Dos de los senadores republicanos más influyentes, Mitch McConell y Mitt Romney, cargaron hoy contra el legislador de su partido, Steve King, por haber realizado un comentario que simpatiza con la supremacía blanca.
“No hay cabida en el Partido Republicano, el Congreso o el país para una ideología de supremacía racial de ningún tipo. (…) Las declaraciones de King no son bienvenidas y son indignas de su cargo”, apuntó McConnell en un comunicado.
En declaraciones al diario The New York Times la semana pasada, King dijo no entender porque el término supremacista blanco se había vuelto “ofensivo”.
“Nacionalista blanco, supremacista blanco, civilización occidental: ¿Cómo se volvió ofensivo este lenguaje?”, se preguntó King, de acuerdo al rotativo neoyorquino.
Ese polémico comentario causó revuelo en el seno del Partido Demócrata, aunque la mayoría de republicanos se habían mantenido en silencio hasta hoy.
“Si no entiende por qué la ‘supremacía blanca’ es ofensiva, debería encontrar otro trabajo”, subrayó McConnell, que se desmarcó así de la opinión de King.
Por su parte, el ex candidato presidencial en las elecciones de 2012, el senador Romney, aseguró en declaraciones a CNN que King debería presentar su dimisión.
“Creo que debería apartarse y que el Congreso debería dejar muy claro que él no tiene cabida allí”, opinó Romney.
El líder de la minoría republicana en la Cámara Baja, Kevin McCarthy, anunció en un comunicado que la cúpula de su partido ha decidido hoy que King no formará parte de ningún comité de esa cámara, que controlan y supervisan distintas partidas presupuestarias e investigaciones, una idea que había tomado fuerza en las últimas horas.
Después de este anuncio, King criticó la decisión de su partido y aseguró que se trata de una “decisión política que ignora la verdad”.
Pese a la controversia generada en los últimos días, el presidente, Donald Trump, ha evitado pronunciarse y ha esquivado las preguntas al respecto.
“No lo he estado siguiendo”, comentó hoy Trump a los periodistas al ser preguntado sobre el caso.
Trump fue ampliamente criticado en agosto de 2017 después de que el mandatario evitara señalar a la ultraderecha como responsable de las manifestaciones violentas en Charlottesville (Virginia), que se saldaron con una mujer muerta y una veintena de heridos.
El presidente culpó primero a “muchos bandos”, aunque pasadas 48 horas de los hechos condenó a neonazis, supremacistas blancos y el Ku Klux Klan, todos presentes en Charlottesville.
Trump, no obstante, no tardó ni 24 horas en enmendar esa condena al insistir en su teoría de “los dos bandos” y afirmar que entre los neonazis había “gente muy buena”.(EFEUSA).-