Por: Osiris de León |
El incremento en la acumulación de gases de efecto invernadero en nuestra atmósfera, tales como dióxido de carbono (CO2), metano (CH4), dióxido de azufre (SO2) y óxidos nitrosos (NOx), ha sido responsable de los incrementos de temperaturas que están produciendo cambios importantes en el clima regional e influyen de manera directa en los fenómenos alternos de El Niño y La Niña, los que se expresan en forma de largos períodos de sequías y posteriores períodos de lluvias e inundaciones, lo que implica que cuando se activa el fenómeno de El Niño hay muchas lluvias e inundaciones en la franja tropical del océano Pacífico, pero al mismo tiempo hay largas sequías en el océano Atlántico y en el mar Caribe, y cuando cesa el fenómeno de El Niño en el océano Pacífico entonces comienza el fenómeno de La Niña provocando lluvias torrenciales e inundaciones en las islas y territorios del océano Atlántico y su mar Caribe.
Fruto del fenómeno de El Niño la República Dominicana sufrió los estragos de la prolongada sequía de los años 2013, 2014 y 2015 y pérdidas millonarias en la producción de agua potable y alimentos por la disminución de los caudales en todos los acueductos y en todos los canales de riego del país, provocando una disminución en la producción de arroz y de plátanos, al extremo de que una unidad de plátano llegó a costar 30 pesos, y obligó al gobierno a importar plátanos desde Costa Rica para contrarrestar la escasez y los altísimos precios.
A principios del año 2016 terminó el fenómeno de El Niño en el océano Pacífico y comenzó el fenómeno de La Niña en el océano Atlántico, por lo que a finales del año 2016 hubo lluvias torrenciales en toda la costa norte de la isla Hispaniola al extremo de producirce precipitaciones que marcaron un récord histórico para un mes ya que Puerto Plata registró un acumulado de 1,250 milímetros de lluvia por metro cuadrado para el mes de noviembre 2016 y esa pluviometría de un mes equivale a la lluvia acumulada en la zona para un período normal de casi un año, provocando inundaciones que dañaron puentes, carreteras y cientos de viviendas, y derrumbaron taludes y pavimentos de carreteras y caminos vecinales, a lo que se sumaron lluvias en la cordillera Central que provocaron vertidos desde la presa de Tavera que inundaron a Santiago y a la Línea Noroeste, incomunicaron a decenas de comunidades y dañaron las plantaciones de banano, estimándose que las pérdidas totales por las lluvias e inundaciones de noviembre 2016 podrían acercarse a los 20 mil millones de pesos.
Pero cuando las autoridades y la población pensaban que ya se habían librado de las lluvias, de nuevo las lluvias han vuelto a castigar al territorio nacional desbordando casi todos los ríos, llenando casi todas las presas y motivando que la presa de Hatillo entrara en vertido libre y provocara inundaciones en Arenoso, Villa Riva y otras comunidades del bajo Yuna, y no obstante nuestras previas advertencias a través de la emisora Z101, esa misma tarde las inundaciones del bajo Yuna encontraron a las comunidades sin ningún plan preventivo, como sin ningún plan preventivo estaban las comunidades de Barahona, Enriquillo, El Naranjal, El Higüero y sus vecindades cuando en apenas un día de esta pasada semana cayeron 395 milímetros de lluvias que inundaron todo porque esa es la cantidad de lluvia que allí usualmente cae en un año, del mismo modo que ha sido tanta la lluvia caída sobre la cordillera Central que este pasado sábado la sala capitular de la ciudad intramontaña de Jarabacoa la declaró en estado de emergencia por las inundaciones y deslizamientos de laderas y taludes de caminos y carreteras, como igualmente inundada estaba toda la zona baja de la ciudad de Samaná.
Producto del Cambio climático las lluvias tropicales serán cada vez más frecuentes y cada vez más torrenciales generando mayores niveles de daños a la agricultura, a los acueductos, a las carreteras, puentes y taludes de carreteras, a las viviendas ubicadas a orillas de ríos y arroyos, a los caminos vecinales y a las laderas inestables, por lo que las autoridades y las comunidades deberán estar cada vez más alertas ante estos fenómenos.
De ahí que para prevenir daños por sequías e inundaciones debemos comenzar a pensar en un programa de construcción de presas sobre los ríos Sanate, Soco, Chavón, Yaque del Sur, Ozama, Haina, Yuna, Camú, Boba, Bao, Yaque del Norte, Ámina, Artibonito, Joca y Macasía, porque las presas se pagan solas en apenas 5 años.
Adicionalmente debemos limpiar los sedimentos acumulados en nuestras 34 presas porque esos sedimentos han reducido en 1,000 millones de metros cúbicos la capacidad de almacenamiento de agua en los embalses, ya que teóricamente nuestras 34 presas debían almacenar unos 2,500 millones de metros cúbicos de agua, pero al estar sedimentadas entre un 30% y un 40%, porque los embalses de nuestras presas nunca han sido limpiados, el almacenamiento actual disponible cuando están llenas es del orden de los 1,500 millones de metros cúbicos de agua, y necesitamos mucho más agua para abastecer acueductos y canales de riego cuando vuelva la sequía, siendo necesario adoptar cuantos planes preventivos sean funcionales para disminuir impactos del Cambio climático y dejar de salir corriendo cuando ya todo está inundado y dañado o cuando la sequía ya nos ha golpeado.