CLEVELAND, Ohio, EE.UU. (AP) — Tras semanas de planificación y con un feroz estallido que hizo sombra a casi todo lo demás en el primer día de la Convención Nacional Republicana, la feroz pero siempre improbable iniciativa conservadora para negar a Donald Trump la candidatura republicana a la presidencia de EEUU sucumbió por varios motivos.
El declive se agravó día a día hasta culminar el martes con una votación de estados que llevó oficialmente a Trump a la candidatura. Esa votación confirmó el colapso de una iniciativa en la que confiaban los conservadores, en la que los delegados ignorasen audazmente las normas del partido para respaldar al candidato de su elección y no a Trump.
“Tanto si se planificó como si no, al parecer no ocurrió”, dijo el delegado de Colorado Kevin Grantham. Los líderes del partido querían “asegurarse de que Donald Trump es el candidato, independientemente de lo que dijeran los estados, independientemente de lo que dijeran los delegados”.
Los conservadores contrarios a Trump se habían unido a otra facción que intenta cambiar las reglas del partido para desviar el poder de la cúpula del Comité Nacional Republicano a los activistas de base. Entre esos activistas había muchos partidarios del senador de Texas Ted Cruz, uno de los aspirantes derrotados a la nominación. Pero se vieron muy superados en número por los delegados de Trump y los habituales del partido que creen que, les guste o no, Trump ha ganado las primarias republicanas de este año.
Otros factores en su contra eran la falta de un candidato alternativo de los rebeldes, la sólida campaña de presión que lanzó una alianza entre la campaña de Trump y el comité del partido y una creciente sensación de que era hora de unirse en contra de la probable candidata demócrata, Hillary Clinton.
“Uno puede defender su posición hasta llegar a un punto en el que estaría poniendo en juego al país o al estado”, explicó Steve House, presidente del partido republicano de Colorado, una delegación llena de disidentes y partidarios de Cruz. “El equipo dijo, ‘Alcémonos y apoyemos al nominado”’.
En el otro bando, la delegación de Utah anunció desafiante que dedicaría sus 40 votos a Cruz. Pero el responsable del proceso asignó esos delegados a Trump debido a una laguna en las normas del partido en Utah, que permiten votar sólo a aspirantes activos en la convención… y Trump era el único.
Desde que quedó claro la pasada primavera que Trump era el probable candidato, delegados conservadores de todo el país buscaron formas de utilizar las normas del partido para evitar que se impusiera en la convención. Se organizaron a través de medios sociales, teleconferencias y correos electrónicos aparentemente interminables.
Pero sufrieron un duro golpe la semana pasada cuando el comité de normas de la convención aprobó las reglas para el encuentro de esta semana. La tendencia se mantuvo durante el congreso en sí, dirigido por líderes del partido que tienen la última palabra sobre las disputas internas.
Los conservadores hicieron el lunes un último intento de reescribir las normas del partido, pero se vieron bloqueados. Sus exclamaciones de indignación lograron una amplia cobertura y distrajeron la atención de los esfuerzos del partido por mostrar unidad, pero perdieron todas formas.
Durante la votación del martes, la delegación de Alaska dividió sus 28 votos entre Trump, Cruz y el senador de Florida Marco Rubio. Los miembros del partido contabilizaron 28 delegados de Alaska para Trump, citando una discrepancia en las normas del partido estatal, y su decisión quedó por encima de la delegación cuando reclamó un nuevo recuento.
Subrayando la futilidad de desafiar a los líderes del partido, el presidente de la formación, Reince Priebus, explicó la decisión contra Alaska a toda la convención y dijo: “En cualquier caso, tengan una gran noche”. Después abandonó rápidamente el escenario mientras sonaba la música, dejando a los delegados de Alaska insatisfechos y derrotados.
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Por ALAN FRAM