Confrontando un “momento de ajuste de cuentas”, Hillary Clinton se describe como una unificadora en tiempos de división, con mano firme para dirigir en un mundo volátil.
“Tenemos claro a lo que se enfrenta nuestro país”, dice en extractos publicados antes de su discurso de aceptación de la nominación presidencial del Partido Demócrata. “Pero no tenemos miedo. Afrontaremos el reto, como lo hemos hecho siempre”.
El discurso de Clinton el jueves en la Convención Nacional Demócrata ocurre después de tres noches de presencia de luminarias del partido, incluido un ex presidente y un presidente de la nación, que sostuvieron que ella está preparada para la Casa Blanca. La noche del jueves, la última de la convención, ella argumentará a su favor en ese sentido.
Reconociendo las ansiedades de los estadounidenses, Clinton prometió crear oportunidades económicas en barrios pobres y poblados pequeños con problemas. Dice además en su discurso que los ataques terroristas en el mundo requieren “liderazgo firme” para derrotar a un enemigo decidido.
Clinton, primera mujer que encabeza hacia la Casa Blanca a uno de los principales partidos de Estados Unidos, será recibida el jueves por una multitud de alborozados delegados deseosos de ver que se haga historia en la elección de noviembre. Pero su audiencia real serán millones de votantes que quizá ven con agrado su experiencia pero cuestionan su carácter.
Para Clinton, la apuesta es enorme.
Ella disputará una apretada elección general con el republicano Donald Trump, un candidato poco convencional y político novato. Aun cuando Clinton y sus validadores argumentan que Trump no está calificado para la Casa Blanca, reconocen que el magnate inmobiliario tiene una conexión visceral con algunos votantes en una manera que la candidata demócrata no tiene.
___
Por JULIE PACE y ROBERT FURLOW