Los debates en televisión están ya indisolublemente ligados a las campañas electorales en Estados Unidos y suponen un pilar fundamental dentro de las estrategias de campaña de los dos grandes partidos. Más de seis décadas después del primer cara a cara, protagonizado por John F. Kennedy y Richard Nixon, se reeditarán los enfrentamientos entre Joe Biden y Donald Trump.
Unos 70 millones de personas siguieron por televisión en 1960 el debate entre el entonces vicepresidente de Estados Unidos, Nixon, y el aspirante demócrata, Kennedy. El carisma y la imagen de este último inclinaron la balanza a su favor –terminó ganando las elecciones–, ya que los analistas sentenciaron que a Nixon, que aún se estaba recuperando de un ingreso hospitalario, le había pasado factura su mal aspecto.
Habría que esperar 16 años para el siguiente debate. En 1976, se enfrentaron el demócrata Jimmy Carter con el entonces presidente, Gerald Ford, que dejó una frase para la historia: “No hay dominación soviética en el este de Europa y nunca la habrá bajo la Administración Ford”.
Por primera vez, en esa campaña también se enfrentaron los aspirantes a la Vicepresidencia por cada uno de los grandes partidos, fórmula que se irían replicando en las décadas posteriores y que concede también un papel protagónico al ‘número dos’, llamado a suceder automáticamente al presidente en caso de dimisión, cese o fallecimiento.
Carter repitió cuatro años más tarde, en esa ocasión con el republicano Ronald Reagan enfrente. Más de ochenta millones de personas se sentaron ante el televisión, lo que dio a la cita una cifra de audiencia récord que no se superó hasta 2016.
La edad de Reagan fue uno de los grandes temas que sobrevoló su campaña a la reelección en 1984 –tenía 73 años–, pero el presidente supo jugarlo a su favor frente al demócrata Walter Mondale. “No voy a aprovechar por razones políticas la juventud e inexperiencia de mi rival”, dijo Reagan, que salió reelegido.
En 1988, hubo dos debates entre los candidatos, George H. W. Bush y Michael Dukakis, y comenzó la era de la Comisión de Debates Presidenciales, una organización independiente que marca desde entonces la pautas de los enfrentamientos televisados.
LA DÉCADA DE LOS NOVENTA
De 1992 ha quedado para el recuerdo el vistazo que Bush echó a su reloj en pleno debate con el aspirante demócrata, Bill Clinton, que terminaría imponiéndose en las elecciones y repitiendo en 1996. En su segunda cita, el ya presidente Clinton afeó a su rival Bob Dole la “edad de sus ideas”, en una campaña en la que también era motivo de debate los 73 años del candidato republicano.
El apellido Bush regresó en el año 2000, de la mano de George W. Bush, que logró imponerse en las elecciones de ese año a Al Gore. El vicepresidente de Clinton suspiró sin disimulo y puso los ojos en blanco ante las declaraciones de su rival en el primero de los debates, gestos que incluso fueron ridiculizados en programas de humor.
En 2004 le llegó el turno por el lado demócrata a John Kerry, que pese a tratar de utilizar los debates para presentar un programa solvente en múltiples ámbitos no pudo desbancar al entonces inquilino de la Casa Blanca, con lo que Bush completó los ocho años de mandato.
LA ERA OBAMA
El siglo XXI supuso la irrupción de Internet en la vida de los ciudadanos de a pie, pero no sería hasta la campaña de 2008 cuando se hizo palpable el poder de las redes sociales, que el senador Barack Obama supo utilizar a su favor para alzarse con una sólida victoria frente al también congresista John McCain.
El efecto Obama se hizo notar en las cifras de audiencia, pero el pico de espectadores se lo llevaría el ‘cara a cara’ de candidatos a la Vicepresidencia –casi 70 millones–. Los protagonistas fueron Sarah Palin, inmersa en todo tipo de polémicas, y Joe Biden, ahora presidente de Estados Unidos.
El tándem Obama-Biden repitió –y venció de nuevo– en 2012. Enfrente estaba Mitt Romney, criticado tras asegurar en un debate que tenía “carpetas llenas de mujeres” que podían entrar en su Gobierno como argumento para negar la discriminación salarial por razones de género.
RÉCORD DE AUDIENCIA
En 2018, la expectación por la campaña volvió a dispararse, como lo demuestra el hecho de que 84 millones de personas vieron el primer cara a cara entre Donald Trump y Hillary Clinton, récord que a día de hoy no se ha superado y que no incluye a los espectadores que pudieron seguirlo por Internet.
Ya en estos debates Trump evitó aclarar si respetaría los resultados en caso de derrota y no dudó en agitar el pasado de Bill Clinton para contener las críticas por misoginia. “Qué mujer tan desagradable”, espetó en uno de estos encuentros el magnate, vencedor de las elecciones pese a que Hillary Clinton obtuvo más votos.
Trump salió también al ataque en 2022, con interrupciones y alusiones personales contra Biden que le terminaron pasando factura. La campaña se organizó en plena pandemia de COVID-19 y, de hecho, el republicano renunció cuando aún estaba convaleciente de esta enfermedad al segundo debate al saber que éste sería virtual.
UN PRIMER DEBATE ENTRE MUJERES
Al margen de los duelos presidenciales, y pese al calado que ha tenido en el imaginario colectivo el cara a cara Kennedy-Nixon, éste no fue el primer debate político emitido por la televisión estadounidense, ya que en 1956 hubo un primer intento protagonizado por dos mujeres.
Ese año las urnas enfrentaban al demócrata Adlai Stevenson y al republicano Dwight Eisenhower, pero los partidos recurrieron no a los primeros espadas sino a dos mujeres: la primera dama Eleanor Roosevelt representó al partido que entonces ostentaba el Gobierno, mientras que la senadora Margaret Chase Smith hizo lo propio en el bando demócrata.