Las cosas se le van a poner más complicadas a Wells Fargo antes de que pueda ver tiempos mejores.
Tras el escándalo más grande del banco en sus 164 años de trayectoria, los clientes desconfiados no están abriendo tantas cuentas de cheques ni solicitando tarjetas de crédito como antes, y las visitas a las sucursales y las reuniones entre los clientes y los empleados también han disminuido.
Además, Wells Fargo enfrenta varias demandas de clientes, empleados y accionistas. Algunos políticos han pedido que se presenten cargos contra el banco. Y casi con seguridad enfrentará el pago de acuerdos y multas por cifras muy por encima de los 185 millones de dólares que acordó pagar a los reguladores cuando el escándalo se desató el mes pasado.
O, como dijeron ejecutivos de Wells Fargo a los analistas de Wall Street, usando algo que se ha convertido en un término sorprendentemente común en esta era de ilegalidades corporativas, los gastos legales del banco probablemente van a estar “abultados”.
Los ejecutivos de Wells Fargo, incluido el recién nombrado director general Tim Sloan, están teniendo problemas para cuantificar los efectos a largo plazo de todo el escándalo.
Los inversionistas esperan que el banco salga intacto en gran medida de esta crisis, pero aparentemente su recuperación será larga y ardua.
Por ahora “nuestra prioridad inmediata es restaurar la confianza en Wells Fargo”, dijo Sloan en una conferencia telefónica con inversionistas el viernes.
El banco con sede en San Francisco está sumido en una crisis que comenzó a mediados de septiembre, cuando llegó a un acuerdo ante acusaciones de que sus empleados abrieron hasta dos millones de cuentas bancarias y de tarjetas de crédito sin la autorización de los clientes a fin de cumplir altas metas de ventas.
Bajo la presión de políticos e inversionistas, el director general John Stumpf renunció abruptamente el miércoles.
El viernes, Wells Fargo reportó ganancias de 5.600 millones de dólares en el tercer trimestre, una disminución si se le compara con los 5.800 millones que logró en el mismo período del año anterior. Sin embargo, eso no es una medición adecuada de los efectos del escándalo, que no reventó sino hasta que el trimestre casi había concluido.
Pero en las 6.000 sucursales de Wells Fargo en Estados Unidos hay señales de que los clientes se están alejando, aún después de que el banco dijo que había tomado medidas contra los abusos desde hace más de un año.
Wells Fargo reportó una caída en lo que llamó “interacciones” de banqueros y cajeros en septiembre, en comparación con el año pasado y con las de agosto. Además hubo una reducción de 25% en la cantidad de cuentas de cheques nuevas en septiembre en comparación con las de hace un año, y de 30% con respecto a las de agosto.
La cifra total de solicitudes de clientes para tarjetas de crédito del banco también cayó agudamente en septiembre.
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Ken Sweet