Por Anthony Boadle |
BRASILIA (Reuters) – Los partidos políticos brasileños implicados en el masivo escándalo de corrupción de Petrobras, incluyendo el del presidente Michel Temer, sufrieron un gran revés en las elecciones municipales del domingo en las que los candidatos de derecha fueron los más favorecidos.
El millonario empresario Joao Doria, del centrista Partido Social Demócrata de Brasil (PSDB), ganó las elecciones por la alcaldía de Sao Paulo, la ciudad más grande del país y tradicional plataforma para el escenario nacional.
El Partido de los Trabajadores (PT), de la ex presidenta Dilma Rousseff, destituida en agosto, fue el gran perdedor. Los votantes castigaron a esa organización, que gobernó 13 años, por estar a cargo durante el mayor escándalo de corrupción política de Brasil y la peor recesión desde la década de 1930.
El PT perdió cuatro de las cinco capitales estatales que pretendía, incluyendo Sao Paulo. El partido se quedó sin dos tercios de los municipios que había ganado en el 2012, cayendo al décimo lugar desde el tercero en el número de alcaldías controladas por cada grupo.
El Partido Movimiento Democrático de Brasil (PMDB), del presidente Temer, perdió su antiguo dominio de la ciudad de Río de Janeiro, sumida en problemas económicos. En cambio, un pastor evangélico conservador, el senador Marcelo Crivella, enfrentará una segunda vuelta contra Marcelo Freixo, del Partido Socialismo y Libertad (PSOL), un grupo escindido del PT, para decidir quién gobernará en Río.
Las primeras elecciones desde que Rousseff fue sustituida eran una prueba del apoyo a los partidos políticos principales de un país que se prepara para comicios presidenciales en 2018.
La victoria de Doria en Sao Paulo seguramente reforzará una probable candidatura en el 2018 del gobernador del estado, Geraldo Alckmin, del PSDB. El partido también contaba con ventaja en la tercera ciudad más grande del país, Belo Horizonte.
Las elecciones del domingo fueron las primeras realizadas bajo una prohibición a la financiación corporativa de las campañas, que tiene por objetivo limpiar la política brasileña tras el escándalo que involucró a la petrolera Petrobras, controlada por el Estado.
Pero las nuevas reglas, que redujeron el financiamiento de las campañas en dos tercios desde las elecciones en 2014, en cambio ayudaron a candidatos acaudalados que utilizaron sus fondos personales, como Doria, y aspirantes apoyados por las iglesias evangélicas, que se están expandiendo con rapidez.