Los trabajadores hispanos continúan estando expuestos a más riesgos laborales que la media nacional del país, aunque el número de muertes de latinos en sus empleos disminuyó en 2016 respecto al año anterior.
En 2016, un total de 879 trabajadores hispanos murieron en su lugar de trabajo, lo que significa un descenso del 2,6 % respecto a los 903 fallecimientos registrados el año anterior, según los datos de un estudio publicado hoy por AFL-CIO, el mayor sindicato gremial del país.
Sin embargo, la tasa de mortalidad de este sector sigue estando ligeramente por encima de la media de los trabajadores nacionales, principalmente porque los latinos enfrentan más problemas de salud y seguridad por trabajar en empleos peligrosos con medidas “inadecuadas” de seguridad.
“Es una desgracia que la gente trabajadora tenga que seguir perdiendo la vida debido a la avaricia de las corporaciones. Las decisiones egoístas e irresponsables que se realizan en las juntas corporativas y en Washington están matando a la gente que ha construido este país”, denunció hoy en una conferencia telefónica el presidente de AFL-CIO, Richard Trumka.
“Esta es oficialmente una crisis nacional”, agregó el líder sindical.
En el año analizado, la industria de la construcción fue la responsable de la mayoría de muertes de trabajadores latinos (283), seguida del transporte y almacenaje (108) y de los servicios de gestión de basura (112).
Uno de los trabajadores que ha denunciado malas condiciones y discriminación en su compañía, el mexicano Miguel Ángel Ramos, de 34 años, criticó en otra llamada organizada por el Consejo Nacional de Seguridad y Salud Ocupacional (COSH, por sus siglas en inglés) que la empresa en la que trabajaba no le entrenó para las peligrosas tareas que tenía que realizar.
Ramos explicó que sufrió un accidente que le marcó “para toda la vida” mientras trabajaba para Atlantic Railway en Nueva York en el mantenimiento de las vías del metro y del tren locales.
“Mientras cargaba un peso muy elevado me di un golpe en la parte derecha de la cabeza que me hizo perder la mitad de mi capacidad auditiva”, recordó Ramos, que dijo que sus superiores no llamaron a los servicios médicos y que únicamente le recomendaron reposar una hora y volver a trabajar.
Además, el hombre explicó que sintió discriminación en el trabajo después de que sus jefes empezaran a reirse de él y a llamarle “el mexicano”, uno de los principales motivos por los que dejó su puesto de trabajo y pasó a dedicarse a conducir un taxi.
En esa misma conferencia, la directora ejecutiva de COSH, Jessica Martínez, consideró que los trabajadores latinos “sufren discriminación en el trabajo cuando no reciben entrenamiento adecuado, equipo de seguridad o materiales en un idioma que entiendan”.
“Esto sólo puede aumentar el riesgo de enfermedades, lesiones e incluso la muerte en el lugar de trabajo”, reiteró Martínez.
En su informe llamado “La docena sucia”, el COSH denunció las malas prácticas de grandes compañías, como Amazon, empresa en la siete empleados han fallecido en sus almacenes desde 2013.
Ambas agrupaciones, AFL-CIO y COSH, instaron al gobierno del presidente Donald Trump a incrementar los fondos para la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional (OSHA), cuyo presupuesto ha descendido notablemente en los últimos años.
De hecho, con los recursos actuales, los 764 inspectores federales de la OSHA necesitarían 158 años para visitar al menos una vez los nueve millones de lugares de trabajo que tienen que registrar. efe