¿Qué otro presidente latinoamericano y del mundo se calzará las botas de José –Pepe- Mujica?
Ni aún en su propio país aparecerá un líder político con esa entereza, honestidad, sencillez y transparencia en sus acciones públicas y privadas.
Para Mujica la riqueza material nunca ha sido el objetivo central de su vida aunque vive felizmente bien y con todo lo necesario para alcanzar un espacio social de plenitud.
Un magnífico referente moral y ético en medio de tantos escándalos de corrupción que corroen el diario vivir de la sociedad moderna.
No tiene el tono de voz del tradicional político demagogo que busca impresionar a las masas, específicamente a las desposeídas.
El mensaje de pulcritud ha rodeado la vida de este político uruguayo, que gobernó su país durante el periodo del 2010-2015, dejando atrás las normas protocolarias tradicionales.
Es difícil el surgimiento de otro líder con las cualidades de este hombre que demostró que se puede gobernar con honestidad, sin cargar con el dinero de los contribuyentes.
Ha sido el presidente de América Latina que con mayor vehemencia y firmeza combatió la corrupción desde el poder, practicando con el ejemplo una vida pública austera y libre del exhibicionismo.
Y ello le valió que lo bautizaran como el “presidente pobre” y hasta algunos tremendistas se mofaron de él insinuando que estaba “loco”. Su coherencia discursiva ha sido permanente antes de ser presidente de Uruguay, estando en el poder y después de haber finalizado su gestión.
En un mundo donde la desigualdad y concentración de riqueza aumenta vertiginosamente, es verdaderamente justo que haya un líder interesado en hablar y defender la honestidad como práctica social y política.
Peregrino de la Honestidad
Cuando acude a un país siempre lleva en su mochila la bandera de la honestidad en el manejo de los recursos públicos.
Mujica ha defendido con gallardía la transparencia y pulcritud desde el Estado como base en la decencia en la sociedad, así como en el arte de gobernar.
Su presencia en la República Dominicana fue bien recibida por amplios sectores sociales y mayoritariamente entre la juventud.
En realidad no todo está perdido en el país, y una reciente demostración fue la cálida bienvenida a la visita del ex mandatario uruguayo.
Jóvenes de distintos estratos sociales abarrotaron los lugares donde se presentó el ex presidente de la República de Uruguay, particularmente en el Alma Mater de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) y en el auditórium de la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña (UNPHU).
Muchos no pudieron escuchar directamente sus intervenciones por la falta de espacio. ¿Y qué lamentable que no se buscó el Palacio de los Deportes para que más personas escucharan sus magnificas reflexiones?
Mujica con la Juventud
Mujica cuando habla parece más que un político, un sacerdote católico o un pastor evangélico convencido de que sus expresiones pueden transformar a la humanidad. No apela al uso de palabras rebuscadas con ribetes filosóficos; va directo, sin maquillaje y firmemente identificado con el contenido de su discurso.
¿Cuál es su magia para interactuar y lograr la atención de los jóvenes como lo hizo recientemente en Santo Domingo?
Impresiona positivamente que un líder octogenario logre tanta aceptación entre la juventud que más bien ve en él la aspiración de tener una sociedad menos corrupta, donde las necesidades de la mayoría estén resueltas, con menos privilegios para algunos pocos y oportunidades para la generalidad.
Su propia imagen visualizada transmite el rostro y figura de un hombre bueno y sincero, que se conduele del dolor de los pobres y que abdicó de la parafernalia del poder mientras gobernaba su país.
En sus intervenciones públicas en la República Dominicana, Mujica abordó varios temas entre ellos, la pobreza que genera la corrupción administrativa del Estado; consumo y tráfico de drogas, la injusticia social, concentración de la riqueza en el mundo, falta de trabajo entre la juventud, desigualdad salarial, necesidad de la solidaridad, la plutocracia en el manejo del poder, la destrucción de la clase media, dependencia de América Latina con las economías más desarrolladas, explotación de los trabajadores, la división mundial, la violencia, de la urgente necesidad de que los jóvenes valoricen la vida y de la propensión de la especie humana hacia el suicidio.
Entrevistado en el almuerzo del Grupo de Comunicaciones Corripio, el ex presidente de Uruguay, José –Pepe- Mujica advirtió que: “No podemos vivir solo para los problemas materiales y olvidarnos de las cosas espirituales, la familia, los hijos, amigos y la diversión social. No podemos ser esclavo del trabajo, debemos ser felices en un ambiente de confraternidad y hermandad”.
El ex guerrillero y líder del Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros, deja entre la juventud dominicana un aporte invaluable para la reflexión acerca del presente y futuro de la humanidad.
Artículo de Manuel Díaz Aponte