La estrella de los Cavaliers de Cleveland, el alero LeBron James, se mostró feliz de haber superado la eliminatoria de las finales de la Conferencia Este tras vencer por 79-87 a los Celtics de Boston en el decisivo séptimo partido y haber cumplido el objetivo de llegar de nuevo a las Finales de la NBA, la octava vez consecutiva.
James lo consiguió cuatro veces seguidas con los Heat de Miami y ahora lleva cuatro con los Cavaliers, con una combinación de tres títulos de liga en las siete participaciones anteriores.
Mientas que cuando jugaba con los Heat siempre su equipo era el favorito a conseguir el título, con los Cavaliers le ha sucedido todo lo contrario y solamente una vez se rompieron los pronósticos, gracias precisamente a sus genialidades en el duelo ante los Warriors de Golden State.
“Estamos preparados para vivir de nuevo la misma experiencia de no ser los favoritos a conseguir el título, pero es algo que para nada me preocupa”, valoró James. “El objetivo era estar en la lucha por otro título y lo logramos”.
James, que volvió a ser decisivo con su aportación de un doble-doble de 35 puntos, 15 rebotes, nueve asistencias y ocho perdidas de balón, faceta del juego que reconoció debe cuidar cuando lleguen los partidos de las Finales, sabe más que nadie que en la lucha por el título todo puede suceder.
“Tenemos la oportunidad de jugar de nuevo las Finales, sin importar luego cual pueda ser el resultado final”, valoró James. “Mucho menos que nos preocupe si salimos como favoritos o no a conseguir el título”.
Su rival será el campeón de la Conferencia Oeste, que el lunes quedará decidido cuando en el séptimo partido de la serie que está empatada a 3-3, se enfrenten los Rockets de Houston, en su campo del Toyota Center, ante los Warriors de Golden State, actuales campeones de la NBA y verdugos el año pasado de los Cavaliers.
“Creo que están ante el jugador equivocado a la hora de hacer esa pregunta sobre el equipo que sale favorito”, argumentó James. “A mi lo único que me preocupa es salir al campo y competir”.
Eso fue lo que hizo durante los siete partidos, incluido el decisivo en el que personalmente le pidió al entrenador de los Cavaliers, Tyronn Lue, que le dejase jugar los 48 minutos.
“Mi trabajo fue ver como podía encajar el resto de los minutos de los jugadores para que el equipo estuviese siempre compensado”, explicó Lue. “Simplemente estamos ante el mejor jugador del mundo”.
Lue también reconoció que todo el equipo respondió con el máximo de esfuerzo en apoyo a su compañero el ala-pívot Kevin Love, que no pudo jugar por estar bajo el protocolo de la conmoción cerebral, para darle la oportunidad de seguir en la competición.
“Todos se crecieron y consiguieron que Love pueda tener la oportunidad de competir de nuevo en las Finales de la NBA”, destacó Lue, que destacó de manera especial al alero Jeff Green, que salió en el puesto de Love y consiguió una aportación de 19 puntos y ocho rebotes.
Green dijo sentirse entusiasmado por el apoyo que recibió de todos los compañeros y eso hizo que se sintiese cómodo durante todo el partido.
“Era consciente de la responsabilidad que tenía y junto a mis compañeros hicimos las cosas que ayudaron al equipo a conseguir la victoria al darle a James el apoyo que necesitaba”, valoró Green. “Ahora a pensar en las Finales con el convencimiento que podemos luchar también por la victoria”.
La misión será mucho más complicada que enfrentarse a un equipo al que le faltaban los dos jugadores franquicia, pero dentro de los Cavaliers admitieron que mientras que el “King” James esté en plenitud de forma, todo es posible, incluido el ganar un título de liga como ya lo consiguieron en el 2016.