Harían falta casi 14 días con la mirada fija en la televisión para ver todos los anuncios positivos que ha lanzado Hillary Clinton desde el inicio el mes pasado de la campaña electoral para las presidenciales en Estados Unidos.
Entre tanto, alguien que revise varios canales buscando anuncios positivos sobre Donald Trump se verá decepcionado: Aún no ha lanzado ningún aviso de televisión para los comicios de noviembre, y los grupos que le apoyan han guardado un silencio similar.
Esta asimetría en las ondas muestra que los dos aspirantes a la presidencia tienen una visión muy diferente sobre la importancia de las campañas políticas tradicionales. Trump dice que en este momento ve poca necesidad de hacer propaganda. En cambio, ha aprovechado la cobertura mediática gratuita impulsada por su dimensión de celebridad.
En consecuencia, Trump ha cedido en gran parte el control de lo que oyen los votantes sobre él. La amplia hornada de anuncios sobre la biografía de Clinton le han permitido influir directamente en la opinión del público sobre su imagen.
El próximo jueves se emitirá desde Cleveland lo que es básicamente un anuncio de una hora, cuando Trump acepte la candidatura de su partido con un discurso televisado en horario de máxima audiencia. Clinton disfrutará del mismo escenario la semana siguiente, desde la convención demócrata en Filadelfia.
Trump ha dicho que quizá después de eso comience a hacer publicidad. Eso sería un cambio fundamental en su estrategia.
Mientras que Trump no ha emitido ningún anuncio, Clinton ha lanzado miles de avisos en estados indecisos como Florida, Ohio, North Carolina y Virginia. Algunos mercados concretos de Florida como Orlando, Tampa y Fort Myers han recibido especial atención, al igual que Denver, de la campaña de Clinton.
Desde el 8 de junio, cuando consiguió el apoyo para convertirse en la candidata demócrata, Clinton ha presentado al menos 30.700 anuncios en televisión, según un análisis de Associated Press de los datos de propaganda electoral de Kantar Media.
Los pocos anuncios pagados por partidarios de Trump se dedican a atacar a Clinton en lugar de defender a Trump. Por ejemplo, el anuncio de la Asociación Nacional del Rifle insta a la gente a votar por Trump mostrando su nombre en pantalla durante 4 segundos, al final de un anuncio de 30 segundos. Pero el narrador no dice nada sobre él, ni siquiera pronuncia su nombre.
La campaña de Clinton lanzó esta semana un anuncio en el que se ve a varios niños viendo la televisión mientras Trump hace algunas de sus declaraciones más polémicas o malsonantes. La voz del anuncio dice: “Nuestros hijos están mirando. ¿Qué ejemplo les daremos?”.
Eso sigue a dos campañas previas de Clinton en las que se burlan de su rival por tomar consejos sobre operaciones militares en series de televisión y consultarse a sí mismo sobre estrategia política. Una gran plataforma de apoyo a Clinton también ha pagado miles de anuncios que describen a Trump como “demasiado peligroso para América”.
Los estrategas de propaganda política están divididos sobre si la falta de anuncios positivos sobre Trump es importante.
“Uno nunca quiere estar en posición de quedar en un segundo plano por la voz de su rival”, comentó Russ Schriefer, asesor destacado de Mitt Romney en la campaña presidencial de 2012. Él y otros expertos dijeron que la imagen que tenían los votantes de Romney como un empresario sin empatía se vio reforzada por una batería de anuncios demócratas durante el verano que no recibió réplica.
Tanto Trump como Clinton tienen un historial de rechazo entre los votantes, según sondeos recientes de AP-GfK, lo que hace especialmente importantes los anuncios biográficos positivos, dijo Schriefer.
Sin embargo, Fred Davis, un publicista republicano que no participa en la campaña de 2016, señaló que esta carrera tiene algunas características únicas que reducen el efecto de los anuncios.
“Quizá sean los aspirantes finales a la presidencia mejor conocidos de nuestra vida”, comentó. “De modo que el valor de los anuncios biográficos se reducen de pronto. Esto implicaría que Hillary está desperdiciando su fuerza, Trump juega con astucia”.
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Chad Day y Julie Bykowicz