En la guerra de Siria, los supuestos demócratas sirios que querían derrocar a Asad con apoyo de Estados Unidos fueron superados de inmediato por las diversas milicias “yihadistas” respaldadas por Arabia Saudita y Qatar. Por su parte Asad ha recibido el respaldo de Rusia e Irán. Así, las viejas rivalidades étnico-religiosas persistentes en la región se vieron rebasadas por la rivalidad ruso-americana.
La difícil tarea de la reconciliación nacional, la atención a los refugiados, la contención turca y la reconstrucción de un país en ruinas, pasa por un cambio radical en las relaciones entre Estados Unidos y Rusia. El aún presidente de los EE.UU está echando más leña al fuego. Esperemos que el nuevo sea capaz de, al menos, mejorar las relaciones y acabar con una guerra étnico-religiosa que está haciendo sufrir a millones de inocentes.
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Jesús Domingo Martínez
17003 Girona