Esa frase, poco divulgada es atribuida a papá Stalin, cuando su Canciller Molotov le informó que, cuarenta divisiones de las Wehrmacht, habían traspasado la frontera polaca con dirección a Ucrania en lo que se conoció como Operación Barbarroja en junio 22 de 1941.
Quedaba así, a la vista de todo Occidente, sin valor ninguno el Pacto que ambas potencias habían rubricado apenas dos años antes que, dejó estupefactos a todos los analistas de entonces, el demencial cambio de rumbo que, esa Alemania imprimió a una guerra que, hasta ese preciso momento nadie esperaba y que, cuatro años después sería su epitafio.
Si en esta Latinoamérica, se contase con gobernantes intelectuales, en lugar de tanto palurdo que, se impuso y generalmente merced a amañadas elecciones, una respuesta similar o afín, podría insertarse en esta contemporaneidad, en la que el vulgo,
inculto, masificado y sin horizonte conocido, ahora pugna por el aborto, el matrimonio entre invertidos, declamaciones por el estilo y, siempre recuérdenlo: Comida.
En lugar de incoar a sus gobernantes y con idéntico ahínco, respecto a la cantidad de cientos de miles de trashumantes que, sin dirección ni contralor, deambulan erráticamente y, sabiendo que el objetivo de tantas caravanas es con dirección al norte.
Lo cuál, antes que después, terminará impactando en un descontado baño de sangre en las limítrofes California, Arizona, Nuevo México y/o Texas.
Ello que, entiendo, cualquier sujeto con dos dedos de frente, debería de admitir como plenamente inexorable, al parecer, no conmueve a nadie.
Comenzando por la inmanejable Colombia, dónde un cadete de los cafetaleros –Iván Duque-, insiste impertérrito en el aumento de la presión tributaria.
Y en la contracara de éste, con la excepcionalidad aislacionista de sus pares, Lasso en Ecuador, Piñera de Chile y en bastante menor medida, Lacalle Pou en Uruguay, que, integralmente representan la extinción del sistema capitalista, el resto, muy enderezado se encuentra en adentrarse sin dudas ni cavilaciones en abrazar la sovietización de dos subcontinentes.
Pese a ello, ni aquí en WDC, ni en ningún meridiano sureño, nadie con una pátina de responsabilidad parece comprender los alcances de un entuerto, tan fácil de ver con sólo observarlo fugazmente.
Quizás, el envilecimiento extremo de todos estos neo castristas, por una parte, sea el impedimento más emblemático para sumar esfuerzos entre todos ellos y las inmundicias que gobiernan, en aras de unificar un discurso superador y que, constituídos en un mono bloque, se unan para plantearle a Washington, bien sea una rémora actualizada del Plan marshall con tonalidades más caribeñas, o bien, solicitar un regional auxilio a esta Unión, para mitigar y desacelerar una hecatombe en proceso de inicio.
Ello en homenaje a que, un descomunal apiñamiento concéntrico de parias y hambrientos tiene severamente trazado, un excluyente objetivo, no siendo otro que traspasar -de momento sin armamento-, los límites de estos EE. UU, pero que, en virtud al repudio social que esas caravanas de cafres, provocan en otros de su idéntica condición que, resienten -y con bastante razón-, la circunstancia que, el delito callejero, la promiscuidad sanitaria y todo lo a ello concerniente, deja a su paso es ya demasiado tóxico.
Debiéndo de sumarse a este inmenso caldero, el hecho que sea Cuba, México,Venezuela, Haití, Guatemala, Argentina, Perú, Bolivia o cualesquiera otros puntos cardinales que, azarosamente elijamos, la ecuación, pues, es la misma, ergo, con descontada irresolución de continuidad.
Porque con la salvedad de AMLO, todos estos postulantess fidelistas, no son más -ellos, sus ministros, legisladores y jueces e incluso los opositores-, algo diferente a un enorme contubernio de carne presidiaria.
Y es, -entiendo-, tomando esa simple ecuación radiográfica que, cualquier solución integradora es del todo imposible en implementar.
Quizás sea, cuanto diré a continuación, un expresionismo bañado y teñido de lo que ahora se etiqueta con tanta frecuencia, como algo políticamente incorrecto, pero si dejamos a un lado tantas farsas, clichés y frases hechas, no avizoro otra salida que, la promoción de instar a que sean las Fuerzas Armadas -con sus limitaciones más que evidentes-, quienes deban de asumir el contralor de un pandemonium en simple y clara metabolización y, antes que a todos nos estalle en nuestras caras.
Porque si desechamos esta ecuación, admito que de una tonalidad subidamente facciosa ¿cual otra podría implementarse?.
Acaso ¿más elecciones?, insertadas en democracias tan fictas, tragicómicas y arrabaleras, como una moneda con ambas caras iguales, en las que el dispendio de fondos para paliar tantas necesidades esenciales, se vuelca graciosamente para que un hato de maleantes se sucedan unos a otros tan alegremente.
No olvidemos que ya, el canto de sirena, entronizada en ese inveterado sueño de tantos hebreos, con eso de la Internacional Socialista, comienza a flamear entre todos nosotros, quienes habitamos en estos USA, a punto tal que, comienza a atisbarse, la ecuación de una repulsa al no gravámen respecto de las abultadas fortunas que, a caballo de esta Plandemia, se están multiplicando en Wall Street, prácticamente hasta el infinito.
Y en sintonía con este, digamos Movimientismo, los Alemanes -que saben bien acerca de sufrimientos y padecimientos ya pretéritos-, sin perjuicio del resultado cierto de las electorales de ahora, decidieron expropiar doscientos cuarenta mil inmuebles, acaso anticipándose a España, en la que existen casi cuatro millones de apartamentos vacíos.
En otros términos y para que se entienda adecuadamente que, esta Entrega no es una panfletaria Propaganda, sino y en exclusivo, una clara, simple, admonitoria y, temprana advertencia, esta Casa Blanca, inquilinada por un zoquete, y a quién
Xi Jinping ni le contesta el teléfono, debe incorporar en su cerebro que, debe de mancomunar todos los esfuerzos y recursos -antes que el dólar se cotice a unos centavos de su actual valor-, que posee un imperativo moral de tomar a toda la América Latinja bajo su regazo.
Todo ello para aventar el peligro extremo que, estemos constreñidos a parafrasear a Stalin con su ominosa reflexión, luego de haberse anoticiado que la Madre Rusia había sido invadida, con eso de…
NOSOTROS NO MERECÍAMOS ÉSTO.