SAN DIEGO – Carlos Beltrán ha hilvanado una carrera brillante en el Béisbol de Lujo, pero la estrella puertorriqueña de los Yankees de Nueva York no deja de estudiar las características del apasionante mundo del diamante, con la esperanza de sacarle provecho a lo que él llama “el par de añitos que me quedan, con el favor de Dios”.
Participante en su noveno Juego de las Estrellas, Beltrán llegó al Clásico de Mitad de Temporada con numeritos simple y llanamente contundentes con 19 jonrones, 56 carreras impulsadas y promedio de bateo de .299.
Lo más impactante es que prácticamente cada vez que se para en el plato va sumando cifras que para él “ni siquiera estaban en uno de mis sueños más extraordinarios” cuando comenzó en las Grandes Ligas con los Reales de Kansas City en el 1998.
“Tengo que compararme con bateadores ambidextros y cuando veo que mi nombre está al lado de Eddie Murray, Chipper Jones, Mickey Mantle y hombres como ésos me siento orgulloso, súper orgulloso”, enfatizó el boricua de 39 años de edad que en el 2016 se convirtió en el cuarto que batea de ambos lados del plato con 400 vuelacercas en la Gran Carpa.
“Me siento feliz, honestamente, siento que es una bendición grandísima estar en un momento de mi carrera en el que aún pueda contribuir de una manera positiva”, acentuó Beltrán. “Me siento súper contento de integrar una compañía tan prestigiosa. Y el plan es mejorar [esos números] con este par de añitos que me quedan”.
Tan impactante ha sido Beltrán que ha logrado muchas cosas que ni siquiera han hilvanado los más famosos de sus colegas. Es el único en la historia de las Grandes Ligas con cuatro temporadas seguidas o más con por lo menos 100 carreras anotadas, 20 jonrones, 100 impulsadas y 30 bases robadas, un logro alcanzado del 2001 al 2004.
A una edad en la que muchos otros atletas pudieran estar pensando en adquirir una mecedora cómoda para ver los encuentros por televisión, Beltrán se la pasa buscando maneras de progresar en el diamante.
“Siempre he sido un estudiante de la pelota y esto es lo que me ha permitido tener éxito”, valoró el boricua. “El año pasado hice ciertos ajustes mecánicos en el bateo, que me ayudaron a terminar fuerte. Cuando me fui a la temporada muerta, tenía claramente en mi mente lo que quería hacer y en lo que tenía que trabajar y al llegar a los entrenamientos no tuve que hacer mucho para encontrar mi swing”.
El propio Beltrán admite que una de sus virtudes como pelotero es la capacidad para conocer bien su cuerpo, porque a veces un jugador puede sentir una enorme energía y en otras ocasiones necesita enfrentar jornadas en las que es difícil disponer de esa gran fortaleza física.
Uno de sus momentos grandes en la temporada del 2016 se produjo en una serie de cuatro juegos en Oakland donde no había manera de hacerlo out, lo cual hacía pensar que Beltrán estaba rejuvenecido y que había encontrado en su casa la Fuente de la Eterna Juventud.
“Muchacho, eso de rejuvenecido no está en mi diccionario”, comentó luego de esbozar una amplia sonrisa. “Yo sé lo que tengo que hacer, sé lo que mi cuerpo necesita para prepararse. Me encanta la competencia. Me encanta competir con los jóvenes, eso me mantiene joven. Uno tiene que ser un ejemplo para esos muchachos, educarlos de una manera correcta”.
Con todo el éxito que ha tenido en el 2016 con los Yankees, empero, o tal vez precisamente debido a eso, el nativo de Manatí, Puerto Rico, pudiera encarar dentro de poco la encrucijada de que su equipo decida canjearlo, y eso pudiera ocurrir si los Bombarderos del Bronx se deciden a tirar la toalla y pensar de una vez en el 2017.
“Sería [si se produjera] mi tercer cambio en la temporada, pasó cuando estuve con los Reales y después con lo Mets de Nueva York, pero eso no está en mis manos”, dijo Beltrán. “Trato de no enfocarme en eso y ayudar a la organización a la que pertenezco. Si estás pensando en un cambio, es una actitud que te va a limitar. Que pase lo que Dios quiera”.