Desde que Keiko Fujimori se clasificó para entrar a la segunda vuelta el 11 de abril todo su discurso se ha centrado en demostrar que ella es LA garante de la democracia contra el peligro del comunismo y del terrorismo. Gracias a esa propaganda ella pudo ganar el apoyo de la mayor parte de los medios de comunicación y del centro y de la derecha.
Sin embargo, apenas perdió el balotaje el 6 de junio ella volvió a demostrar que no tenía absolutamente nada de demócrata. Se negó a aceptar los resultados, ha promovido golpes y la desestabilización, ha hecho todo lo posible para que este Gobierno no pueda gobernar y no deja de conspirar para lograr la inmediata caída de sus rivales.
El 4 de noviembre ella ha demostrado que su “anticomunismo” es pura pose. Ese jueves el congreso le dio el voto de confianza al segundo Gabinete de Castillo por 68 contra 56 votos. Al igual como pasó el 26 de agosto cuando se dio el voto de confianza al primer Gabinete, todos los 24 legisladores de Fuerza Popular (FP) unánimemente votaron en contra de ratificarle. Sin embargo, ahora hubo una gran novedad. El principal Grupo Parlamentario que votó junto con el fujimorismo contra el equipo ministerial de Castillo fue el de los 16 legisladores que siguen al Secretario General de Perú Libre (PL) Vladimir Cerrón y a su ideario “marxista-leninista”.
Al rechazar al primer Gabinete de Castillo FP logró el apoyo de otros 26 congresistas derechistas, pero al hacer lo mismo con el segundo Gabinete solamente 16 parlamentarios derechistas le siguieron. Si esos 10 votos que perdieron esta vez hubieran continuado su rechazo, Mirtha Vásquez hubiera caído.
Durante toda la segunda vuelta Keiko se la pasaba diciendo que Castillo era un títere de Cerrón, contra el cual ella pedía polemizar. Incluso, fue a la ciudad donde él estaba a demandar “Cerrón no te escondas”.
Apenas se daba inicio al balotaje tuve una entrevista que tuvo millones de vistas en la que aclaraba que Castillo no tiene nada de comunista, que él nunca se ha reclamado como socialista, antiimperialista, antioligárquico o revolucionario, que él ha conformado rondas contra el senderismo y que su única experiencia partidaria que ha tenido la ha hecho durante década y media en Perú Posible del expresidente Alejandro Toledo.
Ahora que Castillo ha demostrado de manera más clara su distancia de Cerrón, Keiko ha preferido hacer un frente común con sus “marxistas-leninistas” contra un Presidente que rechaza abiertamente al comunismo y al chavismo.
La verdad es que el fujimorismo se ha levantado gracias a los errores de muchos que se llaman “marxistas-leninistas” (aunque no necesariamente siguen su ortodoxia). Una de las razones por las cuales Alberto Fujimori ganó el primer balotaje peruano en 1990 es porque los apristas y todas las gamas de la dividida Izquierda Unida le apoyaron contra Vargas Llosa. Fujimori tras incorporar algunos cuadros de la IU a su gabinete o equipos dio su famoso fuji-shock.
Luego, Fujimori se consolidó dictatorialmente en el poder apelando a transformar al terrorismo “marxista-leninista-maoísta” en el enemigo central. El senderismo, quien siempre estuvo en contra de los paros y movimientos de masas, ayudó a que crezca la represión estatal colocando a los sindicatos y organizaciones populares en medio del fuego cruzado entre militares y gonzalistas. Una vez que capturaron a Abimael Guzmán negociaron con el jefe senderista para que abandone las armas, pida la “reconciliación nacional” y se disuelva en el Movimiento por la Amnistía y los Derechos Fundamentales (MOVADEF), el único partido de izquierda en el mundo que siempre ha pedido el indulto a Fujimori, Montesinos y a todos los uniformados acusados por corrupción y violaciones de derechos humanos, como forma de lograr la amnistía a sus propios presos.
Si el antiterrorismo fue siempre la gran bandera del fujimorismo, Keiko bien pudo haber ganado la Presidencia en 2016 si es que Guzmán hubiese dado un sí a la propuesta escrita de Montesinos escrita con su propio puño y letra para que este instruya a sus miles de seguidores para que influyesen a varios de los 300 mil peruanos que habían suscrito las planillas del MOVADEF para que le hubiesen dado los 40 mil votos que la “chica” necesitaba para sobrepasar a Pedro Pablo Kuczynski.
La llamada guerra contra el terrorismo y el comunismo sirvió para que el fujimorismo eliminase derechos laborales y democráticos, rematase prácticamente todas las empresas y servicios públicos, hiciera que la educación y salud sean lujos privados, y abriera paso a un sistema de extrema corrupción y de prepotencia contra las leyes.
Fujimori llegó a la Presidencia gracias al voto de la mayoría de las organizaciones comunistas e izquierdistas legales. Se consolidó como dictadura queriendo unir a toda la nación contra el senderismo y luego convirtiendo a este movimiento en el que más sigue pidiendo la amnistía para Fujimori y Montesinos. Quiso volver al poder demonizando a Castillo como si fuera un “comunista” pelele de Cerrón y ahora ha querido haber depuesto al Gabinete uniéndose a los “marxistas-leninistas” de Cerrón y Bellido.
En gran parte, el fujimorismo ha logrado utilizar en su propio beneficio a los comunistas peruanos, porque estos, en el fondo, no son consecuentes con los principios más básicos que enarbolaron Carlos Marx, Vladimir Lenin o José Carlos Mariátegui. Todos ellos postulan que los trabajadores asalariados debían estructurarse como una clase políticamente diferenciada separándose de todos los capitalistas y preparándose para hacer su propia revolución.
Uno podrá estar a favor o en contra de ellos, pero cualquier conocedor de sus obras puede afirmar que ninguno de ellos hubiese llamado a hacer una provocadora “guerra popular” al margen y en contra de las organizaciones laborales, apoyado a un candidato “burgués” (como Fujimori en 1990) o haberse aliado a la extrema derecha para lograr que caiga un Gabinete de centroizquierda.
Si el rey Midas toco lo que tocaba lo convertía en oro, el fujimorismo a todo el que se le acerque lo oxida. Henry Pease, Gloria Helfer y la IU nunca se recuperaron políticamente tras haber apoyado o integrado el primer Gobierno de Fujimori. Keiko ha logrado captar a algunos antiguos partidarios de la revolución socialista a apoyarle abiertamente, tales como Mario Vargas Llosa, Mirtha Chávez, Luis Galarreta, Nano Guerra o Fernando Rospiglosi.
Vargas Llosa al endosar a Keiko en junio destrozó toda su reputación liberal de haber sido una de las personas que más condenaba a lo que él caracterizaba como una de las peores y más sangrientas y corruptas dictaduras. El novelista que quiso lograr que el fujimorismo evolucione hacia el Partido Popular español terminó siendo usada por Keiko para que FP ahora coordine con la extrema derecha pan hispanista de VOX.
Montesinos logró que todos los presos y activistas senderistas pidan la excarcelación suya y la de Fujimori. Con esa política Guzmán no consiguió nada más que acentuar su propio desprestigio. Cuando él ha muerto y su cuerpo ha sido quemado y dispersado casi nadie ha salido a reivindicarlo.
Si el ala “marxista-leninista” de PL hubiera querido mostrar su desencanto con los “caviares” de Vásquez bien pudieron haber dicho ello pero a la hora de la votación someterse a la mayoría de la bancada, abstenerse o retirarse del hemiciclo. Al haberse coludido con los congresistas de Keiko, Rafael López Aliaga y Hernando de Soto se han desacreditado y han dejado de contar con el respaldo de la mayoría de la bancada y de los seguidores de Castillo. Con ello han consolidado a los “caviares” dentro del Gabinete y a que el Presidente se base en ellos y se les vaya distanciando.
El fujimorismo ha demostrado tener no solo una serie de “tontos útiles” en el resto de la derecha que le secunda, sino también “comunistas útiles” que puede emplear para avanzar o para querer desestabilizar o hacer caer a Castillo.
Isaac Bigio
Analista internacional