Santo Domingo, R. D.-Por considerarlo de sumo interes a nuestros distinguidos lectores, nos honra de manera muy privilegiada el reproducir una gran historia la cual no tiene desperdicio, proveniente de una de las plumas mas fina y prestigiosa del Periodismo Domincano, de nuestro querido colega Don Alberto Quezada, Leamos:
POR ALBERTO QUEZADA
En los últimos meses se ha escuchado con mucha insistencia salir de labios de connotados dirigentes y miembros del Comité Político del Partido de la Liberación Dominicana la preocupación por la creciente ¨incontinencia verbal¨ de una amplia franja de sus compañeros de organización.
Los niveles de confrontación y contradicciones entre peledeístas han llegado a tal punto que en la medida que va pasando el tiempo y agontándose el periodo de la actual gestión gubernamental más incontrolables se ponen las lenguas de sus miembros.
Parecería como si en el partido de la estrella amarilla que fundara el profesor Juan Bosch en 1973 se haya ido de vacaciones la cordura, perspectiva y el sentido común, y en cambio, se asumiera el odioso camino de la insensatez y el encono personal.
Las tensiones son cada vez más intensas, los dimes y diretes son reiterativos, desafiantes e indetenibles entre compañeros de partido, no se respeta jerarquía, antigüedad partidaria, ni la disciplina.
Ahora bien, cuales son las posibles causas que nuestro modo de ver han venido generando este fenómeno nunca visto en la exitosa entidad política. A nuestro modo analisis son dos las causas, una de naturaleza partidaria y la otra de tipo gubernamental. Pasamos a explicarlas:
En lo partidario hay que señalar la falta de dinamismo en los espacios institucionales del PLD para que los miembros y seguidores de ese partido político diriman sus problemas internos sin necesidad de hacerlo público.
Además, la mayoría de los organismos de ese colectivo político no están funcionando, no se reúnen, no se realizan actividades y mucho menos se escuchan a los compañeros; hay una profunda y prolongada inercia partidaria.
En tanto que, en el orden gubernamental se señala la ausencia de un actor válido en el Palacio Nacional que pueda canalizar hacia presidente Danilo Medina cualquier planteamiento o pedimento de algún miembro o dirigente de esa entidad política.
El fenómeno se explica por eso, si no funcionan los mecanismos formales e institucionales para canalizar los problemas e inquietudes, lo más lógico es que se tomen los medios de comunicación tradicionales y las redes sociales a su disposición para expresarse. No es otra cosa.