El expresidente de EEUU Barack Obama llamó hoy a luchar contra la xenofobia, los nacionalismos, la intolerancia y las tendencias antidemocráticas junto a la canciller alemana, Angela Merkel, quien defendió de nuevo su política de refugiados y elogió la solidaridad de millones de alemanes.
Además, subrayó que la ayuda humanitaria, a la resolución de conflictos y a la lucha contra el cambio climático no es “caridad” sino una “inversión” en el bienestar nacional, porque “en nuestro mundo no nos podemos aislar”.
En un acto multitudinario ante la emblemática Puerta de Brandeburgo de Berlín durante el Congreso de la Iglesia Evangélica alemana, Obama reconoció que la globalización, la tecnología, la desigualdad y fenómenos como la crisis de los refugiados han generado “miedos” que hay que combatir.
Europa, recordó, no ha vivido nunca un periodo de mayor paz y prosperidad que en las últimas décadas, pero los sistemas deben ser renovados para luchar contra esos miedos y es necesario defender los valores comunes frente a tendencias contrarias a los derechos humanos, la democracia o restrictivas de las libertades individuales.
Tras recordar los esfuerzos que realizó durante su presidencia, junto a Merkel, para avanzar en la paz en Siria, donde continúa la guerra, subrayó la necesidad de reconocer que “lo que pasa en otros países, en África, en Asia, en Latinoamérica, tiene un impacto en nosotros” y exige ayudar a esos países a lograr democracia y prosperidad, algo a lo que se comprometió.
Merkel hizo referencia a la crisis de los refugiados, cuando en 2015 llegaron a Alemania 890.000 solicitantes de asilo, y subrayó la solidaridad y la empatía mostrada por millones de alemanes en aquel momento.
Como Obama, la jefa del Gobierno alemán reconoció la imposibilidad de alcanzar el cien por cien de las metas políticas y lo inevitable de ciertas derrotas, pero subrayó la importancia de perseguir los objetivos que se consideran valiosos y recordó la historia de la Alemania dividida y reunificada.
“Hay que mirar hacia delante”, subrayó la canciller, quien defendió su política de acogida de refugiados, pero también su decisión de acelerar la tramitación de las solicitudes de asilo para expulsar del país a quien no tiene derecho a ellos.