CLEVELAND – Se trataba de la primera ocasión en la que LeBron James había perdido los dos primeros partidos de una serie de playoffs desde 2008. Tampoco había conocido la derrota ante un mismo rival en siete veces consecutivas. Por eso masculló rabia contenida en su actitud previa al Juego 3 de las Finales de la NBA, y fue determinante para que Cleveland Cavaliers se llevara la cita de calle, y por una diferencia de 30 puntos, ante unos Golden State Warriors a remolque durante todo el encuentro (120-90). El ‘Rey’ de reyes se puso la capa y lideró una victoria fundamental para que los Cavs sueñen con darle la vuelta a la eliminatoria.
Sus 32 puntos, 11 rebotes y seis asistencias fueron la extensión estadista de una garra y un poderío que se echaban en falta. Su soledad no fue suficiente en los dos partidos que abrieron la serie (42.1 en tiros de campo) una cifra alejada del 62.2 que alcanzó en la final de la Conferencia Este. El miércoles, alentado ante un público desesperado para que su equipo lograra la victoria, LeBron llegó al 53.8 por ciento (14-de-26).
Esta vez no estuvo solo. Contó con la ayuda de Kyrie Irving, quien en los dos primeros encuentros había sumado 36 puntos, tan solo seis más de los que alcanzó en el tercer partido ante los californianos (30 puntos, ocho asistencias y cuatro rebotes). Su conexión con el armador fue total desde el comienzo del partido y de esa manera lideró a los suyos en ambos lados de la cancha. Llevó a cabo lo que se autoexigió desde que concluyó el Juego 2: mejorar en defensa y en ataque, mostrarse más agresivo ante la gran contención de Andre Iguodala yDraymond Green, tener más presencia en las penetraciones y finura en los lanzamientos fuera de la llave (solo en el tercer cuarto alcanzó más tiros de media distancia que en toda la serie hasta el momento).
LeBron fue el héroe que necesitaban unos Cavaliers que siguen más vivos que nunca.
Fuente: Gonzalo Aguirregomezcorta, ESPN Digital
