El Gobierno de Florida fracasó a la hora de advertir al público en 2016 sobre las floraciones de algas tóxicas en el estado y ha fallado en investigar suficientemente su impacto, concluyó un estudio divulgado hoy por las Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU).
El informe “Aguas contaminadas: amenazas para el público y la salud, y el derecho del pueblo a saber” fue realizado por el periodista e investigador John Lantigua, con información de residentes locales, científicos, grupos ambientalistas y medios de comunicación, entre otros.
En 2016 una putrefacta y espesa alga azul-verdosa inundó playas del sureste de Florida y disparó la alarma no sólo por su toxicidad, sino por su capacidad de ahuyentar a los turistas y residentes de las costas.
ACLU de Florida señaló que debido a ese brote la comunidad le pidió investigar la “transparencia” de las autoridades estatales con respecto a la difusión de información sobre el posible grave peligro para la salud pública que planteaba el flujo de algas.
Residentes y organizaciones ambientales, como la Sociedad Oceanográfica de la Florida, expresaron “preocupación por el desempeño del estado en entregar la información necesaria de manera uniforme a todos los ciudadanos en las áreas afectadas, y si el estado subestimaba la evidencia científica de los peligros para la salud pública”.
En niveles altos, esta alga, capaz de producir toxinas, puede “afectar el tracto gastrointestinal, el hígado, el sistema nervioso y la piel”, señaló entonces el Departamento de Salud de Florida.
Sin embargo, según Mark Perry, director de la Sociedad Oceanográfica de la Florida, no hubo ninguna advertencia oficial del Departamento de Protección Ambiental de Florida o del Distrito de Manejo de Agua del Sur de Florida pese a que ya habían detectado el alga.
“No hubo ningún consejo de salud pública, la gente estuvo expuesta a ella mucho antes de que hubiera alguna advertencia”, precisó Perry en el informe.
Recordó que los primeros indicios en el sureste de Florida fueron en la segunda semana de mayo de 2016, cuando un científico del Distrito de Manejo de Agua del Sur de Florida identificó una estera de algas de 33 millas cuadradas en el Lago Okeechobee.
Esas descargas contaminantes del Okeechobee viajaron por los canales del dique, ríos y estuarios hasta llegar a tres condados de la costa este: St. Lucie, Martin y Palm Beach, y uno en la Oeste, Lee.
El alga, a la que también han llamado “guacamole” por su espesor y color, ocasionó durante el puente por el festivo del 4 de Julio el cierre de algunas playas y mantuvo en alerta a turistas, vecinos, ambientalistas y autoridades locales, estatales y nacionales.