Casi todas las mañanas desde la sorprendente victoria de su padre en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, tres de los hijos de Donald Trump atraviesan el vestíbulo de la Torre Trump de Nueva York y se suben al elevador. Pero ¿a dónde van Don hijo, Ivanka y Eric? ¿A la oficina de la campaña en el quinto piso? ¿A las oficinas de sus negocios en el 25to? ¿Al penthouse del presidente electo en el 56to piso?
Esa incertidumbre resalta los múltiples papeles que los tres desempeñan para el padre. En el último año, las líneas entre la campaña política y el imperio de negocios se borraron, generando cuestionamientos sobre un posible conflicto de interés entre la Casa Blanca de Trump y su vastos negocios.
Los hijos están en posición de ejercer una fuerte influencia sobre el padre, aunque no vayan con él a Washington. Trump dijo reiteradamente durante la campaña que si ganaba, sus hijos se quedarían en Nueva York y dirigirían sus negocios. Pero los tres — junto con el esposo de Ivanka, Jared Kushner — son miembros del comité ejecutivo del equipo de transición.
Hasta ahora, han estado fuertemente implicados en la selección del nuevo gobierno. Han participado en reuniones y recibido llamadas telefónicas de su padre por las noches. Se pronunciaron por nombrar a Reince Priebus, presidente del Comité Nacional Republicano, secretario general de la Casa Blanca. Aconsejaron que no se trajese de regreso a Corey Lewandowski, primer jefe de la campaña de Trump, que fue despedido en junio a instancia de ellos.
El jueves, Ivanka Trump y Kushner estuvieron presentes en la reunión del presidente electo con el primer ministro japonés Shinzo Abe en la Torre Trump.
Trump ha insistido en que mantendrá una separación entre la Casa Blanca y su compañía, colocando sus activos en un fondo fiduciario independiente, pero si sus hijos son sus fiduciarios. La ley federal requiere que personas independientes administren esos fondos fiduciarios.
“Estamos en el proceso de examen de varias estructuras con el objetivo de transferencia inmediata de la administración de la Trump Organization y su cartera de negocios a Donald hijo, Ivanka y Eric Trump, además de un equipo de ejecutivos altamente calificados”, dijo la vocera de Trump, Hope Hicks. Dijo que la estructura “cumplirá con todas las normas y regulaciones aplicables”.
La compañía de Trump es el mayor negocio perteneciente a un presidente moderno en ejercicio. Las reglas federales de ética permitirían que Trump administrase su negocio desde la Casa Blanca o, quizás más probable, influya en decisiones tomadas por sus hijos.
Eso crea conflictos de intereses: Por ejemplo, Trump pudiera fijar políticas nacionales al tiempo que realiza negociaciones en el exterior que pudieran afectar su corporación, aunque teóricamente esté en manos de sus hijos.
Kellyanne Conway, asesora de Trump, rechazó la idea de que la participación de los hijos en el equipo de transición lleve a un abuso de confianza.
“Ustedes asumen que ellos están haciendo ciertas cosas que no deberían estar haciendo”, dijo Conway. “Son sus hijos. Y han sido colegas de negocios por mucho tiempo. Obviamente van a respaldar a su padre como presidente”.
Pero los problemas potenciales comenzaron a aflorar la semana pasada, cuando la compañía de Ivanka Trump promovió una pulsera de 10.800 dólares que ella lució en una entrevista con el programa “60 Minutes” de la CBS. La portavoz de la compañía se disculpó más tarde.
Los hijos — que no concedieron entrevistas — tienen límites en el sentido de los papeles que pudieran tener en el gobierno de su padre.
En 1967, el Congreso aprobó una ley antinepotismo que prohíbe que el presidente nombre a un familiar para trabajar en un cargo o agencia que él supervise. La medida fue aprobada en reacción a la decisión del presidente John F. Kennedy de nombrar a su hermano Robert como secretario de Justicia.
Pero la ley no parece prohibir que los hijos — o Kushner, que es uno de los asesores más cercanos de Trump y pondera un papel en la Casa Blanca — sirvan como consejeros sin paga o informales.
Los tres hijos en cuestión — cuya madre es Ivana Trump, primera esposa de Trump — pronunciaron discursos a mediados de año en la Convención Nacional republicana en los que trataron de humanizar a su padre.
Don hijo y Eric fueron presencias constantes en la radio conservadora y en la campaña, especialmente en estados disputados como Ohio y North Carolina. Ivanka Trump, en tanto, fue usada en algunos de los momentos clave de la campaña, incluyendo presentar a su padre antes de su discurso en la convención, dar a conocer su plan de licencia familiar y hacer campaña en cruciales suburbios de Filadelfia.
Otra hija, Tiffany Trump, recientemente graduada de la universidad cuya madre es la segunda esposa de Trump, Marla Maples, también pronunció discursos a favor de su padre. El hijo menor de Trump, Barron, de 10 años, cuya madre es la actual esposa del presidente electo, Melania, está matriculado en una escuela privada en Manhattan.
Trump dijo el domingo a la prensa que su esposa y el hijo de ambos se irán a Washington al término del año escolar.
Los tres hijos mayores de Trump, afrontaron algunos escollos.
Eric e Ivanka fueron sujetos de titulares embarazosos cuando se reveló que no estaban registrados para votar a tiempo por su padre en la primaria en Nueva York. Un safari de Eric y Don hijo por África fue criticado por defensores de los animales. Y Don hijo recibió críticas por colocar en Twitter imágenes que compararon a refugiados sirios con caramelos envenenados y un personaje animado usado con frecuencia por supremacistas blancos.
Pero ahora se aprestan a ser los hijos presidenciales más influyentes en décadas, debido a que los vástagos de los últimos mandatarios han tenido mucho menos edad que el mayor de los hijos de Trump, los cuales tienen treinta y tantos años.
Durante la campaña, Eric Trump insistió en declaraciones a la AP en mayo que los hijos de Trump se concentrarían en la compañía, pero “vamos a estar siempre disponibles si nos necesita… Nosotros haríamos cualquier cosa por él”.
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Por JONATHAN LEMIRE