El importante grupo de presión cubano-estadounidense encabezado en el Congreso de EE.UU. por el senador Marco Rubio necesita retener puestos clave en Florida para “mantener su influencia”, pero los sondeos de cara a las elecciones del 6 de noviembre no son del todo halagüeños.
En dos distritos del sureste de Florida tradicionalmente en poder de congresistas de origen cubano, el 26 y el 27, los candidatos Carlos Curbelo y María Elvira Salazar, ambos republicanos, están en empate técnico o directamente perdiendo frente a sus rivales, Debbie Murcasel-Power y Donna Shalala, en los sondeos de intención de voto.
“Si Salazar y Curbelo pierden los escaños sí va a afectar e influir en el peso de la política (del cabildeo cubano-estadounidense) en Washington”, dijo hoy a Efe Jaime Suchlicki, director del Instituto de Estudios Cubanos de Miami.
“Para la comunidad cubano-americana, esos dos escaños sería muy importante mantenerlos por las políticas hacia Cuba y el dinero que se destina a proyectos en el sur de Florida”, subrayó Suchlicki.
La retirada de la veterana congresista republicana Ileana Ros-Lehtinen, que ha representado a Miami y sus alrededores en la cámara baja en Washington desde 1989, ha supuesto un duro golpe para las aspiraciones del grupo de presión cubano-estadounidense.
El distrito 27, que abarca el centro de Miami, la Pequeña Habana, el distrito financiero de Brickell, Coral Gables y otras áreas con población mayoritariamente hispana, ha sido el “reino” de Ros-Lehtinen, quien desde el Congreso ha alzado durante años su voz contra el Gobierno de Cuba y últimamente también contra Venezuela y Nicaragua.
Por eso, a juicio del analista político y escritor Carlos Alberto Montaner, el Gobierno cubano está mucho más pendiente de estas elecciones intermedias estadounidenses del 6 de noviembre que de las generales en otros países.
“Los servicios secretos cubanos quisieran que se destruyera o debilitara la alianza entre los legisladores cubano-americanos (…), que han mantenido vivas las sanciones contra los regímenes de Cuba, Venezuela y Nicaragua”, apuntó a Efe Montaner.
El analista y periodista cubano sostuvo que es la primera vez que está en peligro esta alianza y que “los servicios secretos cubanos trataron de destruir judicialmente al senador demócrata Bob Menéndez”, un cubano-estadounidense asentado en Nueva Jersey.
“No pudieron, pero en estas elecciones han vuelto (los servicios secretos cubanos) a las andadas” en coincidencia con la retirada de Ileana Ros-Lehtinen y las “posibles derrotas” de los republicanos María Elvira Salazar y de Carlos Curbelo, remarcó.
A juicio de Montaner, “no se trata de que sus oponentes demócratas sean procastristas, porque no lo son, sino que tampoco tienen entre sus objetivos finalizar o limitar el daño de los regímenes del Socialismo del Siglo XXI. Eso es lo que le interesa a La Habana”, aseguró.
Sucklicki apuntó que la relación de Trump con los legisladores cubano-estadounidenses, a excepción de los demócratas Bob Menéndez (senador) y el congresista Albio Sires, es de “buena sintonía”, especialmente con los senadores republicanos Marco Rubio y Ted Cruz.
Unas relaciones que han encontrado, añadió el también historiador, un cauce muy receptivo en el asesor presidencial estadounidense John Bolton, quien cultiva una “relación muy cercana con los legisladores cubano-estadounidenses” y este jueves anunció en Miami más sanciones contra Cuba y Venezuela.
A la postre, destacó Suchlicki, el peso de la minoría cubana en Washington “no depende tanto de esta comunidad como de la Casa Blanca”, favorable en el caso de la Administración actual por su “política muy crítica contra los Gobiernos de Venezuela y de Cuba”.
“La política de esta Administración hacia Cuba es mucho más dura, menos flexible” que la de Barack Obama, “por eso creo que el resultado de estas elecciones intermedias afectan relativamente” a la posición de EE.UU. con la isla caribeña, dijo.
Suchlicki cree que los cubano-estadounidenses saldrán a votar “mayoritariamente” por Salazar, que se enfrenta a la demócrata Donna Shalala, exsecretaria del Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS) en la Presidencia de Bill Clinton (1993-2001).
El problema es que Miami se ha hecho más diversa y a los cubanos se les han sumado venezolanos, colombianos, brasileños y gentes de otras muchas nacionalidades.
Incluso a nivel nacional, según dijo a Efe esta semana en Miami el gobernador de Puerto Rico, ya es una “realidad” que los boricuas superan el poder político de los cubanos en Estados Unidos.
“Estamos hablando de 2,7 millones de cubanoamericanos y 5,6 millones de puertorriqueños en Estados Unidos”, precisó Rosselló.