El trastorno disfórico premenstrual (TDPM) es una alteración hormonal de la que poco se sabe y cuyos síntomas pueden llevar a algunas mujeres a cometer suicidio, advierten médicos especialistas.
Los síntomas de la enfermedad son más intensos que los que sufre casi cualquier mujer antes de su ciclo menstrual, agravados con una alteración de los neurotransmisores, explica a Efe José Manuel Hernández, coordinador del servicio de psiquiatría del Hospital Civil Fray Antonio Alcalde, en el occidental estado de Jalisco.
“Cuando se alteran las hormonas también se alteran los neurotrasmisores como la serotonina y tenemos sintomatología como cólicos muy intensos o dolor en los senos, pero también tristeza, pérdida del deseo de hacer las cosas. Y esto es cíclico, es cada mes”, agrega.
Una mujer con TDPM experimenta también hinchazón general, fatiga, hipersensibilidad, desánimo, llanto esporádico, ansiedad, problemas para dormir, falta de concentración y alteración de la memoria, que impiden desarrollar sus actividades cotidianas y deterioran sus relaciones personales.
Una joven originaria de Guadalajara que prefiere ocultar su identidad cuenta a Efe cómo le repetían una y otra vez que los cólicos y la tristeza que sentía cada mes eran algo normal, “cosas de mujeres”.
De un día a otro sentía que la vida no tenía sentido, que el dolor que experimentaba “no tenía fin”. En la adolescencia las ideas suicidas fueron recurrentes. Siendo adulta comenzó con ataques de ansiedad y pánico que la paralizaban.
“Nadie entendía lo que pasaba”, afirma. Unos días se sentía muy bien y otros fatal, hasta que tuvo un episodio de pánico que casi la llevó a acabar con su vida.
Días después una ginecóloga le habló por primera vez del trastorno y le ordenó estudios de tiroides y sangre.
Ella misma buscó a un psiquiatra, quien le confirmó la enfermedad y le prescribió antidepresivos. “Tuve suerte de encontrarlos”, dice la mujer.
Es común que los médicos confundan los síntomas con problemas mentales como el trastorno bipolar, la depresión o incluso la esquizofrenia.
La diferencia es que una persona con TDPM tiene esas bajas de ánimo solo unos días. Si se prolonga, entonces se trata de otro problema, dice a Efe Juan Cruz Díaz de León, uno de los contados especialistas mexicanos en ese trastorno.
“Hasta 30 % de las mujeres que padecen el trastorno han pensado en el suicidio alguna vez en su vida y esto generalmente ocurre de cuatro a siete días antes de la regla”, explica el ginecólogo con estudios por el Colegio Americano de Ginecobstetricia en EE.UU.
Las ideas suicidas son “uno de los síntomas más comunes previos a la menstruación” en una mujer con TDPM, afirma a Efe Judy Sámano, quien sufre desde hace años este trastorno y es administradora de un grupo de ayuda en Facebook.
“Es peligroso porque se convierten en impulsos suicidas. Hemos sabido de mujeres que terminan con su vida en esos días porque justamente todo se te vuelve gris y no encuentras opciones”, cuenta Sámano, médica de profesión y residente en Ciudad de México.
Sámano ha ayudado a salvar a varias mujeres que forman parte del grupo y que en algún momento manifestaron un deseo real de quitarse la vida.
Su protocolo incluye contactar a la familia, a los vecinos e incluso a las autoridades para que disuadan a la mujer de su intención.
El grupo reúne a poco más de 2.000 mujeres de España y Latinoamérica, quienes comparten experiencias, piden ayuda o consejos, comparten artículos acerca del tema o simplemente desahogan sus problemas y su lucha diaria.
Muchas de ellas consultan ginecólogos, psicólogos y psiquiatras sin que ningún especialista sepa explicarles el motivo de sus malestares cíclicos, afirma Sámano.
Cruz Díaz de León acepta que se ha estudiado tan poco esta enfermedad que no hay certeza científica de si su origen es ginecológico o neurológico.
“No sabemos qué es, mucho menos cómo se origina”, dice el ginecólogo, y agrega que “no existe un cuadro preciso para delimitar la enfermedad”.
Tanto Cruz Díaz de León como Hernández coinciden en que el TDPM “no es curable”, pero sí controlable.
“La mujer tiene que aprender a vivir con ello. Un buen tratamiento disminuye la sintomatología hasta un 80 % en tres meses y ofrece herramientas psicoterapéuticas para convivir con la enfermedad”, concluye Hernánd