No nos vamos a referir a la popular canción de Alberto Cortez. Lo que sí queremos destacar es, que gracias a la valiente decisión del magistrado Francisco Ortega Polanco, dictando fuertes medidas de coerción a los encartados por el caso de soborno de la multinacional Odebrecht.
Y, contrario a lo que están pregonando algunos comunicadores, que dicen que esta sentencia va a alejar a muchos buenos ciudadanos en el futuro, a optar por un curul o una posición de responsabilidad en el Estado, creemos que esta es la oportunidad de comenzar a transitar por el camino del adecentamiento del congreso y del gabinete estatal.
No podemos seguir viendo como normal el hecho de que, al vender las exoneraciones que le tocan cada dos años como legisladores, se convierten en cómplices de aquellos que las compraron, para utilizarlas como un medio de evadir los impuestos que hubieran tenido que pagar, por importar súper lujosos automóviles.
Esto quedó en evidencia, cuando el Ministerio Público le atribuye a uno de los legisladores acusados en el caso de la compañía Carioca, la posesión de ocho suntuosos vehículos, cuyas matrículas están todavía a su nombre, pues al parecer, el comprador o los compradores de las exoneraciones, todavía no han hecho el cambio.
Esto pudiera ser muy legal, pero es totalmente anti ético y amoral. Esos irritantes privilegios junto a los cofrecitos, barrilitos, dietas y demás, bordean los límites de la degradación.
No estamos condenando a priori estos acusados de corrupción, pero el hecho de tener que pasar un año en la cárcel de La Victoria, como es el caso del señor Ángel Rondón, en la práctica constituye una condena, pues como dijo él mismo; “Ya tengo un año en las costillas”
Ojalá que esta sentencia sirva como disuasorio a los futuros, senadores, diputados y funcionarios y que en el país, los partidos políticos, cantera de donde se nutre el congreso, dejen de llenarse de elementos, que aunque forrados en billetes, muchas veces de dudoso origen, no tienen la honorabilidad necesaria para representarnos.
Ahora sí, queremos terminar con unas estrofas de esa popular canción de ese pampero mundial.
“A partir de mañana empezaré a vivir una vida más sana. Ahora debo pensar que no pueden dejar de sonar las campanas, aunque tenga que hacer, más que hoy y que ayer… A partir de mañana.