Las elecciones intermedias de este martes confirmaron que Florida es un estado donde las elecciones se deciden por un escaso margen y en consecuencia pueden pasar días sin que se declare un ganador, como ocurre con un puesto clave en el Senado.
El senador demócrata Bill Nelson, que aspira a un cuarto mandato y, según datos actualizados, quedó a unos 30.161 votos (0,38 puntos) por detrás del candidato republicano Rick Scott, solicitó hoy que se aplique la ley electoral y se haga un recuento de los más de 8,1 millones de votos emitidos.
Nelson, de 76 años, que en ningún momento ha aceptado su derrota, aunque el presidente Donald Trump ha declarado ganador a Scott, actual gobernador de Florida, subrayó que la ley marca que cuando hay un margen de menos de 0,5 puntos, como es el caso, es necesario verificar el escrutinio.
La “fecha límite es el sábado al mediodía, o tal vez más en ciertas circunstancias”, para que los supervisores electorales puedan determinar si el recuento “procede de acuerdo con la ley”, agregó el senador.
Entre tanto, su equipo de campaña contactará a los votantes cuyas papeletas no fueron contadas, por ejemplo, debido a la falta de identificación o una dirección coincidente.
“Esperamos que los supervisores, independientemente de su afiliación partidaria, cumplan con sus obligaciones constitucionales”, dijo por su parte Marc Elias, abogado de la campaña de Nelson.
Scott, que anoche compareció ante sus seguidores en Naples (sureste de Florida) y no se atrevió a cantar victoria, aunque sí aseguró que estará en el Senado renovado parcialmente en los comicios de mitad de mandato presidencial, conoce lo que es ganar por un escaso margen.
Fue elegido gobernador en 2010 con una ventaja de 61.000 votos (1,2 puntos porcentuales) sobre el demócrata Alex Synk, y reelegido en 2014, cuando superó al demócrata Charlie Christ por 64.000 votos (1 %).
Las últimas encuestas publicadas antes de la cita con las urnas situaban a este empresario millonario – amigo de Donald Trump que ha hecho de la creación de empleo y la bajada de impuestos su bandera – ligeramente por detrás de Nelson, al que acusa de no haber “hecho nada” durante su larga carrera en el Congreso.
Pero las encuestas se equivocaron en los dos principales cargos en juego en Florida en las elecciones intermedias.
El también republicano y apadrinado por Trump Ron DeSantis, que será el nuevo gobernador de Florida, también logró dar vuelta a los sondeos que le situaban por detrás de Andrew Gillum, el alcalde de Tallahassee, que quiso ser el primer afroamericano en la Gobernación del “Estado soleado”.
La victoria fue ajustada (unos 80.000 votos de diferencia), pero Gillum aceptó su derrota y DeSantis se proclamó ganador.
Otras contiendas reñidas acabaron con victorias demócratas en dos puestos a la Cámara de Representantes en distritos del sur de Florida que estaban bajo control de republicanos cubano-estadounidenses.
El esfuerzo demócrata por dar un varapalo a Trump en estas elecciones tuvo resultados sobre todo en la Cámara de Representantes, cuyo control pudo recuperar, y las mujeres tuvieron un papel protagonista en ese logro, también en Florida.
Donna Shalala, exsecretaria de Salud del Gobierno Clinton y expresidenta de la Universidad de Miami, y Debbie Mucarsel-Powell, nacida en Ecuador y ex decana asociada de la Escuela de Medicina de la Universidad Internacional de Florida (FIU), serán las representantes en la Cámara baja de dos distritos del sur de Florida donde la comunidad cubana tiene un peso importante.
Salvo Nelson, los protagonistas de las pasadas elecciones en Florida permanecen hoy callados, con sus cuentas en las redes sociales inactivas desde hace horas, al contrario que durante la larga, dura y costosa campaña electoral.
Melvin Félix, jefe de campaña de Mucarsel-Powell, dijo a Efe que la congresista, una de las sorpresas de estas elecciones, dedicará la jornada de hoy a descansar junto a su esposo, Robert, y sus tres hijos, Willow, Jude y Siena.
Como ejemplo de la polarización del panorama político en Florida, hoy se conoció que en el condado Monroe, en el extremo sur del estado, solo hubo un voto de diferencia entre Scott y Nelson: 18.021 para el republicano y 18.020 para el demócrata.
Esta igualdad remite al agónico recuento de las elecciones presidenciales del 2000, en las que el sistema de votación de Florida tardó más de siete semanas en dar a conocer que el republicano George W. Bush había ganado al demócrata Al Gore por 537 votos en este estado y, por consiguiente, la Casa Blanca.