Durante nueve meses del pasado año 2020, sufrimos el azote de la pandemia del Covid-19. Esto motivó la paralización casi total de la economía a nivel mundial. La mayoría de los países cerraron sus puertos y aeropuertos. Lo que trajo consigo el estancamiento de los viajes internacionales.
Una gran cantidad de centros laborales cerraron totalmente y cuando a algunos se les permitió reabrir, lo hicieron con serias limitaciones. Todavía en lo que va del año 2021, la situación económica alrededor del mundo es de incertidumbre.
Algunos ciudadanos han podido paliar un poco la debacle económica con las ayudas que les han proporcionados sus respectivos gobiernos. Unas han sido monetarias, otras en productos alimenticios. Se suspendieron temporalmente los desalojos por falta de pagos del alquiler o de la hipoteca, pero no todos han tenido esta suerte.
En los Estados Unidos de América, por ejemplo, los ciudadanos americanos y los residentes legales, han recibido esa ayuda económica y otros el seguro de desempleo, pero no así los ilegales. Estamos hablando de millones de seres humanos. La situación en Europa no es diferente.
Con este panorama nos preguntamos, ¿cómo es posible que las remesas hacia la República Dominicana hayan aumentado? Las especulaciones están a la orden del día. Se dice que los dominicanos han comenzado a sacar sus ahorros y así no dejar de enviarle las ayudas a sus familiares o que han utilizado el dinero que les dio el gobierno. En los Estados Unidos, esa ayuda fue de apenas US$1,800.00 por todo el año 2020 y solo se la otorgaron a aquellos que llenaron sus impuestos en el 2019. Entonces, ¿dónde está la magia? ¿de qué sombrero de copas sacaron los quisqueyanos el efectivo para aumentar el flujo de los envíos?
A nosotros nos parece que las remesas no han aumentado. Creemos que lo que sí aumentó fue el sistema de envío utilizado. Al no poder viajar a nuestro país con lo cual se enviaban las ayudas a los familiares y amigos de manera personal, hemos tenido que acudir a las agencias oficiales de transferencias y en estas sí hay un control de las autoridades monetarias y pueden cuantificar sin problemas cuánto dinero entró por ese concepto.
Casi todo el que viaja a la República Dominicana es portador de una o más remesas enviada por un familiar o amigo, las cuales no entran en la contabilidad oficial, pues es muy difícil cuantificarlas ya que estas se distribuyen de manera personal.
Por lo tanto, no creemos que sea un incremento de nuestras remesas sino una más efectiva cuantificación de todos los envíos. Lo cual no se podía lograr antes. Lo que si se pudiera establecer en este momento es, que ese aumento del que se habla no es otro elemento que la diferencia del dinero que los dominicanos que viajan a Quisqueya llevan en sus bolsillos y carteras.
De todas maneras, ponderamos el sacrificio de nuestra diáspora, que aun en estas circunstancias no se olvida ni de su gente ni de su pueblo.
El gobierno dominicano no necesita invertir un solo centavo para generar estas divisas. Cosa que no sucede con otras columnas de la estructura económica nacional, como son el Turismo, las Zonas Francas, las MIPYMES, los Generadores Eléctricos, los cuales conllevan una gran inversión y todavía, hay que subsidiarlos permanentemente.
En consecuencia, creemos que el gobierno debería corresponder, tomando acciones en beneficio de los dominicanos de ultramar, aligerando un poco su carga. Comenzando con descontinuar la práctica de mandar un pirata con patente de corso a los diferentes consulados, a esquilmar a esta generosa diáspora. Como ha sucedido recientemente con el corsario que le tocó a Nueva York, que propuso gravar las remesas con un impuesto.
Una vez más, los llamados “dominicanos ausentes” que siempre han estado presentes en todas las circunstancias, han evitado el colapso económico de nuestra nación.
En vez de castigarlos, es absolutamente necesario ponderarlos y estimularlos.