Los “Tres Amigos”, el título con el que se popularizaron las cumbres entre los líderes de Estados Unidos, Canadá y México, certificaron hoy en Ottawa su regreso tras años de distanciamiento y se pusieron como ejemplo contra las crecientes tendencias proteccionistas.
Los presidentes de Estados Unidos, Barack Obama, y México, Enrique Peña Nieto, y el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, completaron hoy su reconciliación con la primera Cumbre de Líderes de Norteamérica celebrada desde 2014, y en la que profesaron su voluntad de aumentar su integración.
Tras varias horas de reuniones bilaterales y tripartitas, los tres países acordaron la puesta en marcha de un plan de acción sobre cambio climático, energía y medioambiente que establece que para 2025, la región generará un 50 % de energía limpia.
El objetivo de energía limpia incluye fuentes renovables, tecnologías de captura y almacenamiento de carbón así como reducción de la demanda gracias a eficiencia energética. Pero también energía nuclear, lo que fue inmediatamente criticado por organizaciones ecologistas como Greepeace.
Los tres socios norteamericanos también reducirán para 2025 entre un 40 % y un 45 % las emisiones de metano del sector petrolífero, la mayor fuente mundial de este gas que causa el efecto invernadero.
Pero quizás el mensaje más importante de la cumbre fue la certificación de que los tres países han empezado a dejar atrás las fricciones de los últimos años, especialmente por la desconexión del anterior primer ministro canadiense, Stephen Harper, con sus homólogos norteamericanos.
Con una clara línea común de tono, estilo y contenido, los tres líderes presentaron hoy un frente común contra las tendencias proteccionistas y la “xenofobia”, como llegó a calificar el presidente estadounidense, que avanzan por todo el mundo.
En medio de la resaca causada por los resultados de la votación del “brexit” en el Reino Unido, Trudeau puso como ejemplo el acuerdo medioambiental y energético alcanzado entre los tres países como “prueba de que la cooperación funciona y que trabajar juntos siempre es mejor que ir solos”.
Pero quizás el que fue más contundente fue Obama, quien empezó criticando a los promotores del “brexit” al señalar que “aquellos que defendieron la salida son los mismos que ahora insisten que no hay que preocuparse” porque se mantendrá el libre comercio.
“Parece que lo que no querían eran las obligaciones que van con el libre comercio”, exclamó Obama.
El presidente estadounidense, para quien esta fue su última cumbre norteamericana ya que este año termina su segundo y último mandato presidencial, se despachó a gusto sobre la etiqueta de “populismo” que se han ganado algunos políticos.
Y aunque no nombró a Donald Trump, sus dardos iban claramente dirigidos al virtual candidato republicano a la Presidencia.
Obama afirmó que “populismo” son sus políticas o las del aspirante presidencial demócrata Bernie Sanders, porque están basadas en servir al público y que la etiqueta que realmente debería aplicarse a las otras propuestas es “xenofobia o peor”.
El presidente estadounidense dio la razón a Enrique Peña Nieto cuando este afirmó que “llevar las riendas de un país es algo más que dar respuestas sencillas, es complejo y difícil” en respuesta a una pregunta sobre Trump.
En este sentido, recomendó a Europa y el Reino Unido que “respiren” y negocien un acuerdo “ordenado” de salida para hacerlo bien, porque aunque las consecuencias a corto plazo del “brexit” parecen manejables por las economías mundiales, está preocupado “del largo plazo” en un momento de bajo crecimiento económico.
En lo que los tres mandatarios también coincidieron es en que las clases trabajadoras no se han beneficiado en la misma proporción que “el 1 %” de los grandes beneficios que la globalización ha reportado en los últimos años y que el desafío es cambiar esa situación.
“Los tres estamos preocupados. ¿Qué hacer? La receta de retirarse de los acuerdos comerciales es la medicina equivocada”, resumió Obama.