En la política dominicana, el diálogo entre los líderes y la base de sus partidos es esencial para mantener la cohesión y el apoyo. Sin embargo, la administración del presidente Luis Abinader se encuentra actualmente en un momento crucial, donde el descontento de algunos sectores de su partido, el Partido Revolucionario Moderno (PRM), ha comenzado a emerger de manera más evidente.
Desde su llegada al poder en 2020, Abinader prometió un cambio significativo en la forma en que se gobernaba el país. Las expectativas eran altas, tanto entre sus simpatizantes como en la población en general. Sin embargo, conforme pasan los meses, algunos miembros de la base del PRM sienten que las promesas no se han materializado en acciones concretas que aborden problemas críticos como el desempleo, la inseguridad y el costo de vida.
El contexto económico de la República Dominicana también ha sido un factor determinante en el descontento hacia la figura de Abinader. A pesar de los intentos del gobierno de reactivar la economía tras la pandemia, la inflación y el aumento de precios de productos básicos han golpeado con fuerza a la clase trabajadora. Este escenario ha llevado a muchos a cuestionar si la administración realmente está abordando las necesidades de su base electoral.
La percepción de corrupción y la falta de transparencia en la gestión pública son preocupaciones que no solo afectan a la población en general, sino también a quienes apoyan al PRM. Las alegaciones de irregularidades en la administración pública pueden erosionar la confianza en el liderazgo de Abinader y provocar un distanciamiento entre la base y su líder. La falta de acciones contundentes contra la corrupción podría intensificar este descontento.
Las luchas internas dentro del PRM son otro factor que contribuye al desasosiego de la base. Diferencias en la dirección política del partido o el enfrentamiento entre facciones pueden generar tensiones que afectan la unidad del proyecto político. La percepción de que ciertas decisiones no reflejan los intereses del partido puede llevar a una pérdida de apoyo fundamental, especialmente en un contexto electoral.
Finalmente, la falta de comunicación efectiva entre Abinader y su base de simpatizantes puede ser un factor crítico en esta situación. La desconexión entre las preocupaciones reales de la población y las estrategias implementadas por el gobierno puede generar un ambiente propicio para la disidencia dentro del partido. La percepción de que el liderazgo no está sintonizado con las necesidades de la base puede resultar en una disminución del apoyo popular.
El presidente Luis Abinader se encuentra en una encrucijada que requiere atención cuidadosa para restaurar la confianza entre su base y su administración. Abordar las preocupaciones económicas, garantizar la transparencia y fomentar un diálogo abierto con los sectores del partido son pasos necesarios para fortalecer la cohesión interna. La capacidad del presidente para gestionar estos desafíos determinará no solo su legado, sino también el futuro del PRM en un contexto electoral cada vez más cercano. La política dominicana, una vez más, se convierte en un juego de equilibrio entre promesas, expectativas y realidades que pueden cambiar en un instante.
El autor de este articulo es miembro del Partido Revolucionario Moderno(PRM).