La guerra que estalló en Sudán entre el Ejército y las paramilitares Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) en abril de 2023 ha provocado que más de tres millones de personas hayan cruzado la frontera a los países vecinos, según un nuevo recuento de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) que se sumaría a los once millones de desplazados internos en territorio sudanés –8,8 millones correspondientes a los últimos 19 meses–.
Una portavoz de ACNUR, Dominique Hyde, ha denunciado desde Ginebra “el inimaginable sufrimiento, las brutales atrocidades y las extendidas violaciones de los Derechos Humanos” sufridas por la población sudanesa, “sin que el mundo preste atención”. Sólo en octubre, unos 60.000 sudaneses han llegado a Chad, fruto de la escalada de los combates en Darfur y también de las inundaciones.
Llegan “en condiciones desesperadas, sin nada encima más allá de los recuerdos de una violencia inimaginable”, ha dicho Hyde. Un 71 por ciento de los refugiados ha sido testigo de violaciones de los Derechos Humanos, entre los que figuran asesinatos, saqueos y abusos sexuales, entre otros crímenes. “Muchos recuerdan los cuerpos que vieron abandonados en la carretera cuando huían”, ha señalado.
La “presión” crece en los países vecinos a Sudán: a Chad han llegado más de 700.000 refugiados que se suman a los más de 400.000 que ya vivían allí, mientras que Egipto tiene registrados otros 1,2 millones. Además, dentro de las personas que han salido de Sudán hay también ciudadanos de terceros países o retornados, ya que 650.000 sursudaneses han vuelto a Sudán del Sur, “un país extremadamente frágil con enormes carencias humanitarias”, en palabras de la responsable de ACNUR.
“Es una de las mayores emergencias del mundo, pero una de las que menos se informa y más infrafinanciadas”, ha advertido. De los 1.500 millones de dólares (cerca de 1.400 millones de euros) reclamados para el plan de ayuda a los refugiados sudaneses, apenas se ha recaudado un 29 por ciento.