En el 2011 el púgil José “Bolivita” Uzcátegui dejó un lado toda su experiencia como herrero en su natal Mérida, Venezuela, para trasladarse a Tijuana, México, e intentar forjarse como boxeador profesional y concretar su sueño de ser campeón del mundo.
Uzcátegui confió en el bagaje de más de 300 peleas que adquirió como amateur, pero su cambio de vida no fue sencillo ya que dejó a su familia y en sus primeros días en México pasó necesidades antes de destacar en el profesionalismo.
“Vine en busca de un sueño, a ver si podía. Le platiqué a mi madre: tengo una oportunidad (de ser profesional), voy a México ver qué pasa y si no puedo me regreso y sigo trabajando en mi taller”, contó Uzcátegui a Efe en una entrevista.
“Soy un profesional, un experto en lo que hago no solo arriba del ring, sino también en mi taller”, añadió.
El venezolano recordó que su intención era probarse, saber si era capaz de salir adelante y aunque su madre lo apoyó también le pidió ser honesto y regresar a trabajar si no rendía como boxeador o si las cosas se ponían difíciles.
“Yo no tenía necesidad de venirme a México a boxear, pero vine porque tenía un sueño que comenzó a los seis años cuando por primera vez me subí al cuadrilátero, en ese momento dije: ‘quiero ser campeón del mundo’ y eso siempre estuvo en mi mente”.
Tras establecerse en Tijuana, Uzcátegui un día se presentó ante el promotor Fernando Beltrán, quien ha trabajado con Erik “Terrible” Morales y Juan Manuel Márquez, y le dijo: “quiero ser campeón del mundo y quiero que tú me lleves a conseguirlo”.
Con 19 años, Uzcátegui inició su aventura en el boxeo de paga el 25 de marzo de 2011 y enlazó 22 triunfos antes de su primera derrota.
Luego ligó cuatro victorias más y se ganó la oportunidad de disputar el título mundial supermedio interino de la Federación Internacional de Boxeo (FIB) ante el estadounidense Andre Dirrell, el pasado sábado en Maryland, Washington.
Uzcátegui aprovechó para darse a conocer en un combate que ganaba ampliamente, pero que terminó perdiendo por descalificación, a pesar de noquear a Dirrell.
El venezolano derribó al estadounidense en el último segundo del octavo asalto con una combinación de golpes que lanzó un instante antes de que sonara la campana y como su último impacto ya iba lanzado, no lo pudo detener.
Ante tal acción el entrenador Leo Lawson, tío de Dirrell, cobró venganza y golpeó al venezolano a mano limpia, lo cual provocó una trifulca.
La demostración de Uzcátegui fue celebrada en Venezuela al tiempo que la agresión de la fue objeto fue reprobada por sus compatriotas, a quienes pidió seguir luchando para lograr un cambio en el país.
“Venezuela es un gran país y si nos unimos más pienso que mi país tendrá un cambio. No soy político, no me gusta la política y no estoy ni para un lado ni para el otro, soy neutro, pero está mal lo que está pasando en Venezuela”, finalizó.