Ante el cómplice silencio internacional, por la decisión de los Estados Unidos de repatriar más de 40,000 haitianos ilegales de su territorio, con el eufemismo de que todo está normal en Haití, la madre naturaleza le ha dado una muestra, de manera contundente como suele hacerlo, de que las cosas en Haití están muy lejos de ser normales.
A su paso por el caribe, Mr Mathew, señor de la destrucción, ha dejado una estela de calamidades en cada una de las islas que tocó, mostrando, principalmente en Haití, la realidad de las precariedades de ese país.
Hay reportes confiables de todos los territorios afectados, Jamaica, Cuba, República Dominicana, hasta de Bahamas, que hace apenas 24 horas sufrió la embestida de este huracán.
Las infraestructuras de esos países son lo suficientemente sólidas para que la comunicación no colapsara totalmente, además, poseen las instituciones necesarias para comenzar a recuperarse en el menor tiempo posible.
Todo lo contrario, sucede en Haití. Allí todo es frágil. Pueden pasar semanas y hasta meses sin saber a ciencia cierta cuál es la verdadera magnitud de esta tragedia.
Puentes colapsados, la precaria agricultura de subsistencia que tenían, totalmente barrida por el meteoro, contaminada la poca agua potable de la que disponían, sin alimentos, sin energía eléctrica, sin servicios hospitalarios. Caos total.
El peligro de una hambruna, combinada con una peste causada por diversas enfermedades derivadas de la precaria situación sanitaria, es el siguiente paso lógico de esta calamitosa situación, seguido por una estampida humana tratando desesperadamente de subsistir.
Por desgracia, el camino más fácil, por su cercanía, es la República Dominicana, que también ha sufrido la embestida de este poderoso huracán, pero, como ya dijimos, a las pocas horas del paso de este ciclón, ya las autoridades dominicanas comenzaban a darle respuestas y soluciones a los problemas causados por el mismo.
Pero, el corazón de los dominicanos es más grande que su boca.
A pesar de los malos agradecimientos de las mismas autoridades haitianas y del constante acoso de los Estados Unidos, Francia, Canadá e instituciones internacionales como la ONU y la OEA, ya la ayuda dominicana no se ha hecho de rogar.
Miles de haitianos están recibiendo la generosidad del pueblo y gobierno dominicanos. Mitigando la miseria haitiana como siempre lo hemos hecho. Repartiendo lo poco que da la pobreza. Acogiendo en nuestros hospitales los heridos causados por este fatal acontecimiento. Mostrando solidaridad en la eterna tragedia que vive este desventurado pueblo.
Ojalá, algún día, dejen de culparnos injustamente y reconozcan que, sin el tesón de nuestro gobierno y el desprendimiento del pueblo dominicano, hace tiempo que la isla entere hubiera colapsado.
Potencias del mundo, ONGs insensibles, fundaciones insaciables y mentirosas, hagan un alto en el camino del despojo al que han sometido al pueblo haitiano. Recapaciten y pongan su mirada en Haití. Vayan en su ayuda. No dejen que, con sus indiferencias e inquinas, dos pueblos se derrumben a la vez.
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Carlos McCoy
carlosmccoyguzman@gmail.com
