Los Angeles Lakers de la temporada 2017-18, calificados por su gerente general, Rob Pelinka, como “jóvenes, aún por hacer y hambrientos”, arrancaron hoy la pretemporada con el debutante Lonzo Ball y el prometedor Brandon Ingram como líderes sobre la cancha.
Esa frase de Pelinka, extraída del musical “Hamilton”, deja clara la identidad actual de este equipo, sumido en las profundidades de la Conferencia Oeste desde hace cuatro años pero con claras intenciones de recuperar el prestigio del pasado, especialmente a la espera de lo que ocurra en la agencia libre del próximo verano.
Mientras llega ese momento, al menos ya se disponen de las primeras herramientas para lograrlo.
Pelinka comenzó el denominado “Media Day” (jornada de puertas abiertas para los medios de comunicación) relatando cómo Bill Bertka, todo un clásico de la Liga y empleado actual de la franquicia angelina, le confesó recientemente que, a sus 90 años, nunca había visto un grupo de jóvenes tan competitivo como el que forman los Lakers en la actualidad.
“No quiero fijarnos una cifra de victorias para esta temporada, pero puedo garantizar algo: a los fans les va a encantar ver jugar a este equipo cada día. El nivel de competitividad del grupo va a ser de 10 cada partido. Si no es así, no estaremos satisfechos”, declaró el ejecutivo.
La reconstrucción del equipo se ha llevado a cabo de forma lenta y parsimoniosa, en parte por la complicada gestión de los últimos años en activo, y repletos de lesiones, de Kobe Bryant.
La llegada progresiva de jugadores como Julius Randle, D’Angelo Russell (traspasado este verano a Brooklyn), Larry Nance Jr. y Brandon Ingram alentaron los ánimos de los aficionados, pero la franquicia no terminó de despegar, ni siquiera tras la incorporación de Luke Walton como entrenador.
Ahora, con Lonzo Ball (número dos del sorteo universitario) al mando, los Lakers quieren dar un paso al frente.
“Lidero con mi propio ejemplo, pero debo expresarme más sobre la cancha”, admitió el joven director de juego, conocido por su temple sobre la pista. “Estoy deseando salir a la pista a un partido oficial por primera vez. Llevo soñando con ello desde pequeño y está a la vuelta de la esquina”, agregó.
Su gran apoyo será Ingram, destinado a convertirse en uno de los grandes pilares de este grupo.
“El año pasado fue de ajuste. Sentía lejos la línea del triple y no tenía cuerpo para penetrar, así que me ha tocado trabajar mucho este verano. Soy un competidor.
Verme de esa manera fue sorprendente, no me gustó en absoluto. Gané experiencia y creo que voy a ser más consistente”, declaró el alero.
El optimismo y la sonrisa llegaron, cómo no, de la mano de Magic Johnson, presidente de operaciones de los Lakers.
“Este equipo tiene muchas caras nuevas y muchos jugadores jóvenes”, avisó de primeras desde el UCLA Health Training Center, el nuevo hogar de los Lakers para llevar a cabo sus entrenamientos.
“Nos va a costar alcanzar la química que buscamos, pero lo vamos a conseguir. El objetivo es que mejoren, que crezcan, que lleven su juego a un nivel más alto. Soy realista y el Oeste es muy duro. Nuestros bebés deben crecer rápido. Tienen el talento para ello”, manifestó.
Johnson subrayó que Ball hará que la alegría vuelva al Staples Center y confía en que Ingram se convierta en el máximo anotador del grupo.
“Va a ser una temporada rompedora para él”, apuntó.
Los Lakers han incorporado este verano a Kentavious Caldwell-Pope y Andrew Bogut, que serán fundamentales para aumentar el deficiente nivel defensivo del año pasado, y a un pívot anotador como Brook Lopez.
Aún así, los pronósticos apuntan a que volverán a quedarse fuera de las eliminatorias por el título, especialmente en una Conferencia Oeste repleta de talento y calidad.
A partir del próximo verano, con margen salarial para incorporar a dos grandes estrellas, será otra historia. Al menos, a eso se aferran en la franquicia californiana.
Antonio Martín Guirado