El deportista más influyente en la historia de un deporte profesional en Estados Unidos, el legendario Arnold Palmer, el jugador que popularizó el golf entre las masas gracias a su estilo agresivo, su gran carisma y su pinta de ciudadano común abierto a todos, falleció el domingo en Pittsburgh.
Palmer, más conocido como “The King”, tenía 87 años, y murió en el hospital del Centro Médico Prebisteriano de la Universidad de Pittsburgh cuando lo preparaban para una operación de corazón, que en los últimos días le había generado cansancio, y deseaba superar para seguir con su actividad.
Nacido en Latrobe, ciudad de Pensilvania, en 1929, Palmer comenzó su carrera profesional en 1954 y rápidamente consiguió su primer título en el Tour de la PGA al ganar el Open de Canadá, en 1955, durante su temporada de novato y la primera ronda firmó una tarjeta de 64 golpes, que permanece como el mejor recorrido de su carrera para un inicio de torneo.
Palmer concluyó su legendaria carrera con 62 títulos en el Tour de la PGA, el quinto mejor de todos los tiempos, y 92 incluyendo competición internacional y las victorias que también logró como senior.
Fue elegido dos veces como el Jugador del Año de la PGA (1960 y 1962) y lideró cuatro veces el tour en ganancias, que lo dejaron con unas ganancias de siete millones de dólares, al ser también el primer golfistas que superó en una temporada el millón de dólares.
El premio mayor metálico que consiguió Palmer en un torneo fue de 50.000 dólares, además de ser elegido “Atleta de la Década” en los años 60.
Conocido con el apodo de “The King”, Palmer ganó siete campeonatos de los mayores, incluidos cuatro Masters (1958, 1960, 1962 y 1964), dos Open y una vez el U.S. Open, durante su carrera profesional, que duró por cinco décadas.
Palmer, que es miembro del club Augusta National, junto con su gran amigo Jack Nicklaus y Gary Player formaron los llamados “Big Three” del deporte del golf, que cambiaron la historia del deporte.
Junto a Palmer, Nicklaus, que ganó seis veces el Masters, y Tiger Woods, que lo hizo cuatro veces, son los mejores en el torneo del Masters.
El legendario golfista quedó también cuatro veces segundo en el U.S.Open, y tres veces luchó por el título del Campeoanto de la PGA, el único torneo de los mayores que al final de su carrera no pudo conseguir.
Palmer llegó al recinto sagrado del Salón de la Fama del Golf en 1974.
También recibió la Medalla Presidencial de la Libertad, que se la dio el presidente George W. Bush, en el 2004, con quien compartió sonrisas y le dio unas pequeñas enseñanzas de golf en la East Room de la Casa Blanca, y la Medalla de Oro Congresional, que se la entregaron en el 2009, con el mismo ritual ante los congresistas.
Pero en ambos actos al concluir la ceremonia oficial, en las que dijo que al menos los políticos habían sido capaces de ponerse de acuerdo, Palmer salió a la calle y firmó autógrafos a cientos de personas civiles que se encontraban fue del edificios oficiales.
Además, Palmer con su figura y sonrisa se convirtió en el golfista más telegénico que se ganó el seguimiento a través de la televisión de blanco y negro en la década de los años 50 a los 60 e hizo posible que el deporte del béisbol se popularizase en todo el país el mundo.
“Arnold significa todo para el golf, sin discusión”, destacó Tiger Woods. “Sin su carisma, personalidad y presencia expresada a través de la televisión –una combinación perfecta– fue lo que generó el crecimiento. Finalmente apareció un deportista dentro del golf que tenía todos los elementos para plasmarlos en la televisión por primera vez”.
Woods fue categórico cuando dijo que cada uno que se había aficionado al golf vía TV lo hicieron por la única razón que estaba Arnold Palmer.
La transcendencia de Palmer hizo que entre sus mayores admiradores estaban los presidentes, desde Dwight Eisenhower, que amaba el deporte del golf, y era uno de los mejores amigos de Palmer.
Pero también se llevó bien con el presidente Richard Nixo, quien le pidió consejo sobre la Guerra de Vietnam y jugó a golf con los dos presidente Bush.
Sin embargo, el carisma y la humildad de Palmer hizo que una bebida llevase su nombre, el de un aeropuerto, un torneo de golf, hospitales, calles e iniciativas de caridad.
Por eso, desde el principio de su carrera hasta el pasado año, que fue cuando se mantuvo activo y en público, Palmer firmó tantos autógrafos, posó en fotos, y conversó con los aficionados en los recorridos de los campos como ningún otro golfista que golpeó una pelota en la historia del deporte. efe