Los daños que puede ocasionar en Miami un huracán como el devastador Andrew, del que se cumplen 25 años este mes, totalizan entre 100.000 millones y 300.000 millones de dólares, según cálculos divulgados hoy por la industria aseguradora.
Después de que la Universidad de Colorado pronosticara que las probabilidades de que un huracán impacte en Florida en esta temporada son del 60,7 % y a falta de pocos días de cumplirse el aniversario de “Andrew”, el grupo asegurador Swiss Re advierte que Miami es más vulnerable que nunca a las fuerzas de la naturaleza.
La aseguradora realizó el estudio publicado hoy en base a su propio modelo para evaluar catástrofes por ciclones con el fin de responder a dos preguntas simples: ¿Cuál sería hoy el impacto de Andrew? y ¿Qué hubiera pasado si ese huracán hubiese tocado tierra en Miami?
Andrew, el “Big One”, como se le denominó en su época, no impactó directamente en Miami, sino en Homestead, una ciudad con una economía predominantemente agrícola que está situada 20 millas (32 km) al sur y que quedó devastada.
Formado en Bahamas como tormenta tropical, Andrew llegó a alcanzar la categoría 5, la máxima, de la escala Saffir-Simpson y con esa potencia impactó en Homestead el 24 de agosto de 1992.
Las rachas de viento de Andrew, cuyos efectos se notaron en todo el condado de Miami-Dade, alcanzaron una velocidad superior a los 161 millas por hora (260 km/h).
Murieron 65 personas a causa de este huracán, que destruyó más de 25.000 casas y causó daños a otras 100.000.
Los daños ascendieron a 26.500 millones de dólares, de los cuales solo 15.500 millones de dólares estaban cubiertos por seguros, indica Swiss RE en su estudio.
Si la historia se repitiese hoy en Homestead las cifras treparían a 80.000/100.000 dólares, con una cobertura de seguros de 50.000 a 60.000 millones de dólares.
En Miami los daños de un huracán de categoría mayor serían de 100.000 a 300.000 millones de dólares, lo que equivale a decir el desastre natural más costoso de la historia en Estados Unidos.
La aseguradora calcula que los daños a propiedades sin asegurar serían de 60.000 a 180.000 millones (incluidas en el total), un “agujero” económico de proporciones inusitadas.
La razón fundamental es el aumento de la población en Miami, que ha crecido más del 35 % desde 1992, y la consiguiente subida en el valor de las propiedades que concentra la ciudad, señala Swiss Re.
El último huracán que causó daños importantes a su paso por Miami fue “Wilma” en octubre de 2015, un año muy activo desde el punto de vista ciclónico.
La destrucción que produjo Wilma, que impactó Miami con vientos de hasta 124 millas por hora (200 km/h), paralizó empresas, negocios, aeropuertos y prácticamente toda la actividad comercial.
La ciudad estuvo ocho días bajo un toque de queda debido a los saqueos y robos que se produjeron una vez que pasó el huracán, se fue la luz y dejaron de funcionar las alarmas de seguridad.
En octubre de 2016 se esperaba algo parecido con el feroz Matthew, que solo en Haití causó casi 600 muertos y que tuvo un costo económico para Estados Unidos evaluado provisionalmente en 10.000 millones de dólares, pero Miami solo fue rozada por las lluvias asociadas a ese huracán.
“Andrew dejó tremendas perdidas en Florida y es preocupante pensar lo que podría ocurrir si un huracán como ese tocase a la región hoy”, dijo Marla Schwartz, coautora del estudio y especialista en riesgos atmosféricos.
Para Schwartz, sin embargo, la pregunta que hay que hacerse no es si un émulo de Andrew impactara en Florida, sino cuándo.
Los pronósticos meteorológicos indican que los registros de la actual temporada ciclónica en la cuenca atlántica va ser “por encima” de lo normal.
La Administración Nacional de Océanos y Atmósfera prevé la formación de 11 a 17 tormentas tropicales, de las cuales entre 5 y 9 se convertirán en huracanes y entre 2 y 4 serán de categoría mayor.
La Universidad estatal de Colorado, otra entidad especializada en este campo, revisó el pasado viernes sus previsiones, que coinciden en apuntar a una actividad mayor debido a que la temperatura del agua en el Atlántico es anormalmente alta.
Su pronóstico es de 16 tormentas con nombre, de las cuales ocho llegarán a huracanes y tres de estos serán de categoría mayor, con vientos de al menos 111 millas por hora (176 km/h).
En Florida las probabilidades de que impacte un huracán de aquí al 30 de noviembre, cuando termina la temporada, son del 60,7 % y las de que ese huracán sea de los grandes son del 26,5 %, según esa universidad.
La primera tormenta tropical de 2017 fue Arlene, que se formó en abril pasado más de un mes antes del comienzo de la temporada, a la que siguieron Bret y Cindy, luego una “tormenta sin nombre”, Don, Emily y ahora Franklin, que está afectando a México y Centroamérica.