Durante su larga trayectoria como conductor de los programas de televisión “The Apprentice” y “Celebrity Apprentice”, Donald Trump el actor representó a un hombre de negocios que parecía fabuloso, pero el público nunca vio lo que ocurría detrás de bastidores.
Semana tras semana, año tras año, 14 temporadas de ambos programas lo representaron como un hombre inteligente, decidido, contundente, benévolo y rico, muy rico.
Esta imagen de un Trump que nunca se equivoca resultó ser la plataforma de lanzamiento ideal para una campaña presidencial que nadie habría imaginado entonces.
Sin embargo, nunca fue clara entonces la línea demarcatoria entre la realidad y lo mostrado en los programas, y esa diferencia sigue siento materia de discusión ahora, en varios aspectos.
Resulta que el lado invisible del conductor de los programas era más oscuro. Personas que trabajaron con Trump han dicho a The Associated Press que en sus años como jefe de los reality shows, Trump humilló reiteradamente a las mujeres con expresiones sexistas, calificaba a las concursantes por el tamaño de sus senos y hablaba sobre con cuáles le gustaría tener relaciones sexuales.
Una exconcursante, Summer Zervos, dijo el viernes que Trump le hizo varias insinuaciones sexuales no deseadas en 2007, cuando se reunió con él en un hotel de Beverly Hills para hablar sobre un trabajo potencial. Zervos, que había competido en el programa en 2006, sostiene que durante esa reunión, Trump la besó con la boca abierta y le tocó los pechos.
La conducta abusivo de Trump hacia las mujeres no era evidente para los espectadores del programa de televisión.
El experto en cultura pop Robert Thompson opinó que el espectáculo resultó al final “muy, muy importante para la conformación y consolidación de la imagen de Donald Trump que luego llegaría a convertirse en el candidato del Partido Republicano”.
“Si ‘The Apprentice’ no se hubiera creado, no creo que Donald Trump estaría donde está ahora políticamente”, agregó Thompson.
Trump ya tenía una reputación descomunal cuando se lanzó “The Apprentice” en enero de 2004. En ese momento, el hombre de negocios con una habilidad especial para la autopromoción ya había subido muy alto y caído en desgracia financiera. Estaba tratando de repuntar financieramente, más centrado en vender licencias con su apellido, que en construir inmuebles.
Para el programa de televisión no importaba el hecho de que Trump comenzó en los negocios con dinero heredado, que sus casinos iban a más bancarrotas, que sus negocios a menudo no eran tan rentables como él había insinuado o que sus proyectos dejaron atrás una fila de contratistas furiosos con facturas impagas.
A pesar de todo, Trump había hecho con mucho entusiasmo varias apariciones en películas y programas de televisión para promoverse como un titán de los negocios.
“Mi nombre es Donald Trump y soy el mayor empresario de bienes raíces en Nueva York”, declaró Trump en el primer episodio de la primera temporada de “The Apprentice”, con su característica falta de modestia. “He dominado el arte de los acuerdos y he convertido el nombre Trump en la marca de más alta calidad. Como maestro, quiero legar mis conocimientos a otras personas”.
Esa serie de afirmaciones eran dignas de ser comprobadas en los hechos, solo para empezar. El periódico local de Trump, The New York Times, recalcó que aunque el audaz astro de “The Apprentice” podría haber tenido la proyección de imagen más alta de los empresarios inmobiliarios de la ciudad, muchos de ellos estaban haciendo más negocios y más grandes.
La gente se veía atraída hacia la personalidad de Trump como un jefe duro e irreverente que ofrecía “al menos la ilusión de un camino hacia el éxito”, opinó Jeffrey Sonnenfeld, un vicedecano en la Yale School of Management, que escribió unas fuertes críticas públicas de la serie para los periódicos. Llegó a conocer Trump después de que el empresario le llamó a quejarse de las críticas del académico a las prácticas comerciales planteadas por Trump en el programa.
Para muchos estadounidenses, dijo Sonnenfeld, Trump representaba la “realización del sueño americano”.
Trump ha dicho que el show fue un éxito porque capturó al Trump auténtico, pero en otras ocasiones restó importancia a algunos de sus comentarios insultantes en el programa, diciendo que “mucho de eso era para el espectáculo”.
En declaraciones a las cámaras, en enero de 2004, Trump admitió que había sufrido varios problemas financieros, pero que “resolvió todo” mediante el uso de su inteligencia, para volver con más fuerza que nunca. Sin embargo, medio año después, en agosto, Trump Hotels & Casino Resorts Inc. se declaró en bancarrota. En 2009, los casinos de Trump pasaron por otra quiebra. Una bancarrota corporativa adicional en 2012 acabó con la participación restante de Trump.
En cuanto a la parte benévola de Trump presentada en “The Apprentice”, el diario The Washington Post informó en agosto que en casi todos los casos en el programa donde Trump se comprometió a hacer una contribución personal a una organización benéfica, la donación final procedió de fuentes distintas a Trump.
Eric Dezenhall, un consultor de manejo de crisis que reside en Washington DC, dice que Trump fue un experto en las dos habilidades necesarias para tener éxito en la televisión: “tener un gesto atractivo y ser provocativa”. Su gesto: “Soy un genio en los negocios”. Sus provocaciones: no tienen fin.
“Gritas y gritas”, explica Dezenhall. “Todo el concepto de ‘estás despedido’ es aislar a tu enemigo. Estás identificando a alguien como malo y lo expones públicamente. Eso es exactamente de lo que se trata esta campaña”.
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Nancy Benac