Hace algunos años, fungimos como encargado de transportación de una compañía en Santo Domingo que se encargaba de fabricar y vender alimentos para animales. Además, tenía granjas de pollos e incubadoras de huevos fértiles.
Estos últimos, no se producían en el país y teníamos que importarlos. Regularmente de los Estados Unidos. El chofer encargado de ir a buscar esos huevos fértiles al aeropuerto Las Américas, debía estar, listo con su camión, cerca de la pista, para no perder tiempo y llevarlos a las incubadoras lo más pronto posible.
Una vez, este chofer llegó todo excitado a mi oficina y como él sabía que yo había vivido en los Estados Unidos y viajaba constantemente, me preguntó: ¿Señor McCoy, usted se ha montado en ese pájaro? ¿Qué pájaro? Le pregunté, ¡En el Jumbo! Me contestó. Se refería a un Boeing 747 Jumbo Jet de una de las aerolíneas americanas que viajaban a nuestro país.
Al contestarle afirmativamente, me dijo: Entonces, usted tiene que estar de acuerdo conmigo: “Si hay Dios, ¡Es americano!” Esa fue la impresión que este obrero del volante sintió, cuando vio por primera vez esta maravilla de la tecnología.
Oyendo las últimas declaraciones del embajador norteamericano su excelencia James “Wally” Brewster, en cuanto a que la República Dominicana se está convirtiendo “en un puente más grande” para el tránsito de drogas hacia los Estados Unidos y Europa, estoy llegando a la conclusión de que mi antiguo chofer tiene la razón.
Decimos esto, porque según la Oficina de Drogas y Crímenes de las Naciones Unidas (UNODC) por sus siglas en inglés, el país líder en el consumo de droga en el mundo, es Los Estados Unidos de América. Aun así, nunca las autoridades norteamericanas han podido atrapar un capo de la droga de nacionalidad norteamericana.
Han atrapado capos mexicanos, suramericanos, dominicanos, jamaiquinos. ¡Hasta presidentes centroamericanos! Pero nunca un gringo. Son demasiado sagaces. Súper inteligentes.
Esto no nos debe extrañar, pues desde siempre hemos visto los ejemplos de los héroes americanos y sus exitosas historias.
Todos sabemos que, aunque Superman vino desde el planeta Kriptón, rápidamente se nacionalizó norte americano.
El Fantasma llega a África, a una región donde habitan los terribles enanos Bandar con sus flechas venenosas, pero el fantasma los conquista, se convierte en su deidad y ellos a modo de gratitud, no se sabe por qué, le regalan una playa donde en vez de arena hay polvo de oro.
Tiene un caballo que se llama Héroe y en vez de un perro un lobo amaestrado que se llama Diablo. De vez en cuando se pone un sombrero y una capa y se las arregla para viajar a ver a su novia, Diana Palmer, que trabaja en la ONU en New York y es la futura madre del próximo fantasma para seguir la tradición
Un avión se cae en África y solo se salva el blanquito rubio americano y aunque los nativos de esas áreas habían vivido por miles de años en la zona, no aprendieron absolutamente nada de los animales.
El rubito americano lo crían los grandes monos y este aprende el idioma de los simios y se convierte en poco tiempo en el “Rey de la selva” Tiene un elefante que habla inglés ¡Tantor! Y un León que no se queda atrás, ¡Numa!
¡Oh my God! Cuanto saben estos gringos.
Aunque hay veces, que, como dice el refrán “lo mucho, hasta Dios lo ve” y ha habido declaraciones de uno de estos súper héroes, externadas en la selva moderna que el cree vivir, que han conseguido que hasta un tranquilo y manso gorila se revelara y reaccionara.
¡Kriga, Tarzán, Bundolo mata tarmangani!
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Carlos McCoy
carlosmccoyguzman@gmail.com