Hay un decir que reza, los Estados Unidos nunca van a recibir un golpe de estado, porque no tienen una embajada americana en su territorio. Al parecer, el autor no es muy amigo de los gringos.
Pero, en honor a la verdad, la presunción general es que los golpes de estado casi siempre están auspiciados por los Estados Unidos de América en contubernio con lo peor de los miembros de la oligarquía explotadora de esa nación, que lo único que les interesa son sus beneficios personales.
Los golpes de estado, antes se les llamaba “cuartelazos” porque los protagonistas regularmente eran militares del mismo gobierno, pero, en la actualidad, ya dejaron de ser una toma del entramado gubernamental por parte de unos cuantos generales o hasta sargentos, como fue el caso de cuba. Esto ha evolucionado.
En estos momentos, aunque existen algunos amagos, ya casi están desapareciendo las invasiones militares por parte de las grandes potencias para imponer un gobierno, como fue el caso de la Hispaniola al principio del siglo pasado y de otros estados de América Latina, o, más recientemente, la llamada primavera árabe. Todos llevados a cabo por el ejército americano.
Hoy, los golpes de estados, aunque con los mismos protagonistas, son más sutiles, sin sangre, sin militares vendidos. Ahora se utilizan jueces y fiscales, pues las caídas de estos gobiernos se producen por acusaciones de corrupción.
El proceso es sumamente interesante. El primer frente de ataques es la prensa del país de que se trate y las declaraciones de los diplomáticos norteamericanos. Inmediatamente sigue la cancelación de las visas a funcionarios ligados al gobierno. Ya esto de por sí es interpretado como una condena a priori.
Luego llegan las acusaciones de malversación de fondos públicos, lavado de activos y la peor de todas, narco tráfico. Acto seguido viene el pedido de extradición de algunos funcionarios y hasta de familiares del presidente.
Ahí mismo comienzan a tambalear los gobiernos hasta caerse, aunque no se le haya probado absolutamente nada, o a desistir de una reelección si esta estaba en agenda. Muchas veces, tiempo después, esos mismos gobernantes o por lo menos sus partidos, vuelven al poder pues la población finalmente entiende que fue burlada por patrañas inventadas y rectifica. Esa situación está sucediendo en estos momentos en varios países de nuestro continente, pues como dijo Abraham Lincoln, décimo sexto presidente americano, “Se puede engañar a todo el pueblo parte del tiempo y a parte del pueblo todo el tiempo; pero no se puede engañar a todo el pueblo, todo el tiempo”.