tanto, de una voluntad política que se exprese, no en una ley mostrenca, sino en una inversión millonaria para tener un personal bien entrenado, equipado y bien pagado, con un régimen de consecuencia estricto, para que ningún agente le pregunte a un infractor si es militar, que no acepte soborno, tarjetas pernales  de nadie, ni el celular de nadie, que simplemente actúe de acuerdo al mandato de la ley.

Hasta que eso no se haga, seguiremos recogiendo muertos y heridos en nuestras carreteras y calles.

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